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Saint Exupéry: el héroe de la escritura

  • Nacido en una familia aristocrática, desde joven se interesó en los aviones
  • Fue pionero en la implantación de las primeras líneas de aviación civil
  • Escritor célebre en vida, el éxito de El principito ha oscurecido el resto de su obra
  • Desapareció en pleno vuelo, poco antes del final de la Segunda Guerra Mundial

Por

Antonie Marie Roger nació en Lyon el 29 de junio 1900 en el seno de una familia aristocrática, de la que heredaría el título de vizconde de Saint Exupéry. Su padre murió en 1904, por lo que vivió su infancia arropado por su madre -la mujer que más influyó en su vida- y sus cuatro hermanas, además de su hermano François, fallecido también prematuramente, en 1917.

Anárquico y consentido, fue un alumno desordenado, que sólo destacaba en redacción, poesía y dibujo, mientras que odiaba la geografía, la historia y las matemáticas. Para estas últimas, sin embargo, poseía una capacidad notable, que solo volcaba en su interés por la mecánica y los inventos -a su muerte, había patentado 14 mejoras para los aviones-.

En 1912, pese a la prohibición expresa de su madre y tras merodear durante días por los talleres del aeródromo de Ambérieu-en-Bougey, realiza su bautismo aéreo a bordo de un aparato pilotado por Gabriel Wroblewski. De vuelta al castillo de Saint-Maurice-de-Rémens, donde vivía en verano su familia, escribe unos versos sobre su experiencia: desde el principio, aviación y escritura están unidos.

Tras pasar por varios colegios religiosos, con 17 años intentó ingresar en una de las Grandes Écoles donde se forma la élite francesa, en concreto, en la Escuela Naval de París. Obtuvo buenas calificaciones en las pruebas técnicas, pero no supero la prueba oral, por lo que se matriculó en Bellas Artes, en la rama de arquitectura.

Pionero de la aviación

En abril de 1921, se incorpora al 2º Regimiento de Aviación de Estrasburgo, primero como mecánico, para después -tras mover diversas influencias y sobornar a algunos burócratas- obtener su licencia de piloto, primero militar y luego civil.

Su vida cambia, sin embargo, en 1923, cuando se compromete con Louise de Vilmoran, cuya familia le exige que deje de pilotar; en este tiempo, Saint Exupéry trabaja como comercial para una marca de camiones: vendió uno solo. Como no podía ser de otra manera, el noviazgo acaba en fracaso -Louise se casará después con André Malraux, escritor y ministro de Cultura francés con De Gaulle-.

Ya en octubre de 1926, es contratado en la compañía Latécoère, primero como mecánico y luego como piloto. Al año siguiente es nombrado jefe del puesto de Cabo Juby (hoy Tarfaya, en la costa del Sahara occidental); encargado de custodiar la pista al tiempo que protegía a los pilotos de las tribus nómadas, Saint Exupéry dirá después que su estancia en el desierto fue una de las más felices de su vida.

Desde Africa, y tras una breve estancia en Francia, se traslada a Argentina, donde participa en la extensión del correo aéreo por Sudamérica en la compañía Aéropostale, una de las que después conformarían Air France. En esa conquista coincide con algunos viejos amigos, pioneros como él de la aviación civil, como Jean Mermoz y Henri Guillaumet.

En 1930, recibe la Legión de Honor por su labor en la aeronáutica civil y conoce a la salvadoreña Consuelo Suncín, con la que se casa al año siguiente. Su relación será tormentosa, sobre todo hacia el final, antes de su separación definitiva y pese a que no se divorciaron, en gran parte por la educación católica de ambos.

Raids y periodismo

Tras la desaparición de la Aéropostale, subsumida en Air France, Saint Exupéry ve como la época de las grandes conquistas aéreas ha terminado. Es ya un escritor célebre, pero la falta de dinero -ni él ni su esposa controlaban demasiado los gastos- le lleva aceptar trabajos periodísticos, por lo que entre 1935 y 1936 viaja a la Unión Soviética, España o la Alemania nazi, escribiendo reportajes para Paris Soir y otros diarios parisinos.

Al mismo tiempo, se embarca en varios raids aéreos, en los que sufre diversos accidentes -estuvo desaparecido varios días en el desierto de Libia-. En 1938, un grave accidente en Guatemala le obliga a una larga convalecencia en Nueva York.

Cuando los rumores de guerra se intensifican, regresa a París y se incorpora al Ejército. Su intención es volar, pero no supera el reconocimiento médico y debe recurrir de nuevo a las influencias para, al fin, incorporarse a la escuadrilla de reconocimiento 2/33. Llevará a cabo varias arriesgadas misiones, que le valdrán la Cruz de Honor, antes de que Alemania ocupe Francia y Saint Exupéry se exilie en Nueva York.

La guerra y la muerte

En Estados Unidos, vive desasosegado. Enemistado con De Gaulle, de quien recela como salvador de la patria -el general y su régimen colaborarán con ahínco en el descrédito y encasillamiento como `escritor para niños¿ de Saint Exupéry tras la guerra-, solo está pendiente de obtener el permiso para volver a la guerra, a volar.

En abril de 1943, recibe la autorización para reincorporarse a la escuadrilla 2/33 bajo mando estadounidense en Argel. Con 43 años y varios accidentes a su espalda, su estado físico es, en el mejor de los casos, deficiente; además, le cuesta adaptarse a la manera de pilotar el P38 Lightning, por lo que, con la excusa de un aterrizaje defectuoso en los entrenamientos, es apartado a la reserva.

Solo tras numerosas presiones consigue ser reintegrado al servicio activo en 1944, recibiendo autorización para llevar a cabo cinco misiones. En julio, la escuadrilla es trasladada al aeropuerto de Bastia, en Córcega, desde donde despega el 31 de julio para realizar una misión, su penúltima misión, sobre Grenoble, y desaparece.

Aunque durante mucho tiempo su desaparición fue un misterio, en marzo de este año un periodista alemán y antiguo piloto de guerra, Horst Ripper, reconocía haber derribado a un P38-Lightning sobre el Mediterráneo ese día. "Fue después cuando supe que era Saint-Exupéry. Yo esperaba que no fuera él, porque en nuestra juventud todos habíamos leído sus libros y los adorábamos", comentaba Hopper. El cadáver nunca ha sido recuperado.