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Beti Jai, el primer frontón industrial

  • Fue construido por Joaquín Rucoba en el año 1983 y es caso único del estilo neomudéjar
  • Fue cárcel después de la Guerra Civil y hasta  Corrala
  • Amenaza ruina, pese a tener el máximo grado de protección como bien de interés cultura

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El 'Beti Jai' agoniza y amenaza ruina, pese a ser uno de los vestigios arquitectónicos de un deporte, la pelota vasca. Madrid gozó del privilegio de ser una de las principales capitales con una intensa actividad pelotari. A finales del siglo XIX  Madrid llegó a tener hasta 20 frontones, pero, entre todos, destacaba este frontón abierto  y por este motivo con una temporada muy corta, los meses del verano. El matemático Leonardo Torres Quevedo (1852-1936) realizó en este edificio las pruebas de sus máquinas autómatas y del telekino, el primer radiocontrol conocido, una pequeña historia que ha sobrevivido a todos los acontecimientos vividos en esta ciudad, incluyendo la Guerra Civil.

 

Único frontón neomudéjar del mundo

Construido en el año 1893 por el arquitecto cántabro Joaquín Rucoba, autor del teatro Arriaga de Bilbao y de la plaza de Málaga, el 'Beti-Jai' es considerado el único frontón de estilo neomudéjar del mundo y con los materiales más modernos de la época, el hierro fundido. El 'Beti-Jai' ("Siempre fiesta") fue una iniciativa de empresarios vascos que apostaron por este negocio.En el año 1893, José Arana, presidente de la Sociedad Arana, Unibaso y Compañía, encarga al arquitecto cántabro Joaquín Rucoba y Octavio de Toledo (Laredo, 1844 - Santander, 1919), la construcción de un nuevo frontón en Madrid. El edificio debería ser construido a la imágen y semanjanza del 'Beti-Jai' de San Sebastian, también propiedad de dicha compañía, y  hoy desaparecido.

El proyecto original del frontón constaba de tres alturas en su edificio principal. Finalmente, sólo se construyeron dos. La inauguración tuvo lugar el 29 de mayo de 1894 y la crónica quedó reflejada en la revista de la época "El Pelotari".

"La parte exterior del edificio es de aspecto sencillo, y lleva siete balcones con balaustrada de marmol oscuro. Cuatro grandes puertas de cristal dan entrada al vestíbulo principal, que es amplio, y está pintado con colores claros. Para mayor comodidad del público, el despacho de billetes instalado en el expresado vestíbulo, a fin de que el día que haya mucha concurrencia no sufra ésta los rigores del sol. Las demás fachadas son de estilo mudéjar, con numerosas ventanas, y todo el edificio es airoso, artístico y elegante. La cancha y contracancha son mayores que las de los demás frontones, lo cual garantiza la seguridad del espectador. Mide la primera 17 cuadros y medio hasta la pared del rebote, y el muro lateral tiene una altura de más de 11 metros, es decir, que tiene más altura que todos los frontones conocidos, con lo cual se evitarán muchas faltas.

En la parte superior del muro está el marcador, que es blanco, con dos esferas (una roja y una azul) a cada uno de los lados. La altura en que está colocado este marcador hace que sea visto por todos los espectadores sin moverse de sus respectivos asientos. Los números bajan mediante una combinación de timbres eléctricos. Dos filas de sillas de plaza, tres filas de sillas, otras tres de tendido, con su tablerillo correspondiente, construirán la localidad, que quedará al descubierto. La platea se compondrá de delantera y tres filas más, con un paseo general para su servicio. Los palcos tendrá un pasillo especial que les separá completamente de su paseo. Sobre los palcos, que son 50, habrá una gradería general, y sobre esa otra pequeña de tres filas, cerrando el conjunto, con artístico reamte, una elegante marquesina de cerca detres metros, en forma de toldo. Las gradas son muy espaciosas y en el último piso están las andanadas.Calcúlese en 4.000 el número de espectadores que pueden caber con comodidad en las localidades del Beti-Jai. El café se haya situado en la parte posterior del edificio. Los cuartos de los pelotaris y otras dependencias útiles al público se hallan en el piso principal del edificio. En los trajes de los jugadores se introduce una gran innovación, gastarán camisas blancas, llevando en el lado derecho un escudo con las iniciales de los dueños del frontón; de ésta suerte, aun quitándose la boina y el cinturón, podrán ser perfectamente conocidos."

El 'Beti-Jai', con una capacidad de unos 4.000 espectadores, era un frontón moderno y podemos asegurar que fue nuestro primer centro integrado que aunaba la apuesta y el deporte con otras actividades como la gastronomía. Además de las apuestas, que atraían especialmente a los madrileños, se ofrecían en este recinto la posibilidad de degustar la cocina vasca o mantener reuniones de negocios. Un ómnibus permitía comunicar el frontón con la Villa y Corte.  

En el 'Beti-Jai' sólo jugaban profesionales. Su primer intendente fue una leyenda de la pelota vasca. Se llamaba Indalecio Sarasqueta, Txikito de Eibar que , en sus últimos años, también se ocupó de la intendencia del Frontón Euskalduna de Bilbao, inaugurado en 1895, un año después del 'Beti-Jai' de Madrid.

 

El frontón madrileño siguió abierto hasta los años veinte del pasado siglo con partidos de pelota y de otros deportes como la hípica. El final llegó con la dictadura de Primo de Rivera, que suprimió el juego y las apuestas, que alimentaban la actividad del "Beti Jai". 

Se crea en Internet la plataforma "Salvemos al 'Beti-Jai'"

Durante la Guerra Civil fue comisaría de policía y cárcel improvisada. Con la posguerra se utilizó como local de ensayo para las bandas de cornetas de Falange. También se utilizó como corrala. En los años sesenta y hasta los noventa las canchas fueron ocupadas por un taller de automóviles. En 1987 sirvió de improvisado plató cinematográfico para que Basilio Martín Patino rodara la película "Madrid" (1987)

El tsunami especulador también quiso acabar con este recinto, considerado la Capilla Sixtina de la Pelota.  Diversas empresas instrumentales se han hecho con la propiedad de este recinto, con la inhibición de la Administración municipal y autonómica. Rafael Moneo trabajó en un anteproyecto que permitirá transformar este frontón en un hotel, aunque muy pronto se retiró. Afortunadamente todas estas iniciativas fueron frenadas por la declaración del 'Beti-Jai' como bien de interés cultural, gozando de la máxima protección legal y urbanística. El expediente fue incoado en 1977 y  ratificado en 1991 con la categoría de monumento. Contó con el parecer favorable de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando que consideró "como digno de ser conservado y uno de los mejores de la época". Al académico y arquitecto Chueca Goitia debemos esta tratamiento de este edificio singular.

Una plataforma ciudadana clama en Internet por la salvación de este frontón, que forma de nuestra historia, de nuestra cultura como ciudad. Esa misma plataforma está promoviendo una recogida de firmas para que las instituciones inicien una expropiación que permita la recuperación del 'Beti-Jai' como frontón y un gran centro dotacional, respetando íntegramente su estructura. Su deseo es que todos los madrileños conozcan esta pequeña historia de su ciudad y lo hagan suyo en estos momentos en los que amenaza ruina.