Son los integrantes del Teatro de la Inclusión, un teatro que sube la vida al escenario en cada una de sus obras. Funden realidad con ficción porque cada uno de ellos tiene su propia historia de vida. Algunos han vivido en la calle, otros en pisos tutelados o en sus casas pero han tenido problemas con las drogas. Pero también hay un cartero de correos o una educadora social en la compañía y todos comparten ensayos y realidades. Todas las obras que representan tienen mucho de cosecha propia porque el escenario y el teatro permiten ser o interpretar a ser quien quieras sin que te juzguen. Sin prejuicios, en el teatro todo vale y todo se permite y nadie es más que nadie. Eso es importante para muchos de estos actores de la vida.
El Teatro de la Inclusión nació tras un taller en el Centro de Acogida que dirigía el comprometido actor Manuel Muñoz, activista también en defensa de los derechos humanos. Había mucho interés en continuar y entonces, entre todos, decidieron hacer realidad un teatro transformador que ayuda a personas con y sin hogar pero con problemáticas diversas a ganar en autoestima, a confiar en los demás, a sentirse parte de una familia y a luchar por salir del infierno en el que muchos de ellos han vivido en algún momento de sus vidas.
