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La ONU culpa al gobierno birmano de los 22.500 muertos por no haber evacuado a la población

  • Naciones Unidas cree que se podrían haber evitado miles de muertos
  • El último balance cifra los desaparecidos en 30.000 personas
  • Sólo en Bogalay han muerto más de 10.000 personas
  • Algunas aldeas han desaparecido literalmente bajo las aguas
  • El Gobierno ha pospuesto el referendum constitucional en las zonas afectadas

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Crónica de Rosa María Calaf: más de 22.000 muertos en Birmania

El ciclón Nargis ha arrasado literalmente el sur de Myanmar, la antigua Birmania, dejando un paisaje de desolación. Según el último balance oficial de víctimas difundido por la radio han muerto 22.464 personas y otras 30.000 han desaparecido. Sólo en el pueblo de Bogalay han muerto 10.000 birmanos.

El ciclón ha arrasado cinco regiones del país, donde vive la mitad de los 53 millones de habitantes de Myanmar. Algunas aldeas han desaparecido literalmente, según  la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

Lo grave de la situación, según Naciones Unidas, es que se podrían haber salvado miles de vidas. La ONU cree que el elevado número de muertos en Birmania se ha debido en parte a la ausencia de un sistema de alerta para evacuar a la población.

Sin sistema de alerta

"Un sistema de alerta precoz es muy importante y efectivo, pues un ciclón se puede predecir con 48 horas de antelación, por eso pensamos que en Birmania las autoridades no habían establecido ningún sistema de este tipo que hubiera salvado miles de vidas", ha explicado Brigitte Leoni, portavoz de la oficina de Naciones Unidas para la Estrategia Internacional de Reducción de Desastres (ISDR).

Leoni ha insistido en que las autoridades birmanas tenían en su poder la información de los satélites meteorológicos que advertían de la llegada de Nargis. "Eso significa que, al no tener un sistema de comunicación y de alerta rápida, la población no fue avisada de lo que iba a ocurrir y por ello no evacuaron".

Según explica la corresponsal de TVE en Asia-Pacífico, Rosa María Calaf, la Junta Militar de Myanmar ha emitido un comunicado asegurando que se avisó pero que fue una gigante ola de más de tres metros la que ha arrasado todo.

Las zonas más afectadas son las regiones de Irrawaddy, Pegu y Rangún y los estados Karen y Mon, donde se declaró el estado de emergencia el sábado pasado, al día siguiente de que el ciclón tocase tierra por el delta del río Irrawaddy.

La población de las áreas afectadas lleva desde el paso del ciclón sin suministro de agua y electricidad. Los alimentos básicos escasean y sus precios se han disparado debido a la especulación y la alta demanda.

De momento, sólo están ayudando sobre el terreno las ONG que tenían equipos trabajando ya en el país. Las agencias de ayuda y las Organizaciones No Gubernamentales están a la espera de poder entrar en el país, a pesar de que la Junta Militar ha aceptado la ayuda internacional. Algo que no hizo en 2004 con el tsunami.

Riesgo de epidemias en Rangún

Rangún, la antigua capital y la mayor ciudad del país con cinco millones de habitantes, se ha convertido en un auténtico campo de batalla, según los testigos.

La radio oficial birmana ha exhortado a su población que tomen medidas para evitar epidemias como hervir el agua y proteger los alimentos de parásitos.

Miles de árboles tirados por los fuertes vientos, que alcanzaron una velocidad superior a los 190 kilómetros por hora, entorpecen el paso por la calles, sobre las que abundan los cascotes de miles de tejados arrancados por el ciclón.

Las comunicaciones funcionan en precario. El aeropuerto de la ciudad reabrió el pasado 5 de mayo con un generador "que estará en marcha cinco o seis horas", según ha explicado un empleado.

Descontento popular

En medio del desastre, los diarios birmanos, todos controlados por el Estado, informan de las visitas que realizan en helicóptero los generales a la región del delta del Irrawaddy y de las promesas de asistencia a los damnificados. Sin embargo, no citan que el Gobierno ha aceptado recibir ayuda humanitaria de la comunidad internacional.

Según informa Rosa María Calaf es la propia población y los monjes budistas los que están ayudando a normalizar la situación, a pesar de que Myanmar cuenta con 400.000 soldados.

Ante este situación está creciendo el descontento popular. Entre los ciudadanos de Rangún, que sufren en silencio, se aprecia una actitud de resignación, pero bajo la superficie hay incertidumbre, descontento, y sobre todo, mucho miedo al régimen.

"Es un mutismo impuesto con las armas, somos como los esclavos de la Junta", ha denunciado a Efe un birmano de 37 años, residente en el barrio de Shwe Li, que participó en las multitudinarias manifestaciones contra el régimen de finales del pasado mes de septiembre.

Retraso del referendum constitucional

El ciclón ha llegado en un momento nada propicio para la Junta Militar, que desde hace varias semanas atemoriza a los birmanos para que voten en un referéndum, convocado para el próximo 10 de mayo, a favor del texto constitucional que propone y que garantiza la permanencia del régimen en el poder.

Las autoridades han anunciado la suspensión del plebiscito en las zonas afectadas por el ciclón, pero mantienen la convocatoria en el resto del país. Las regiones arrasadas votarán el 24 de mayo.