Enlaces accesibilidad

El Ártico alberga 90.000 millones de barriles de crudo, según científicos de EE.UU.

  • Es la primera estimación global de las reservas de carburantes de la región polar
  • La importancia de estos recursos puede reavivar la disputa por el control de la zona

Por

El Ártico puede albergar una ingente cantidad de reservas de petróleo (hasta 90.000 millones de barriles) así como de gas natural, según la primera evaluación global sobre la región hecha por científicos de Estados Unidos.

El Instituto Geológico Estadounidense (USGS) estima que esas reservas representan el 13% de las "reservas no descubiertas" de petróleo en el mundo, pero "técnicamente explotables" con los medios actuales. Esas cantidades, por tanto, no están contabilizados en el volumen de reservas de hidrocarburos mundiales.

A título comparativo, el país que más reservas probadas de crudo dispone es Arabia Saudí, con más de 200.000 millones de barriles. Los siguientes en la lista publicada por los servicios de inteligencia de EE.UU. rondan los 100.000 millones de barriles de reservas, aproximadamente las mismas que la estimada ahora para el Ártico.

La explotación debería hacerse mayoritariamente en plataformas marítimas. En cuanto a las otras reservas de carburantes de la región, se calculan en 44.000 millones de metros cúbicos de gas natural y 44 millones de barriles de gas natural en forma líquida.

"Estamos hablando de cantidades potenciales enormes, pero no van a tener un impacto en los mercados a corto plazo", ha aclarado uno de los autores del estudio, Alan Murray, citado por el Financial Times.

Implicaciones geopolíticas

No obstante, según el diario económico, la noticia sí puede tener consecuencias en el terreno político, en la disputa que mantienen los países con aguas territoriales en el Océano Ártico (Rusia, EE.UU., Dinamarca, Noruega y Canadá).

En una conferencia celebrada en mayo pasado en Ilulissat (Groenlandia), altos representantes de los cinco estados acordaron respetar las convenciones de la ONU para proteger la zona y dirimir cuestiones territoriales.

La declaración de Ilulissat supuso un primer paso para rebajar la tensión en la zona, que se incrementó notablemente en agosto pasado, después de que Rusia enviase dos batiscafos con el objetivo de hallar pruebas de que las montañas submarinas son extensión del territorio ruso, lo que le permitiría reivindicar el territorio.

La expedición se completó con un gesto simbólico sobre las intenciones rusas, al colocar una bandera de este país hecha de titanio, a más de 4.000 metros de profundidad. La iniciativa rusa fue criticada por el resto de países implicados.