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Michelle Obama, primera dama

  • Michelle, de 44 años, será la primera mujer negra primera dama de EE.UU.
  • En su último empleo, esta abogada ganaba incluso más que su marido
  • "Mi primer trabajo será seguir siendo madre en jefe", aseguraba hace unos días
  • Para ella como "mejor amiga" han sido los primeros agradecimientos de Obama
  • Malia y Sasha, de 10 y 7 años, son las hijas a las que Obama ha prometido un cachorro

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El demócrata Barack Obama y su esposa Michelle se besan en el escenario tras su intervención ante los miles de seguidores concentrados en el Grant Park de Chicago, Illinois, para celebrar su victoria.
El demócrata Barack Obama y su esposa Michelle se besan en el escenario tras su intervención ante los miles de seguidores concentrados en el Grant Park de Chicago, Illinois, para celebrar su victoria.

"Mi primer trabajo será seguir siendo madre en jefe". Sencilla pero rotunda es la claridad con la que Michelle Obama explicaba hace unos días en una entrevista el que sería su trabajo si su marido, Barack, ganaba las elecciones. 

Aunque tiene claro qué es lo que no va cambiar, hay que reconocer que las elecciones de este 4 de noviembre van a cambiar la Historia de Estados Unidos, pero también la vida de una mujer de 44 años y sus dos hijas, Malia y Sasha, de diez y siete años. A ellas Obama les ha prometido un cachorro para que la mudanza desde su casa de siempre en Chicago a la inmensa Casa Blanca, en Washington, les sea más llevadera.   

Por primera vez una familia afroamericana ocupará la Casa Blanca. Un hecho histórico en un país en el que hasta hace apenas unas décadas la discriminación racial se aplicaba no sólo por costumbre sino que también por ley. 

A sus 44 años, esta abogada de orígenes humildes será el próximo 20 de enero la primera dama del país más poderoso del mundo, pero ella ha dejado claro que lo más importante seguirán siendo sus dos hijas (Malia de diez años y Sasha de siete) y su marido. 

Michelle Obama ha dicho que no quiere ocupar ningún papel relevante en la futura Administración Obama, ha reconocido que seguirá siendo para su esposo la consejera que ha sido durante la campaña.

Orígenes humildes

A Michelle, que creció en un barrio obrero del sur de Chicago, le gusta recordad y lo ha hecho varias veces durante esta campaña sus origenes y sobre todo a su padre, que trabajó para el servicio de abastecimiento de agua de su ciudad. 

"Cuando creces en un hogar en el que tienes amor y personas que se sacrifican por ti tienes la obligación de devolverlo", ha dicho Michelle. "Es por eso por lo que el servicio a la comunidad ha sido una parte tan importante en mi vida".

La abogada

Michelle fue a un colegio público pero gracias a las becas que consiguió con sus buenas notas pudo estudiar leyes en las prestigiosas universidades de Princeton y Harvard. La futura primera dama ha trabajado para un bufete de abogados y para la oficina del alcalde de Chicago. 

En su empleo más reciente, Michelle ganaba más incluso que su marido. Era vicepresidenta de los Hospitales Universitarios de Chicago. 

Haciendo campaña

En un país donde la imagen del candidato como padre de familia puede vender tanto como su programa político, las esposas son un elemento clave de la campaña. Michelle Obama tuvo su momento en el centro de todos los focos durante la Convención demócrata de Denver, Colorado, el 26 de agosto, cuando el partido eligió a su marido como candidato. Allí, prometió que su marido sería "un presidente extraordinario".

Ella no habló del político sino del marido y el padre. Habló también de sus orígenes, de cómo sus hermanos tuvieron que trabajar duro para que ella pudiera estudiar cuando su padre cayó enfermo. 

Pero Michelle también ha dado pasos en falso, como cuando en una entrevista aseguró que era la "primera vez" que se sentía orgullosa de su país, lo que le valió duras críticas de falta de patriotismo.