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"La adicción a la cocaína es algo que prácticamente no se nota"

  • L .F. R., un rehabilitado de Proyecto Hombre, empezó a consumir en la obra
  • La facilidad para llevar la adicción haciendo vida normal favoreció el consumo de cocaína
  • La normalización de esta droga le ha hecho más difícil aceptar su problema
  • El consumo de coca se ha cuatriplicado en España en los últimos siete años

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Cuando L. F. R. empezó a consumir no era un artista, ni tenía mucho dinero, ni podía decir que su vida se caracterizase por eso que se denomina "éxito social", más bien al contrario. A sus 28 años trabajaba en la obra, donde veía circular la cocaína entre sus compañeros y, un día, decidió probarla sin saber que se encaminaba a un sutil túnel sin salida.

"Cualquier puede consumir, he visto gente con poco dinero y con mucho, con 18 años y con 63", recuerda, que ha recibido el alta terapéutica tras más de dos años de tratamiento en un centro de Proyecto Hombre en Baleares.

Sin quererlo, su historia se ajusta mucho al perfil medio del adicto que acude a este tipo de centros. Hombre, en torno a los 30 años, con trabajo y estudios básicos.

Detrás de la estadística está la historia de cómo te atrapa la cocaína, una droga cuyo consumo se ha cuatriplicado en España en los últimos siete años, y que empieza a rozar peligrosamente la categoría de droga 'social'.

Social, sobre todo porque te permite hacer una vida similar sin que nadie se de cuenta. "Es algo que no se nota prácticamente, no es lo mismo que ir bebido o fumar marihuana; pasas más desapercibido", relata.

Falsa normalidad

Sin embargo, tras la falsa normalidad social, la adicción sigue ganando terreno. Tras un año coqueteando con la cocaína, empezó a consumirla más frecuentemente.

"Cuando estaba agobiado o me sentía presionado era la excusa perfecta", reconoce. Para hacerlo no lo tenía difícil: acudiendo a los contactos adecuados, podía lograr cocaína sin arruinarse.

Con 30 años, la espiral llega a un punto que su mujer le pone un ultimátum: o la coca o ella. Entonces se interna en Proyecto Hombre y empieza una rehabilitación en la que siempre ha estado contracorriente.

"Esa normalidad con la que se vive hace mucho más difícil reconocerlo que cuando es público", confiesa. Y es que, cuando se trata de comenzar un tratamiento de desintoxicación, la sensación de normalidad juega en contra del adicto, que se niega a reconocer que tenía un problema.

"Yo entré allí por presiones familiares y me costaba mucho acatar las normas", detalla L. F. R. , para el que normas de disciplina como tener un trabajo estable, dejar el teléfono móvil, la limpieza en casa y, sobre todo, controlar su rabia, se le han hecho quizá más cuesta arriba que superar la adicción. 

"La adicción no la tengo encima, se trata de no bajar la guardia y evitar ciertas compañías, pero lo más difícil para mí sigue siendo la gestión de los sentimientos", concluye. 

 

  • ¿Has tenido algún problema de este tipo? ¿Conoces a alguien que los tenga? Cuéntanoslo en los comentarios.