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Conciertos

Metallica en Madrid, desde la grada 'VIP'

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El guitarrista y cantante del grupo Metallica, el norteamericano James Hetfield, durante el concierto.
El guitarrista y cantante del grupo Metallica, el norteamericano James Hetfield, durante el concierto.

Metallica arrasó Madrid y Barcelona los días 3, 5 y 7 de febrero en 2018. Para dichos eventos, los californianos agotaron todo el papel a pesar de los altos precios. Uno de los pases preferentes era el denominado “Whiplash Experience”, que en RTVE.es tuvimos ocasión de probar en primera persona.

La odisea de la cola virtual

Pero la experiencia no empieza el 3 de febrero, sino el 24 de marzo de 2017. A las 10:00 horas de ese día se abría el proceso de venta. La expectación era máxima. Hasta cinco dispositivos (dos móviles, dos tabletas y un ordenador) para intentar acceder a la cola virtual; la escena recordaba al capítulo de la serie The Big Bang Theory en que se quedan sin entradas para la ComicCon.

Y con el paso del tiempo nos temíamos el mismo final… pasaban las horas y llegaban las peores noticias: “Ya no quedan entradas de pista para el primer día”, “ya no quedan de grada”, “ya no quedan para el segundo día”. Las redes sociales, los contactos de whatsapp, todos a nuestro alrededor iban paulatinamente consiguiendo las entradas. Incluso los que habían optado por el método tradicional: hacer cola para que un taquillero o taquillera les imprimiera un papel. Maldito Internet.

Casi al final del día, perdida toda esperanza, la cola virtual nos hace el último ofrecimiento; en realidad, últimos: dos entradas para Whiplash Experience (400 euros cada una) el 3 de febrero o dos para Unforgiven Experience el día 5 (200). Los más de 2.000 euros para Hardwired Experience, que ofrecía conocer a la banda en persona, no eran opción.

Aquí es dónde se responde en parte a la pregunta de qué se paga por una entrada VIP, ¿realmente vale lo que cuesta? En nuestro caso pagamos la desesperación. Cuando se es fan, se interioriza que eres el mejor fan, el más fiel. ¿No vas a ver este año a Metallica? Un fan ni se plantea la pregunta. Dos entradas para la Whiplash Experience y verano de 2017 sin vacaciones.

El nuevo disco como obsequio

Ya has pagado el primer precio: un asiento reservado y la desesperación. Pero la primera sorpresa agradable llega por correo electrónico: un código para canjearlo por el disco nuevo (Hardwired to Self Destruct) en MP3 o CD. Todo un detalle; sobre todo para quien no se hubiera comprado aún el disco, que se lanzó al mercado meses antes. En las semanas siguientes llegará a tu domicilio el disco y las entradas, como un/a señor/a.

Llega el gran día. La empresa organizadora te manda una serie de instrucciones para los distintos controles de acceso. Las entradas son nominales y no se permiten distracciones. Una seguridad más propia de un partido de Champions que de un concierto heavy.

Al acercarnos a la puerta asignada del Palacio de los Deportes comprobamos que, efectivamente, un concierto de Metallica es ya un evento de “Champions” dentro de las ligas de la música. “Los pases Whiplash (Experience) por Jorge Juan, por favor”, nos dice un voluntario. Unas 30 personas esperan ya para disfrutar de su experiencia y no son las seis de la tarde (el concierto empezará a las nueve).

Un ‘pipa’ de la banda sale para dar la última consigna a un empleado español; los ‘guiris’ son los que mandan: “Whiplash, six, O, five!”, a las 18:05 nos dejarán pasar. Los rezagados del pase Unforgiven se agolpan dentro con su póster y su gorra. Les miramos con condescendencia. Por fin entramos y el “six, O, five” se ha convertido en “six, three, O”, es decir, las seis y media.

Espacio reservado

Ya dentro nos colocan la pulsera, nos dan una bolsa con dos carteles de la gira y nos explican a qué tenemos derecho, aunque ya lo sabemos de antemano: visita a una exposición con objetos de la banda, consumición gratis y una camiseta oficial de la gira de regalo. La camiseta será lo primero en caer, no vayamos a quedarnos sin talla. Pero antes, sorpresa: copa de cava de obsequio nada más entrar al espacio reservado. La camiseta será lo segundo, cambio de planes.

Ya con la prenda en la bolsa y la copa en la mano, se puede ver la exposición. Objetos curiosos, recuerdos de la trayectoria de la banda, mercadotecnia… no está mal. Pero los artículos estrella superan las expectativas: un set completo de la banda para hacerte fotos con tus amigos en plan ‘postureo’, pero lo mejor está en otro rincón y poder probar con tus propios dedos -y unos auriculares- el bajo de Trujillo, la ESP de Hammett y la Explorer de Hetfield. Otro nivel.

A la espera de que el concierto, lo más importante, dé razón al precio de las entradas, es inevitable retomar la pregunta: ¿realmente esto justifica el precio? Poder rasgar la Explorer y hacerte la foto en la batería de Ulrich está bien, pero… aún no hemos hablado de los aperitivos: tortilla, empanada, rollitos, mini hamburguesas y, por supuesto, buen jamón ibérico. Le damos el aprobado.

Lo siguiente está en sus manos: disfrutar del concierto y ver si realmente merece la pena el desembolso.