Si hay algún lugar candidato a convertirse en santuario de radicales y neonazis, ese es la casa donde vino al mundo al dictador Adolfo Hitler en la localidad austríaca de Braunau Austria. Para evitar esto, y tras años de ásperas luchas judiciales, el Gobierno austríaco ha logrado por fín la autorización legal para su demolición. El simbólico inmueble tiene pues, a partir de ahora, los días contados.
Le ha suspendido para jugar torneos durante ocho semanas. Podrá rebajar la sanción tres semanas si se somete un plan de atención bajo la dirección de un psicólogo deportivo.