El Rey de España quiere hacerse respetar en sus tierras y considera que la mejor forma de conseguirlo es perdonando la vida a todos los castellanos que participaron en las revueltas comuneras; sin embargo, como muestra de su poder, decide dar muerte a los cabecillas del movimiento.
Hernán Cortes continúa sus relaciones íntimas con La Malinche, con la que ha tenido un hijo; sin embargo, el poder, sus conquistas y otras mujeres se interpondrán en su relación.
Las recientes conquistas y las riquezas conseguidas en el Yucatán han obsesionado a Cortés que se ve a sí mismo como el rey de la Nueva España; todo ello alimentado por La Malinche, quien no duda en utilizar estas ideas en su provecho.