La historia del asesinato del general Prim en imágenes
Prim intentó protegerse con el hombro y el codo izquierdo. Ambos quedaron destrozados por la metralla. Su rostro se cubrió de granos de pólvora por la corta distancia a la que se hicieron los disparos.
Para protegerse, estiró el brazo derecho y una bala le desgarró el dedo anular que, más tarde, tuvo que ser amputado. Doña Francisca Agüero, su esposa, atendía sus cuidados.
Prim y sus hombres nunca iban armados, por orden del general. Esta obsesión le costó la vida. El informe forense reconoció la herida como "escapulo humeral era mortal ut plurimunt" (mortal de necesidad).