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España en la Eurocopa IV: Un penalti de Raúl al cielo y sonrojo en Portugal

  • Camacho imprimió nuevo carisma a la selección, pero el siglo XXI no deparó nada nuevo
  • Raúl vivió su noche más amarga en Brujas, al fallar un penalti decisivo ante Francia
  • Frustración y nuevo chasco ante Figo y compañía con la 'solución Iñaki Sáez'

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Eurocopa 2000: España 1 - 2 Francia

Holanda y Bélgica, 2000: Camacho y la furia española

Una bochornosa derrota por 3-2 frente a Chipre en la ronda de clasificación puso punto y final a la etapa en la selección de un Clemente más que cuestionado y, a cambio, trajo consigo a José Antonio Camacho, con el que finalmente se alcanzó la clasificación sin problemas.

La Eurocopa de aquel año la organizaban por primera vez dos países, Holanda y Bélgica. España, que llegó como siempre, henchida de ilusión pero mascando dudas, tuvo que apelar a la garra y a la suerte a partes iguales para conseguir la clasificación en la liguilla, tras perder con Noruega en el primer partido (0-1) y vencer a duras penas a Eslovenia por 2-1.

El tercer y definitivo encuentro con una Yugoslavia disminuida y envejecida tuvo tintes épicos, cuando en el minuto 92 España perdía por 3-2. Dos tantos 'milagrosos' en dos minutos, un penalti convertido por Mendieta y uno de Alfonso, que enganchó a la red un balón cabeceado por Urzaiz, dieron un pase a cuartos para el recuerdo (4-3).

Allí esperaba Francia, vigente campeona del mundo, con un grupo de futbolistas casi perfecto. Y de ese encuentro surgió otro de los hitos para el recuerdo de la historia de la selección, en su versión trágica, cuando Raúl mandó a las nubes de Brujas un penalti ante un incrédulo Barthez y con él la esperanza del 2-2 que hubiera llevado a la prórroga

El torneo lo acabó ganando Francia, que supo extraer la esencia de una generación genial de jugadores, como Zidane, Deschamps, Vieira, Thuram y los jóvenes Henry y Trézéguet. Vencieron 2-1 a Italia con 'gol de oro' de Trézéguet.

Portugal, 2004: Sonrojante penúltimo fracaso de la roja

Siempre se podrá alegar como pretexto que fue mala suerte coincidir con los dos finalistas del torneo en el mismo grupo de liguilla, pero lo cierto es que el papel de España en la Eurocopa de Portugal es embarazoso de defender.

Tampoco fue una loa al deporte que un equipo áspero y rácano como Grecia se erigiera campeón frente a la anfitriona Portugal (1-0), en una final que constituyó un mal patrocinio del fútbol europeo. Incluso, el título de los griegos alimentó una vez más el debate entre los partidarios del 'jogo bonito' y del resultadismo.

España ya había aplicado su ración de épica en una repesca ante Noruega que evidenció el poco brío del equipo de Iñaki Sáez, 'ascendido¿ de las categorías juveniles de la selección para tratar de importar de alguna manera el ejemplo de los cachorros.

Fue un torneo pobre de todo para España. Tras ganar con poco a Rusia (1-0) y no pasar del empate a uno con Grecia, un solitario gol de Nuno Gomes ante la envidiable Portugal de los Figo, Cristiano Ronaldo, Rui Costa o Carvalho nos mandó a casa sin pena ni gloria, con la enésima mejor selección de nuestra historia que regresa de vacío, encomendada a su nuevo seleccionador, Luis Aragonés.