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Mosquera leerá su futuro en la 'Bola'

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Imagen de la ascensión terrible de La Bola del Mundo.
Imagen de la ascensión terrible de La Bola del Mundo.

Toca sacar la calculadora del armario y desempolvarla antes del sábado. Después de lo vivido en la crono de Peñafiel, ya sólo el inédito final de la Bola decidirá todo si Ezequiel Mosquera puede recortar esos 50 segundos que le separan del líder Vincenzo Nibali. La subida con unos terroríficos últimos 3,5 kilómetros con rampas de hasta el 20 por ciento garantizará el espectáculo. Y, por si fuera poco, con el lío de las bonificaciones en meta de por medio. [Clasificaciones de la Vuelta]

El 'tiburón' siciliano, séptimo en el Tour y tercero en el Giro, pasó dificultades en Coto Bello pero se encuentra ante una oportunidad histórica, a sus 25 años se puede estrenar en una grande y su ambición es hacerle ese regalo al ciclismo italiano, tan necesitado de alegrías tras la trágica muerte del gran Marco Pantani.

Mosquera tiene la ocasión de su vida para pisar el podio en Madrid y su esperanza es el recuerdo de la cara de Nibali en Cotobello una vez que Kreuziger se partó de la escena.  Ezequiel Mosquera es un ejemplo como pocos de lo que es un esforzado de la bici y a una edad a la que muchos ya se han retirado, se encuentra, casi sin llegar ni siquiera a soñarlo, ante la gran oportunidad de su vida, frente a las puertas de la gloria: la que da ganar una Vuelta a España.

Una gloria inimaginable hasta hoy, pero ahora cercana, muy cercana, tanto que casi la roza con la punta de los dedos a falta de la traca final en la Bola del Mundo. Son 50 los segundos que le separan de ella. A una cadencia esperada de 70 pedaladas por minuto por la pared de encima de Navacerrada, 46 golpes de riñón que dar. En función de las bonificaciones, podrían ser menos. Hasta 22 segundos mermaría si pasa primero por el alto y su rival, el líder, Vincenzo Nibali, no lo hace entre los tres primeros. Las bonificaciones en la línea de meta son: 20 segundos al primero, 12 al segundo y 8 al tercero.

Mosquera: Pino confía en mí más que yo mismo.

Un esfuerzo más que asumible en la situación que está un corredor extraordinariamente tardío. Un ciclista con alma de gregario al que las circunstancias, y un director que tiene fe ciega en él, Álvaro Pino, le han puesto galones de líder. "Pino confía en mí más que yo mismo", ha confesado un tanto descreído con sus posibilidades. "Mosquera tiene que decidir si quiere ganar la Vuelta", le ha tenido que arengar durante la carrera el de Ponteareas, que conoce el dulce sabor de lo que le espera a su pupilo si da la estocada final el sábado en la Bola.

Será todo a una carta y, lo que es mejor para el de Cacheiras (19-11-1975, 6 victorias como profesional), en su terreno. Cuesta arriba. Muy arriba, a 2.247 metros de altitud. Y con la carretera muy empinada, con tramos de hasta el 20 por ciento de desnivel. Además, Mosquera es un corredor que cuando hace sol le duele la cabeza, como confesó el día de Cotobello, y disfruta cuando abre la ventana de su hotel un día de montaña y ve que llueve y hace frío.

Pino: El tren está ahí, para subirse en él.

'Ahí la tienes, bailalá Ezequiel', le va a decir Pino a Mosquera una vez coronado Navacerrada. "El tren está ahí, para subirse en él", ha reflejado el que va en coche a la vista de la clasificación. "Voy a dar guerra en la Bola del Mundo", le ha respondido quien da las pedaladas.

Sastre: Un ascenso impresionante.

Y esa Bola del Mundo será decisiva porque es el último final en alto, aunque sea en la víspera de la fiesta final. Una ascensión corta, de 3,5 kilómetros que prolonga el Puerto de Navacerrada hasta el antiguo centro emisor de RTVE. "Un ascenso impresionante", según Carlos Sastre.

El sueño de la organización para esta 65º edición de la Vuelta se ha cumplido con creces, que la carrera llegase viva hasta la Bola del Mundo, o Alto de Guarramillas, a 2.257 metros sobre el nivel del mar. Una corta escalada salva 1.350 metros de desnivel, o sea, dureza en estado puro. Los porcentajes máximos superan el 12 por ciento.

David Arroyo: Parece que alguien te va tirando de la bicicleta para atrás.

En este tramo no asfaltado, dotado de una capa de cemento, "parece que alguien te va tirando de la bicicleta para atrás", según comentó David Arroyo tras su reconocimiento sobre el terreno.

En resumen, la que nos espera a los espectadores y la que espera a los ciclistas es de aúpa.