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Sudáfrica: Teólogos en el barro

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El comboniano Vicente Reig entrevistando a Patricia, una de las interlocutoras del asentamiento informal de Jika Joe, en la ciudad sudafricana de Pietermaritzburg.
El comboniano Vicente Reig entrevistando a Patricia, una de las interlocutoras del asentamiento informal de Jika Joe, en la ciudad sudafricana de Pietermaritzburg.

La ciudad sudafricana de Pietermartizburg está a 77 kilómetros de una gran urbe costera como Durban. Una distancia que cada año cubren miles de personas corriendo en una de las competiciones populares más antiguas del continente. Pero si por algo es conocida Pietermaritzburg es por la huella que Gandhi dejó en ella. En 1893, siendo un joven abogado, fue expulsado del tren por ser indio y viajar en primera clase. Tenía sólo 23 años. Aquí comenzó su lucha por los derechos humanos. La estación de tren se conserva tal cual en homenaje al Premio Nobel de la Paz. Una exposición permanente recuerda la biografía de Gandhi y su mensaje.

Los combonianos llegaron en 2002 al barrio de Kwasigu Jana. Se hicieron cargo de la parroquia dedicada a Santa Juana de Arco. La escasez de católicos hace que se extienda por los barrios aledaños, como es el caso de Sobantu, junto al vertedero municipal y muy cerca del polígono industrial. Sobantu está a diez minutos en coche de la misión. Era la ciudad que el régimen del apartheid construyó para los negros. En el poblado chabolista de “Jika Joe”, pegado a la misión de los combonianos, viven más de 600 familias en unas condiciones infrahumanas.

Vicente Reig

El padre Vicente siempre ha estado con los más pobres. Estuvo en Burundi ocho años hasta que expulsaron a los combonianos por denunciar el genocidio. Luego pasó otros ocho años en Kenia, la mitad con los masai y la otra mitad en un suburbio de Nairobi. Desde hace nueve años compagina las clases de Teología con su presencia entre los descartes de Sudáfrica. Patricia vive con una de sus hijas y con su nieta en esta mínima y oscura habitación. No tienen casi nada pero afronta la vida con optimismo. Dice que nació a 30 rands de aquí. A dos euros de distancia. Es el precio del transporte para recorrer la hora y media que la separa de su lugar de origen.

Los misioneros combonianos, desde el inicio, se concibieron esta misión como una comunidad de formación. Aquí se preparan los sacerdotes africanos del futuro. En la actualidad la comunidad está formada por catorce religiosos procedentes de nueve países y tres continentes. Los religiosos en formación reciben el nombre interno de “escolásticos”. Este año son diez jóvenes de entre 25 y 32 años procedentes de Togo, Malawi, Uganda, Kenia y la República Democrática del Congo. Como todos los seminarios, este también es económicamente deficitario. Pagar los estudios universitarios de diez jóvenes no es barato. Por suerte, los combonianos tienen un fondo al que contribuyen bienhechores de todo el mundo. Desde la Curia General de Roma se cubre el 80 por ciento del presupuesto de cada casa de formación. El 20 por ciento restante depende de los ingresos propios.

Instituto Teológico

El Instituto Teológico San José está reconocido oficialmente por el departamento de Alta Educación del gobierno Sudafricano. Sus alumnos son, sobre todo, futuros sacerdotes. Aunque en sus aulas hay también religiosas, laicos y hermanos no clérigos. Tienen un reconocido departamento de Filosofía, pero también cuentan con el de Teología y con otro dedicado a estudios específicos sobre Solidaridad y Desarrollo. Este curso hay 235 alumnos matriculados en el Instituto Teológico. Están distribuidos en siete cursos, tres de Filosofía y cuatro de Teología. El claustro está compuesto por 40 profesores. El padre Vicente lleva nueve años como profesor de Sacramentos y Misionología en el Instituto Teológico. Le ha llegado la hora de jubilarse y de decir adiós a África después de 33 años de entrega en Burundi, Kenia y Sudáfrica.

Oikos

Fruto del compromiso social de los misioneros combonianos con los más pobres nace el grupo “Oikos”. Con esta palabra griega quieren hacer referencia a la casa, el hogar, la familia. Está formado por una veintena de alumnos del Instituto Teológico San José. Religiosos y religiosas de distintas congregaciones dedicados a recoger ropa, comida y enseres en sus parroquias y comunidades. Una vez a la semana hacen el reparto entre los más pobres que viven en los distintos asentamientos de la ciudad.