El 7 de octubre de hace diez años, Estados Unidos comenzaba el bombardeo de Afganistán para acabar con Osama Bin Laden y el régimen de los talibanes, que daba refugio al líder de Al Qaeda. Los afganos vieron el cielo abierto. Por primera vez en su historia, recibieron a los soldados extranjeros sin armas, entregados y con esperanza. Hoy, sin embargo, los libertadores de entonces son vistos por muchos como ocupantes y la desesperanza y la violencia se han adueñado de un país atrapado por el juego de intereses foráneos y de luchas por el poder en la región.