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I Love IU

  • I Love IU es la clave para acceder al wifi de la IX Asamblea de Izquierda Unida
  • Pese a las divisiones internas, el clima dentro del cónclave es distendido

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La primera jornada de la Asamblea de Izquierda Unida no ha tenido un clima tan tenso como cabría esperar de un cónclave al que se llega sin líder o acuerdos, tal vez porque su organización ha intentado que reine el amor, hasta el punto de que la clave para acceder al wifi era "I love IU".

La risa fue otra de las terapias para abordar esta difícil cita, y por eso la pusieron en práctica algunos de los delegados que, entre decenas de periodistas, cámaras y fotógrafos, buscaban desde primera hora las casetas para recoger sus credenciales, que estaban situadas en la calle.

La "refundición" de Izquierda Unida

"Camarada, ¿las acreditaciones son aquí fuera?", preguntó  uno a un compañero, y tras obtener una contestación afirmativa reflexionó en voz alta: "y las desacreditaciones dentro, ¿no?", obteniendo por respuesta esta vez la carcajada de su interlocutor.

Más risas, las que provocó una informadora al preguntar al histórico dirigente Julio Anguita si esperaba que este fin de semana se produjera la "refundición" de IU.

"¡No!", respondió con una sonrisa, aunque luego no rechazó la posibilidad de que en vez de refundarse, la formación se termine fundiendo si cierra en falso esta reunión.

El comienzo de la Asamblea se retrasó casi una hora, y, mientras tanto, muchos de los delegados, desafiando la gélida mañana, aprovechaban para reunirse en los alrededores del auditorio en pequeños grupos y se les veía votar a mano alzada no se sabe qué, puesto que aún no habían comenzado los debates.

Un complicado sistema de votación

Quizá se entrenaban para lo que se les venía encima, porque ya dentro del plenario quedó patente que ésta no va a ser una Asamblea fácil, y no por la dificultad de llegar a acuerdos -que también-, sino por conseguir que todo el mundo entendiera el sistema de votación.

El presidente de la Mesa -y alcalde de la localidad anfitriona-, José Masa, se las vio y deseó para conseguir que los delegados entendiesen cada paso para votar el reglamento de la Asamblea, ante el desconcierto de muchos y las risas de las dos vicepresidentas de la Mesa (una de ellas llamada Amor Amorós, para seguir con el buen espíritu reinante).

El debate del primer documento (la llamada "Declaración de Rivas Vaciamadrid", sobre la crisis económica mundial) se llevó toda la mañana, y entre la autocrítica y los comentarios económicos se pudieron escuchar mensajes que nada tenían que ver con el texto y que remarcaban el carácter republicano de la formación.

"Salud y república"

"Estamos aquí no para condenar los comentarios homófobos, retrógrados y antediluvianos de la Familia Borbón, sino para decir que vale más la palabra de una Pasionaria que los libros de mil reinas", se arrancó Javier Madrazo.

De hecho, "Salud y república" fue, como ya es tradicional, el saludo final que gran parte de los intervinientes, y alguno de ellos se acordó del "camarada" Fidel Castro, a quien deseó una recuperación plena.

La falta de acuerdo inicial no hizo que el plenario fuera un hervidero ni que echara humo; al contrario, la temperatura interior no debía estar tan elevada porque un gran número de los delegados que subieron a la tribuna a defender la postura de sus federaciones lo hicieron con bufandas sobre los hombros.

Todo lo contrario que en la sala habilitada para los periodistas, que más que salir a la calle a fumar, parecía que lo hacían para tomar el fresco.

Camisetas del Che y paella

En el exterior también algunos aprovechaban para comprar sus camisetas (una a 10 euros, dos a 18 y tres a 26 euros, que hay crisis), sudaderas del Che (a 20 euros), mecheros, pegatinas o banderas republicanas.

Y tras el largo debate inicial, llegó la hora de reponer fuerzas, momento en el que IU demostró que frente a la codorniz ahumada con madera de árbol frutal, arroz de quinoa, costillar de cordero con tomillo y fondue de tomate, hinojo y berenjena que cenaron ayer los miembros del G-20 en Washington, la izquierda tiene claro que, en tiempos de crisis, una paella en el comedor es más que suficiente para buscar soluciones.