Al no haber recibido noticias de Lutero sobre su retractación, Carlos V decide darle una última oportunidad y le convoca a la Asamblea del Imperio para que muestre su arrepentimiento ante los príncipes europeos y ante Roma.
Fernando de Austria disiente de los consejos que Chièvres da al Emperador sobre la estrategia a seguir con Lutero. El consejero de Carlos aboga por actuar y condenarlo a la muerte, mientras que Fernando le aconseja esperar a los acontecimientos.
Con el respaldo de Federico de Sajonia, Lutero decide no retractarse de sus escritos contra la Iglesia Católica. Su papel como iniciador de la Reforma Protestante pondrá a Carlos V en una difícil situación en Europa.