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Tenis | Roland Garros 2013

Nadal saca el martillo contra Wawrinka

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Nadal y Djokovic jugarán la final anticipada

Rafa Nadal ya está en semifinales de Roland Garros. El tenista balear se ha deshecho de Stanislas Wawrinka sin contemplaciones por 6-2, 6-3 y 6-1. De poco le ha servido al suizo el excelente momento por el que atraviesa. El de Nadal es aún mejor. Wawrinka, como superado de antemano por un rival al que no ha conseguido ganar nunca, ha mostrado un juego irregular que apenas ha conseguido inquietar al español. [Datos y estadísticas del Rafa Nadal - Stanislas Wawrinka].

De menos a más, como es habitual en él, el número cuatro del Mundo parece haber alcanzado su velocidad de crucero en el torneo parisino y está desplegando un tenis imperial, el del mejor Nadal anterior a su lesión de rodilla. Tras unos primeros partidos titubeantes, Nadal pareció entonarse contra el japonés Nishikori en octavos y ahora contra Wawrinka no ha bajado el pistón. En semifinales le espera un hueso duro de roer: Novak Djokovic.

El primer set apenas tuvo misterio. Con un Rafa Nadal arrollador, el juego de Wawrinka comenzó a desmoronarse desde el inicio. El suizo poco podía hacer ante un rival que se levantaba frente a él como un gigante inexpugnable, devolviendo todas las pelotas con la obstinación de una pared. Ni la mejor arma de Wawrinka, el revés, conseguía herir mínimamente a Nadal. 39 minutos y tres roturas de servicio después, el marcador se cerró en 6-2.

Wawrinka despertó en el segundo set, al mismo tiempo que el juego de Nadal atravesaba un pequeño bache. El de Lausana buscaba la seguridad del fondo de la pista, tratando de aprovechar los resquicios del jugador español y sus fallos en los golpes largos. Wawrinka rompió por primera vez el servicio de Nadal para establecer el 3-3, pero fue como un revulsivo porque a partir de entonces el mallorquín recuperó el pulso y volvió a exhibir su repertorio de mandobles demoledores, para finalizar el set con un 6-3.

Agonía para Wawrinka

Nadal solo tuvo que dejarse llevar por la inercia para ganar el tercer set. Crecido, contundente e intratable, el español convirtió el final del partido en una agonía para el suizo. Con la presión del marcador adverso, a la desesperada, los errores no forzados comenzaron a multiplicarse en el juego de Wawrinka, mientras que la raqueta de Nadal se había convertido en una chistera sin fondo de la que solo salían golpes ganadores. El marcador, 6-1, lo dijo todo.