Camino por el centro de la ciudad de Sevilla en busca de comercios que tienen casi un siglo de vida muchos de ellos, tradicionales y de renta antigua que tienen que repensar su futuro porque no pueden o no les dejan pagar el alquiler actualizado. Una situación que afecta a miles de locales y de familias en todo el país.
Algunos ejemplos son el Bazar Victoria, la Relojería Torner o la Antigua Cerería del Salvador pero la realidad de cada comercio es diferente.
Muchos han tenido que cerrar directamente, otros han optado por buscar otro local dónde continuar con su actividad pero la incertidumbre persiste. También se han dado casos en los que la propiedad y el inquilino han llegado a un acuerdo y pueden continuar con su actividad.
Un lujo para los que se quedan dónde siempre porque los locales con tanta historia son memoria viva de la ciudad, son espacios dónde huele a antiguo, a generaciones pasadas y a oficio. Algo difícil de replicar en un espacio nuevo, se pierde el alma del lugar.
Es una pena que desde la administración no se cuide ni proteja este tipo de comercios antiguos tan especiales. En otras ciudades como Viena o en países como Dinarmaca, lo hacen al contrario. Han sabido rentabilizar este patrimonio cultural, estos pequeños museos vivos, y organizan tours con los turistas para que los visiten y conozcan en primera persona porque son cultura y dan identidad a una ciudad.
La alternativa es triste: ciudades iguales vayas dónde vayas porque las franquicias y los grandes comercios se replican una y otra vez perdiendo la identidad de cada lugar, sus oficios, sus olores, sus colores...su historia.
