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Lila Sacher, la niña exploradora

  • La niña es la protagonista de 'Lila Sacher y la expedición al norte'
  • Es la última novela juvenil de la escritora Catalina González Vilar

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Fragmento de la portada de 'Lila Sacher y la expedición al norte'
Fragmento de la portada de 'Lila Sacher y la expedición al norte'

Catalina González Vilar (Alicante 1976)

Estudió Antropología Cultural pero muy pronto se dió cuenta de que lo suyo era escribir y en 2003 ya quedó finalista del III certamen Internacional de Álbum Ilustrado Ciudad de Alicante con 'La mujer que concinaba palabras'. Siguió escribiendo cuentos y novelas, colaborando con revistas de crítica literaria y en los útlimos meses ha conseguido el premio Barco de Vapor, por el cuento 'El secreto del huevo azul'; el V Premio Villa de Pozuelo de Alarcón de novela juvenil por 'Los coleccionistas' y el III Concurso Internacional de narrativa juvenil de la Editorial Nostra en México por otro de sus cuentos, 'Miss Taqui'.

Desde hace tres años, cuando ganó el Premio Barco de Vapor por la novela El secreto del huevo azul (SM), Catalina González Vilar se ha convertido en un nombre imprescindible de la literatura infantil y juvenil gracias a su imaginación desbordante con la que construye mundos llenos de criaturas imposibles. Su última novela esta protagonizada por una jovencita exploradora: Lila Sacher y la expedición al norte (SM).

"Lila -nos cuenta Catalina- es una chica de once años, independiente e intrépida. Siendo muy pequeña quedó al cuidado de su tío Argus, un inventor tan genial como despistado, con quien viaja por todo el mundo. Forman un gran equipo, capaces de afrontar con entusiasmo cualquier aventura, aunque no siempre estén de acuerdo".

Un afán aventurero que la llevará a embarzarse en una peligrosa expedición al norte. "Todo comienza -asegura la escritora- con el encuentro de Lila y tío Argus con el Circo del Remoto Tiempo Pasado. ¿O comienza antes, cuando Lila comienza a añorar terriblemente el olor a manzanas asadas del Almacén de Regina y Lucas? ¿O antes incluso, con aquel viejo recorte de periódico en el que se habla del misterioso profesor Pedrúsculo Ivinovich, miembro del Real Gabinete Científico de San Petersburgo?

"No es fácil saber cuándo comienza una aventura -asegura la escritora-, quizá en ese instante en el que Lila se escabulle en mitad de la noche y emprende un un viaje que le llevará mucho más lejos de lo que pensaba, en dirección al mar de Ojotsk, en cuya superficie se forman flores de hielo y de cuyas nieblas muchos barcos jamás han regresado. Y es que, ¿quién no cruzaría medio mundo para encontrar un verdadero hogar?

Inspirada en los últimos exploradores

Catalina González Vilar asegura que: "Lila Sacher y la expedición al norte es una aventura que tiene mucho que ver con los viajes científicos de los siglos XVIII y XIX. Esas expediciones a bordo de veleros en busca de respuestas, esa pasión por descubrir, la emoción de encontrarse ante territorios inexplorados y especies nunca vistas. Sé que era durísimo y supongo que yo no hubiese sobrevivido ni dos semanas, pero me fascinan esas tripulaciones científicas compuestas por botánicos, geógrafos, astrónomos, dibujantes, entomólogos... todos deseando saber".

Pero Lila no viaja sola: "No tarda en reunir en torno suyo una gran tripulación de amigos leales y valientes -nos comenta CAtalina-. Por supuesto está tío Argus, siempre incondicional y más aún cuando se trata de aventurarse hacia lo desconocido. Pero están también Leonora, la primera mujer negra que exploró Europa de punta a punta, y el profesor Fathid, experto recolector de luces de todo tipo, el capitán Gutrovsky y su sobrino Piet, que se convertirá en el compañero inseparable de Lila. Sí, hay mucho trabajo en equipo en este libro, ¡como en cualquier expedición que se precie!"

Sin olvidar el Real Gabinete Científico de San Petersburgo. "Es el corazón mismo de la Academia de Ciencias de San Petersburgo -apunta Catalina-, a la que pertenece el profesor Pedrúsculo Ivinovich. Esta parte, en la que Lila y sus amigos se encuentran en el interior de un gran edificio repleto de maravillas, está inspirada en las colecciones que reunió en Rusia el zar Pedro el Grande. Después de pasar por varias sedes hoy en día forman parte de la Kuntskámera, el magnífico museo de Antropología y Etnografía de San Petersburgo. Es uno de esos museos que espero visitar algún día, y que de momento puedo curiosear a través de su web".

La naturaleza es otro de los personajes

Una novela que también está inspirada en la naturaleza, aunque Catalina asegura que: "No tenía intención de ofrecer en la novela un mensaje ecológico, pero es cierto que la relación con la naturaleza aparece en muchas de mis historias. Es lógico, es uno de los temas que me preocupan. La certeza de que todo está conectado, que existe un equilibro que hay que preservar, más aún cuando a menudo no alcanzamos a entender su alcance".

Como la presencia de unas misteriosas polillas y caracoles que pueden tener la clave de la expedición: "El asunto de las polillas y los caracoles es una especie de acertijo que el profesor Pedrúsculo Ivinovich trata de descifrar, algo que para la mayoría no parece tener más interés, pero que él desea, apasionadamente, llegar a entender y explicar. Así actúan los grandes científicos".

"La mirada de Ivinovich sobre los caracoles, pero también el amor de Leonora por la cartografía, el de Fathid por la luz, la curiosidad de tío Argus por todo... son formas de acercarse al mundo y cuidarlo" -apunta Catalina-.

Embarcados hacia la aventura

Pero para lanzarse a la aventura a menudo hace falta un barco. En esta novela, los protagonistas viajan en una modesta embarcación, el Neva, en busca de un mítico buque, el Varsovia, que rivalizaba en explendor con el Titanic. "Ja, ja, ja, no, no pensaba en el Titanic cuando escribí esta historia -confiesa Catalina-, más bien en el Beagle de Darwin, o en el Endeavour de James Cook, aunque realmente el Neva es mucho más modesto. Los barcos de los que se habla en la novela reflejan las ambiciones y el carácter, por así decirlo, de sus respectivos capitanes".

"Por otra parte -continúa-, no hay nada como subirse a un barco para que comience una aventura, ¿no crees? Aunque por lo general tenemos una visión muy idealizada de lo que suponían esos viajes del XVIII y nos olvidamos de las ratas, el agua en malas condiciones, el hacinamiento y las enfermedades, por no hablar de la fragilidad y la soledad que implicaba estar en el confín del mundo".

El mundo ha empequeñecido

Un libro que nos recuerda a la época de las grandes exporaciones, ya que actualmente no queda ningún territorio virgen. ""Supongo que todos hemos tenido alguna vez esa sensación, algo claustrofóbica, de que el mundo ha empequeñecido y no queda nada por descubrir, ningún sitio nuevo al que ir" -asegura Catalina-.

"Sin embargo, a menudo pienso, ¿qué hubiese dado Cook por subir en un avión y ver el mundo desde allí arriba? ¿Cuánta gente sabía esquiar hacer cien años? ¿Qué perspectivas de viajes y proyectos personales tenían la mayoría de las mujeres? ¿Cuántos occidentales iban a China por placer? ¿Cuántos buceaban en arrecifes de coral? ¿Qué se conocía del mundo invisible que ahora tenemos a nuestro alcance a través de los nuevos microscopios? ¿Y del universo, que solo estamos empezando a adivinar? Hace cincuenta años creíamos que solo había una galaxia, la nuestra, y de repente se descubrió que había miles de millones en el cosmos".

"O por poner otro ejemplo -continúa la escritora-, sabemos relativamente poco del cerebro, que está justo aquí. Además, tenemos el reto de transformar nuestra forma de vivir para conseguir que el planeta sobreviva. Hay pobreza, hambre, enfermedades, intolerancia, racismo, analfabetismo, violencia, mucho en lo que trabajar. Así que hay que librarse de las etiquetas que marcan lo que es una aventura. Cada uno tiene que encontrar la suya".

Y la aventura de Catalina está en sus próximos libros: "Estoy trabajando en varios proyectos, algunos de ellos con ilustradores que me encantan, como Violeta Lópiz, Iratxe de Munain o Miguel Pang, con el que ya colaboré en La Invasión Marciana (A Buen Paso). Y pronto saldrá un álbum con Guillermo Trapiello, un amigo arquitecto, diseñador e ilustrador. Lo publicaremos con A Buen Paso y estoy impaciente por verlo listo. Proyectos diferentes, cargados de ilusión. Nuevos viajes literarios para las mentes inquietas, como la de Lila Sacher".