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Fútbol | Real Madrid

Con Iker y Cristiano, no hay nubarrones que frenen al Madrid

  • La lluvia que caía irregularmente no amedentró a los aficionados
  • Como si estuviera preparado, fue llegar el autobús de la plantilla y salir el sol
  • Casillas prometió volver con la décima a los más de 25.000 madridistas

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Iker Casillas despeja hasta los nubarrones

Por si ya fuera poco proclamarse campeón de Liga en San Mamés, con siete puntos de ventaja sobre el Barça de Guardiola, el madridismo ha tenido que superar un último obstáculo: la lluvia que ha caído irregularmente en la capital durante todo el día.

La marea de aficionados del Real Madrid comenzó a llegar a la céntrica plaza de Cibeles pasadas las cuatro de la tarde. Poco a poco, la diosa griega veía como al grito de ¡campeones, campeones! se ondeaban a su alrededor banderas y bufandas de su equipo preferido.

A eso de las seis de la tarde las nubes parecían dar una tregua. Faltaba una hora aún pero ya se podían contar más de 10.000 aficionados. La mayoría eran jóvenes ya que se trataba de una día laborable en Madrid tras la fiesta de la Comunidad.

Sin embargo, la lluvia era una amenaza constante, del sol se pasó en apenas 30 minutos al chaparrón de agua. "¿Cómo iban a poder llegar hasta allí los jugadores en un autobús descapotable si está lloviendo?", se preguntaban los aficionados.

No quedaba otra, Cibeles tenía que hablar con el dios Urano, dios del cielo, para que no mandara más besos durante la tarde a su esposa Gea, la diosa de la tierra (según la mitología griega, Urano le enviaba besos a su esposa en forma de gotas de lluvia).

Y es que la Cibeles, como los más de 25.000 aficionados blancos, tiene una debilidad por este equipo y en particular por dos jugadores: el portero y el goleador, Iker Casillas y Cristiano Ronaldo. Fue aparecer ellos por La Castellana y salir el sol.

El primero con la barba de unos días en su rostro y el segundo con una gorra negra que le ahorraba el peinado así llegaron ambos junto al resto de la plantilla al punto que ponía fin a la celebración que había arrancado del Santiago Bernabéu a las siete de la tarde. Apenas una hora y media después, Casillas sucedió a Raúl como el capitán blanco que coloca una bandera del Real Madrid sobre el cuello de la diosa tras ganar una Liga.

"Ha sido una Liga muy difícil, muy sufrida, pero al final la hemos conseguido por toda esta gente que está aquí, que se lo merece todo", señaló el portero de Móstoles.

El portugués reconoció que se lo estaba pasando "fenomenal" en la celebración: "Mucha felicidad por mi primera Liga en España. Muy contento, los aficionados lo merecían. Tenemos ilusión para el próximo año volver a ganar otra vez", explicó.

Venían de comer juntos, seguido de una sobremesa larga, y eso se notaba en lo animados que estaban jugadores que siempre se muestran recatados como Xabi Alonso o Callejón. Una de las imágenes de la celebración fue ver al de Tolosa llevando a caballito al granadino por la pasarela, del mismo modo que Callejón llevó en Mestalla a Mourinho.

Los jugadores abandonaron la plataforma coreando el "campeones, campeones, oé, oé, oé" y, enlazados en una locomotora humana regresaron al autobús para abandonar la plaza. Autobús con el lema ‘Campeones, 32 ligas’ inscrito en la matrícula.

Otra pareja que derrochaba alegría era la formada por Pepe y Marcelo. Los defensas son dos de los indiscutibles a la hora de celebrar algo y fueron los primeros que saltaron el protocolo de seguridad montado por la policía para estar más cerca de los aficionados.

El que más desapercibido pasó por la Cibeles fue sin duda el entrenador, José Mourinho. El luso se mantuvo en un segundo plano junto a sus ayudantes y dejó que los jugadores fueran los protagonistas.

Con una promesa del capitán se puso el cierre a la fiesta, "el año que viene volveremos con la décima" decía Casillas mientras hacía gestos con las manos bajo la lluvia de confeti.