Lunes a viernes a las 17.15 horas
-Respira.
Tose ahora.
(QUINTERO TOSE)
Otra vez. Tose, tose.
-Vale. Ya puedes vestirte.
Siéntate.
-Llevas tiempo fuera del barrio.
-Sí, bastante. Más del que debería.
Pero, bueno, digamos que...
una amiga necesitaba mi ayuda
y no he tenido más remedio que acompañarla
haciendo un largo viaje.
-No me gusta entrometerme, pero, por lo que cuentas,
no fue un viaje agradable.
-No, todo ha ido bien.
El viaje, estupendo. Los tiros no van por ahí.
El problema me lo he encontrado cuando he vuelto, ¿sabes?
No tenía ni idea de que por ayudar a esta amiga,
al final...
podía arruinarle la vida a mis diecisiete empleados.
-Transportes Quintero no vive su mejor momento.
-Bueno, dicho así, hasta suena bien.
Sinceramente, yo ahora mismo no sé muy bien cómo calificarlo.
-¿Cómo lo describirías?
-¿Recuerdas lo que pasó cuando se hundió el Titanic?
Acabo de chocar contra ese maldito iceberg.
(RÍEN)
Todavía creo que puedo hacer algo
para salvar la empresa, rescatar algunos muebles.
Tengo una oferta de compra encima de la mesa,
pero es una mierda de oferta.
-¿Poco dinero?
-Sí, aunque eso me da igual. El dinero no es lo importante.
Lo importante es que no estoy en posición de negociar nada,
ni siquiera buenas condiciones para mis trabajadores.
Los que se queden con la empresa harán con ella lo que quieran,
empezando por reducir plantilla.
Más de la mitad se irá a la puñetera calle.
En fin, Antonio... ¿Cómo me ves? ¿Cómo estoy?
-Tienes la tensión alta, el pulso alterado.
Significa que estás durmiendo... ¿poco o nada?
-Nada. Más bien no estoy durmiendo nada.
Ya te estoy diciendo que tengo muchas preocupaciones...
y un maldito dolor de cabeza que no me deja ni pensar.
-Todo encaja en el típico cuadro de estrés.
No le daría importancia a no ser que se dilate mucho.
-¿Me vas a recetar algo?
-Ahora mismo. Cómo no.
-Veo que eres también de los de la vieja escuela:
te gusta apuntar con boli y con papel.
Pensaba que esto de las recetas estaba informatizado.
-Esta receta es especial.
(RÍE)
-¿De verdad crees que es tan fácil?
-Nadie ha dicho que sea fácil,
pero sí te digo que es importante y urgente.
-Las prisas nunca han sido buenas consejeras
y decisiones como esta hay que meditarlas, ¿no crees?
-Por lo que sé de empresa,
estas decisiones se toman mirando los números.
Y, por mucho que duela, los números hablan claro.
-Vaya, la CEOE se ha perdido un gran empresario contigo.
-Bueno, ya verás que, cuando tomes una decisión,
desaparecerá el dolor de cabeza, vas a poder dormir
y la tensión se estabilizará.
Puede que te arrepientas, pero el futuro es impredecible.
Verás cómo desaparece el estrés en cuanto des un paso.
-Mientras doy ese paso o tomo esa decisión,
¿no podrías recetarme algo para poder dormir?
-No los necesitas.
-¿Por qué? ¿Por qué crees que no los necesito?
-Te has pasado 20 años luchando por esa empresa.
Las has visto de todos los colores,
y, en vez de preocuparte por tus pérdidas,
te preocupa cuánto van a perder tus empleados.
-Porque les voy a joder la vida, esa es la verdad.
-Perderás la empresa, pero tus principios están inalterados.
Vas a salir adelante. -Bueno...
-Pero antes de irte prométeme una cosa.
-Claro. Si está en mi mano...
-Que no sustituirás los ansiolíticos por los que vienen en una botella.
(RÍE)
-Tranquilo, no te preocupes.
El alcohol solo trae más problemas. No pienso tomar una gota.
-¿Seguro? Mírame.
Mucho ánimo. -Gracias, Antonio.
Tendré en cuenta tu receta.
Adiós.
-¿Paula? -Hola, mamá.
-Hola. -He venido a ver este sitio.
A ver qué es lo que le molesta a papá. Bueno, y a saludarte.
-Por mí encantada. No me lo voy a tomar como tú.
-¿Qué quieres decir?
-Te pusiste furiosa cuando fui a ver tu lugar de trabajo.
-No es lo mismo, mamá.
-Lo que tú digas. ¿Quieres un café?
-¿De la máquina? Mejor no.
Ya me tomo mi dosis de veneno diario en comisaría.
-Pues no está tan malo.
Te agujerea el estómago, pero con agujeros pequeñitos.
Oye, siento mucho que tuvieras que oír lo de anoche.
-No te preocupes, mamá. Me alegro de haberlo oído.
Mejor. Así sé cómo están las cosas en casa.
-¿Quieres hablar del tema?
-Sí. Supongo que tendremos que hablarlo.
-Ven.
-Pero, mamá, te quiero hacer una pregunta.
¿Por qué aguantas tanto?
-¿Quieres decir por qué no nos divorciamos?
-Quiero decir que por qué no has pedido el divorcio.
-Tu padre y yo ya no estamos juntos.
Compartimos casa, pero poco más.
-¿En serio? Y yo intentando hacer planes familiares.
¿No pensabais contármelo?
-No quería echar mierda sobre tu padre.
Se la imagen que tienes de él. -Sí.
Una imagen falsa.
Siempre me habéis dicho que la sinceridad era lo más importante.
"No, Paula, no nos enfadaremos si haces algo mal. Cuéntanoslo".
"Lo peor que puedes hacer es mentirnos".
Menudos hipócritas.
-No me hables así, por favor.
Puedo haberme equivocado, pero ha sido sin mala intención.
-Mira, mamá,
soy mayor para saber que mi padre no es Supermán
ni mi madre Madame Curie.
Todo el mundo tiene defectos...
Y yo me siento traicionada.
-Ahí no llevas razón. -¿Ah, no?
¿Y cuándo pensabais contarme lo que pasa?
-No lo sé, Paula. No lo tengo todo planeado, ¿sabes?
Quizá en el fondo de mi corazón pensaba que la cosa tenía arreglo.
-¿Lo estás diciendo en serio?
-No sé. Tú misma lo has dicho.
Todos tenemos defectos, yo también.
Tu padre la ha cagado, pero yo tampoco soy perfecta.
-¿Qué es lo que has hecho tú?
-No es lo que he hecho. Es lo que no he hecho.
Tu padre se ha ido distanciando de mí.
Pero yo tampoco me lo he currado como debería.
-¿Se ha ido distanciando de ti?
¿No querrás decir con eso que...?
¿Papá tiene una amante?
-No.
Bueno, no exactamente.
-¿Cómo que "no exactamente"?
-Bueno, ya conoces la fama de tu padre.
Es un hombre atractivo, con prestigio, con dinero...
Y a su edad... Pues...
-¿Cuántas?
(SUSPIRA)
-¡Menudo cerdo! -No lo odies.
Con ese trabajo y esas modelos que pasan por sus manos...
-Por favor, no lo justifiques. -No lo justifico.
Tu padre es culpable, pero es verdad que yo he sido una cobarde.
-Pero... O sea, ¿por qué dices eso?
-Por mirar hacia otro lado,
por no pedirle explicaciones desde el primer día.
Por vivir una vida cómoda en mi zona de confort.
-Por favor, no sigas justificando su engaño.
-Pero es que además hay otra cosa, Paula.
-¿El qué?
(EMOCIONADA) -Que yo todavía le quiero.
(SUSPIRA)
(VERÓNICA SOLLOZA)
-Es tu matrimonio, y yo no te voy a decir lo que tienes que hacer.
Pero quiero que sepas
que, si tomas la decisión de dejarlo,
yo te voy a apoyar.
Estaré contigo en todo lo que decidas.
(VERÓNICA SOLLOZA)
Y también quiero que sepas
que esto que estás haciendo en el centro cívico,
me hace sentir muy orgullosa de ti.
-Gracias.
Yo también me siento muy orgullosa de ti.
(VERÓNICA SOLLOZA)
-Bueno, venga... Ahora sigue enseñándome esto,
que aún tengo tiempo para entrar a trabajar.
-Venga, cariño.
Acompáñame por aquí.
(Bullicio de la clientela)
-Hola, María. -Hola, chicas.
¿Qué os pongo?
Sí. A un montón de clientes les han levantado la cartera
y ha de ser un ladrón de guante blanco, no es cualquiera.
-Sí, desde luego, son carteristas profesionales.
-Yo les he dicho a todos que vayan a denunciar.
Yo no.
-Cualquier detalle, algo que te parezca raro, nos puede ayudar.
-Si ni ellos mismos saben cuándo les han levantado la cartera.
Se dan cuenta a la hora de ir a pagar.
-Es lo que dicen todos cuando van a denunciar.
-¿Estáis hablando de lo de Emiliano?
Es un cliente.
Cuando iba a pagar se dio cuenta de que le faltaba la cartera.
Está esperando el duplicado de las tarjetas,
está sin DNI, sin carné de conducir...
-Y nosotras fiándole.
No.
Dijo que hacía tres o cuatro horas que no sacaba la cartera,
así que pudo ser en cualquier parte.
-Claro.
-¿Y no sabéis si justo antes habría tomado el metro
o el cercanías...?
Emiliano es de moverse por aquí por el barrio.
Nos dijo que había estado en el mercado.
-Sí, me suena que también fue a comprar el periódico.
Pues a ponernos las pilas revisando el fichero de carteristas.
Gracias. Y, por favor, estaos con ojo.
-Sí.
-¡Uf!
¿Septiembre? ¿Cómo que septiembre?
No me fastidies:
he metido septiembre en la caja de noviembre.
(RESOPLA)
No.
¿Cómo lo sabes?
Si me vas a interrogar, primero léeme los derechos.
Así que esa es la forma de sacar información sin una orden.
No. Más bien la cosa es entre ellos.
Lo sé, pero lo que escuché anoche es algo serio.
No me gustó lo que se dijeron ni cómo se lo dijeron.
Es como si se odiaran desde hace tiempo.
Que no, que no, esto no es pasajero.
Es una crisis de las gordas.
Y encima les echo la bronca por venirse a Madrid. Muy oportuna.
Ya, pero ahora no puedo pensar en irme de casa.
Y tampoco quiero quedarme para mantener la familia unida.
(RESOPLA)
No, lo siento yo. Siento haber sacado esto en el trabajo.
Tengo que estar concentrada.
Tendré en cuenta lo que me has dicho.
Gracias, tío.
Bueno, pues, septiembre,
vamos allá.
(EXHALA CON FUERZA)
-Mira quién está otra vez por el barrio.
-Álvaro. ¿Qué tal cómo estás?
-¿Ya ayudaste a esa persona que te necesitaba?
-Sí, por fin pude cumplir
la promesa que le hice a Maica antes de morir.
-Qué bien.
Ha tenido suerte, no como mi hermano Luis.
A él le prometiste muchas cosas, pero no las cumpliste.
-Lo sé, y lo siento.
-Ya. Se te ve muy arrepentido.
Huiste como una rata, Quintero.
Esperaste a que pasara la tormenta,
y ahora, con Mercader muerto, vuelves como si no pasara nada.
-Mira, Álvaro,
sabes perfectamente que lamento mucho la muerte de tu hermano.
Pero yo no tengo culpa de lo que pasó.
Es más, hice lo que pude por él.
No tuve más remedio que dar a la policía
la información sobre Santos Mercader.
Y creí que ellos se encargarían de atraparlo
antes de que sucediese nada, pero me equivoqué.
(DISIMULA) También parece que me equivoqué contigo, ¿verdad?
(CARRASPEA)
Te lo digo más que nada
porque jamás me hubiese llegado a imaginar
que alguien como tú sería capaz de matar a Santos Mercader
por su propia cuenta.
-No sé de qué me estás hablando.
-¿Ah, no lo sabes? -No.
Y, si tan amiguito eres de la poli,
deberías saber que se lo cargó el cártel de Jalisco.
-Sí, ya. Eso dicen.
O al menos esa es la versión oficial, ¿verdad?
Pero sabes que tengo contactos por todas partes.
Y me he enterado, alguien me ha dicho,
que los mexicanos están muy molestos
y muy cabreados porque les han echado ese muerto encima.
Ellos no necesitan publicidad,
si quieren que todo el mundo sepa que han matado alguien
saben cómo hacerlo.
-Lo que tú digas.
Al fin y al cabo, tú sabes más de narcos que yo.
-Verás, Álvaro, puedes estar tranquilo conmigo.
No te voy a denunciar ni te voy a delatar.
¿Y sabes por qué?
Soy consciente de lo que tu madre y tú habéis pasado.
Perder así a dos hermanos,
de una forma tan trágica y uno detrás de otro.
Debe de haber sido muy doloroso para vosotros.
-No tienes ni idea. Así que, ni te atrevas a mencionarlo.
-Don Fernando.
Menos mal que lo encuentro. -¿Qué te pasa? ¿Qué ocurre?
-El envío de Santander ha caído.
-¿Qué? -El conductor no se ha presentado.
Que le han hecho una oferta de la competencia:
incorporación inmediata.
Y el listillo ha dicho que sí. -¿Y se ha ido sin más?
-He llamado al cliente para disculparme,
pero es que es un envío en frío.
Y han dicho que, o llega esta misma noche
o, vamos, que nos retiran el pedido.
Y encima nos pedirán que cubramos el gasto.
Y el seguro solo lo cubre si el retraso es por un accidente.
-Lo sé, Eladio. Sé que eso es así.
Pero otro conductor tendremos. ¡Alguien más habrá!
-Yo. Si usted me dice que sí, cojo el volante
me voy para allá arriba,
y antes de la noche entrego el pedido.
-Nada de eso. Vamos a subcontratar ese pedido.
-¿Cómo?
-Se lo paso a una empresa de la competencia.
-Pero perdemos dinero.
-Lo sé, sé que perdemos dinero.
Pero llevas seis horas trabajando y no voy a consentir
que te pases otras seis horas más hasta Santander.
No lo hemos hecho nunca ni lo haremos ahora.
Y ya va siendo hora de asumir que esto es el final.
-¿A quién llama, don Fernando? -¿A quién voy a llamar?
A la única empresa que ha hecho una oferta por Transportes Quintero.
-¿Se la va a vender a una multinacional?
¿Va a tirar la toalla? -No, no voy a tirar la toalla.
La toalla se tira cuando todavía estás de pie en el "ring",
yo hace rato ya que estoy tumbado en la lona.
(SUSPIRA)
Hola, ¿qué tal? Soy Fernando Quintero.
Sí, ya he estado pensando sobre la oferta que me hicieron
y he tomado una decisión.
Estoy dispuesto a vender Transportes Quintero.
(APAGADA) -Hola.
Gracias.
Perfecto.
¿Tienes algo para mí?
Genial.
-¿Qué pasa, Paulita? -¿Qué pasa?
-Pues nada, después de currarte la academia y la oposición,
aquí está tu recompensa: archivar diligencias.
-Y escuchar las bromitas de mis compañeros.
-¿Te ayudo? Menos archivar... -¿Fotocopiar?
-Ni de coña.
-¿Digitalizar?
-Entonces no puedes ayudarme.
-¡Eh! ¿Qué pasa, que tienes mala cara?
-Nada, no me pasa nada.
-Es tu padre ese, ¿no?
-Sí. Perdón.
¿Qué haces aquí, papá?
Pues estoy muy ocupada.
Así que si solo vienes a eso, hablamos en otro momento.
¿Preocupado por mí o preocupado por ti?
¿Qué es lo que te preocupa exactamente?
Supongo que lo que quieres saber es hasta dónde llegué a oír,
para saber cuántas cosas he descubierto de ti.
Yo creo que más bien anoche vi cómo sois en realidad:
completamente distintos a lo que siempre me habéis mostrado.
Fue duro. Pero al menos ya sé cómo están las cosas.
Claro. Por eso he ido al centro cívico a hablar con mamá,
para poner las cosas en contexto.
Pues eso no es asunto tuyo.
La cuestión es que ya puedo juzgar por mí misma, sin distorsiones.
Ya sé cómo eres y sé de qué lado debo ponerme.
-Perdón. Paula, nos tenemos que pirar ya.
-¿Adónde?
-Están robando papeleras
y me acaban de dar la localización de un sospechoso.
-Vale. Me tengo que ir.
¿Te lo has inventado, ¿no?
-No, lo que pasa es que no deberías venir.
Pero he visto que necesitabas un cable.
Si quieres, te quedas. -No, me parece genial.
-A Miralles ni mu. -Vale.
¡Mamma mia!
Te noto tenso. Por favor, tranquilízate.
Soy solo un cliente que llega "en" tu taller
y viene a interesarse "en" su moto.
Bueno, en teoría.
-Ya lo sé.
-¿Has pensado lo que te comenté ayer?
-Sí, pero no he tomado una decisión.
-No confías en mí.
-Yo no confío ni en mi sombra.
Pero el problema no es ese,
el problema es que creo que os estáis confundiendo.
-¿En qué?
-Con mi familia, tío.
Los antecedentes de mi madre, de mis hermanos.
Tenemos siempre a la policía encima.
Cada dos por tres nos interrogan.
-Eso ya lo sabemos.
Conocemos todo lo que respecta a vuestro historial, ¿vale?
Incluyendo lo de tu padre.
-¿Entonces?
-¿Qué es lo que te preocupa exactamente?
¿Estabas pensando en llevar una vida honrada?
¿Pensabas en vivir siendo un simple mecánico de barrio?
Tu madre está enferma, tío.
Tendrás que hacer frente a muchos gastos.
Y tú necesitas ingresos, ingresos justificados.
¿Vale?
Tendrás que pagar un médico, una enfermera en casa,
una residencia... Todo esto.
Y al final la policía o Hacienda preguntarán de dónde sacas la pasta.
Y no les vas a contar que vendes alcohol adulterado,
tampoco que robas furgones.
Todo lo que tienes en esta vida
es este taller.
-Y ese es el problema,
que no me da la pasta que necesito.
-Este taller te dará todo el dinero que necesitas,
y más.
De eso me ocupo yo.
-Ahora dime cómo vais a conseguir que el taller sea tan rentable
que no resulte sospechoso.
(Música emotiva)
¿Qué tal, María? ¿Me pones una cerveza, por favor?
-¿Qué te pasa?
-¿A mí? Nada, estoy bien.
Ponme esa cerveza, anda. Y ponte tú otra. Te invito.
Así tengo alguien con quién brindar. -Mira, qué detallazo.
¿Y qué se supone que celebramos?
-Bueno, "celebrar" no creo que sea
la palabra más adecuada.
Pero es una buena ocasión para brindar por algo.
-¿Y qué ocasión merece este brindis?
-Pues, verás...
acabo de vender Transportes Quintero.
A partir de mañana soy uno más en las colas del paro.
-¿Qué me dices?
Te habrán dado un pastizal, ¿no?
-No, no te creas: calderilla más bien.
Pero lo suficiente para pagar las deudas,
las indemnizaciones de los trabajadores
y quedarme casi a cero.
Tal y como estaba la situación no podía pedir otra cosa.
Así que, ya ves,
casi 30 años de trabajo a la mierda.
Qué perra es la vida a veces.
-Estoy segura de que has hecho todo lo que estaba en tu mano.
-No lo sé, María.
Me gustaría creer que sí, ¿sabes?, que he luchado
por mi empresa hasta el final. Pero no ha sido así.
Yo mismo la he dejado morir, y ha tenido una muerte agónica.
Por mi culpa diecisiete familias se quedan en la puñetera calle.
-Bueno, eso tampoco es así.
Esas familias han vivido muchos años
gracias a tu esfuerzo y dedicación.
Todo el mundo sabe que te has dejado la piel por la gente de aquí.
Y si te has tropezado y has caído, pues bueno.
Y si la has cagado, ¿quién no la caga? Todo el mundo la caga.
-No sé... Pero uno la caga solo,
y no tiene por qué arrastrar a 17 familias con él.
Supongo que quieres decir que cuando uno se cae
lo que hay que hacer es levantarse.
-Pues sí, es eso.
Y también que Transportes Quintero, ¿al fin y al cabo qué es?
Cuatro paredes. Tú estás aquí.
-Ya.
Pero entre esas cuatro paredes pasaron muchas cosas.
Allí conocí a Maica,
Jairo murió entre mis brazos,
descubrí que Alicia era mi hija...
No lo sé, maldita sea. Tendría que haber peleado más
por salvar mi empresa.
Si al menos hubiese tenido algo o alguien a lo que enfrentarme...
Como cuando Somoza quiso quedarse con ella.
He tenido muchos enemigos,
pero esta vez mi peor enemigo he sido yo.
La he dejado morir.
Y al final he terminado entregando las llaves como un cobarde.
-Fernando, ese derrotismo no te pega nada.
Ahora invito y yo, y vamos a brindar.
Pero no por lo que se acaba. Por todo lo que tiene que venir.
-¿Y según tú, qué es lo que está por venir?
-Pues eso no lo sé.
Eso lo decidirás tú.
Yo lo único que sé es que tú tienes talento
y vocación como para montar otro Transportes Quintero.
Ahora con más experiencia, más contactos.
Y, si tú no crees en ti, peor "pa" ti.
En este barrio hay muchísima gente que confía en Fernando Quintero.
-Pero ¿qué es esto, María? ¿Qué me has dado?
-Una cerveza sin alcohol.
Si vas a empezar de cero, mejor sobrio, ¿no?
Si me permites que te lo diga.
-Claro que sí, amiga.
Y te lo agradezco.
Hoy he estado con el Dr. Torres
y le había prometido que no probaría ni una gota de alcohol.
Y se me había olvidado.
-Pues nada. Por esas nuevas cuatro paredes.
-Por esas nuevas cuatro paredes.
-La clave está en que todos los clientes,
que nos inventamos, se supone que pagan en efectivo.
Nada de tarjetas de crédito.
-¿Y se supone que ese dinero sale de...?
-Del furgón blindado, por supuesto.
Y luego...
del sur de Italia.
Nosotros justificamos todo eso como si fuera...
ingreso de un negocio legal.
Sea el taller o uno de tantos que tenemos por toda Europa.
¿Vale?
Ahora...
toca contratar mecánicos, contratar clientes,
arreglar supuestos coches.
-El problema es que si alguien mira eso con lupa
verá que el taller no tiene movimiento para ser tan rentable.
-Nadie mira con tanto detalle.
Pero, aun así, tienes una explicación,
muchos clientes te pueden pagar para hacer reparaciones a domicilio.
-Sí, pero esos clientes ficticios me pagarían a mí.
Por tanto, ese dinero estaría en mi cuenta,
no puedo hacérselo llegar a la mafia.
No puedo hacer una transferencia. -He aquí el encanto de la operación.
El taller va a tener unos gastos tremendos.
-Vale. O sea que me vais a facturar vosotros mismos todo el suministro.
-Bravo, eso es. Aprendes rápido.
Tenemos empresas de todo tipo.
El taller va a pagar herramientas a precio de oro,
va a pagar aceite a precio de oro,
piezas a precio de oro.
Todo a nuestras empresas.
-No tengo ni idea de a qué universidad fuiste,
pero te enseñaron muy bien.
-¿Tenemos un trato?
-Tengo que consultarlo con mi madre.
Estoy convencido, pero no tomaré decisiones sin ella.
Somos una familia. Espero que lo entiendas.
-"Amore", soy italiano. La "mamma" está por encima de todo.
Pero, por favor, no tardes.
En Italia todavía esperan una respuesta.
-Hoy mismo la tendrán.
-Llámame cuando sepas.
¡Hombre, sonríe, por favor!
Eres rico, ¿vale?
-Madre mía las cosas que se ven en este curro.
¿Te parece normal que roben papeleras
para montar una instalación artística en una casa okupa?
-No sé cómo no lo has detenido. -Porque las han devuelto.
Se llevan al ayuntamiento y listo.
Nosotros quedamos bien,
al artista se le pone una amonestación,
y no se gasta dinero del contribuyente.
Porque si detuviéramos a todo el que se va de la olla
no ganábamos para desayunos en calabozos.
Bueno, y después de esta excursión
y de haber estado tan a gusto,
¿me vas a contar qué te pasa con tu padre?
-Sabía que esto no me saldría gratis.
-Si no quieres, no me lo cuentes,
pero mi intuición policial me dice que te quedarías mejor.
(SUSPIRA) -Mis padres, que...
que se van a divorciar, creo. Bueno, no lo sé.
Lo que tengo claro es que se odian.
Anoche les oí discutir y flipé.
-Vaya, hombre. Pues lo siento mucho.
-Tranquilo, tampoco es que crea en el matrimonio de por vida.
Pero me duele no haberme dado cuenta.
-Normal: has estado un año en Ávila desconectada.
-Pero tengo la sensación de que esto viene de antes.
Lo más duro es ver a mi madre pasando por esto.
Que no se lo merece, tío.
Mi madre es una mujer luchadora,
y vale mucho.
No se merece que mi padre le haga esto.
-Eh...
Conmigo puedes desahogarte si quieres.
Venga, anímate.
-¡Eh, eh! Que corra el aire.
(BALBUCEA) -Bueno, yo me voy a hacer una llamada.
-Ve tranquila, que yo sujeto al semental este.
Ya te vale, arrimando cebolleta a la sobrina del comisario.
-¿Qué pasa contigo, tío?
-¿Qué pasa? Era una broma. -Guárdate tus bromas para el bar.
Estaba intentando animarla.
¿Tú haces así las cosas cuando alguien está jodido?
Le cuentas chistes rancios y te descojonas.
-Lo siento. No tenía ni idea. No me cuentas nada.
-Es que no tengo nada que contarte, métetelo en la cabeza.
No metas las narices en mi vida. ¡Es mi vida!
¿Quién te ha mandado venir aquí a entrometerte y a vigilarme?
-Pero ¿de qué hablas?
-Has venido a Distrito Sur a vigilarme.
-Mira, Toni,
siempre soñé con que fueras policía y fuéramos compañeros.
Se me pasó porque no apuntabas maneras, de crío, digo.
-¡Pues anda que no me diste la chapa con la oposición!
-Exacto: si no hubiera insistido, tú, ni caso.
No daba un duro por ti.
Pensaba que acabarías en el bar de tu madre.
-Gracias por la confianza. -¿Quieres escucharme?
El día que terminaste en la academia fue el más feliz de mi vida.
Y cuando empecé a oír comentarios de ti...
Hasta el comisario habla maravillas de tu entrega y vocación.
Mi sueño se había cumplido y yo ni me enteraba.
A mí me queda ya poco tiempo en el cuerpo.
Y no he venido a vigilarte, hijo.
No he venido a vigilarte, he venido a ver si podíamos...
Antes de pasar a segunda actividad, quería disfrutar de ese sueño.
Pero ya veo que para ti es una pesadilla.
-Bueno, una pesadilla tampoco.
-Siento haberte puesto en evidencia.
Mañana hablaré con el comisario.
-No, de eso nada. Lo que vas a hacer es darme un abrazo.
Bueno, que corra el aire. Y no más discursitos,
a ver si se me suelta la lágrima y tenemos vacile hasta mi jubilación.
-Oye, ¿qué pasa con la sobrina del comisario?
-Nada, es mi compañera. Deja de montarte historias.
-¿Compañera? -Sí, es mi compañera.
-¿Seguro? -¡Sí!
-Te veo los ojitos. -Tú eres tonto.
-¿Nacha?
-Rocío, ¿qué haces por aquí?
-Estoy yendo a unos cursos en el centro cívico.
-Mira qué bien. Silvia, ven.
Te presento a mi compañera.
-¿Qué tal?
¿Sigues viviendo con tus padres?
-Qué va, me he pillado una habitación en el barrio.
Mis padres me han ayudado un montón con lo de Gonzo,
pero ya me tocaba un poco irme por mi cuenta.
-¿Entonces te van bien la cosas?
-Sí. Bueno, tengo un curro...
No es gran cosa, pero ayuda a ir tirando.
Y ahora voy a cursos de Informática, de Orientación Laboral...
Qué bien, estoy bien.
Lo que pasa es que a veces
me vienen los fantasmas. Pero voy tirando.
-Me alegro. Y cualquier día si quieres tomamos un café.
¿Tienes mi número?
-Sí, creo que lo tengo que tener. Sí, sí, sí.
¿No te importa que te llame? -No.
Ya te dije: aquí estoy para lo que necesites.
-Pues te llamo un día y nos vemos.
Me voy, que llego tarde.
Encantada. -Hasta luego.
Las dos cosas: víctima de violencia de género
y sí, la tuvimos detenida por hurto y tal.
El novio la obligaba a robar.
Menuda pieza.
Tenía a una banda robando carteras para él.
No. O sea...
Sí, pero por lo que te digo: el novio la obligaba a robar.
Vamos que...
No, no te montes películas, que te veo venir.
Esto es una casualidad.
Pero ya has oído:
se alquila una habitación, está en los cursos y currando.
(A REGAÑADIENTES) Venga.
-No lo entiendo.
-Pues no he explicado bien, porque es muy sencillo.
Hay que crear un sistema de facturación paralelo.
-Sé lo que es una caja B;
que esté enferma no significa que sea idiota.
-Como has dicho que no lo entendías...
-Lo que no entiendo es por qué debemos mezclarnos con la mafia.
Y tampoco sé qué quieren ellos de nosotros.
-Porque buscan negocios que funcionen para lavar el dinero.
-¿Y por qué nosotros?
-Porque saben lo del furgón,
y saben que tenemos un montón de pasta para blanquear.
-No me gusta que sepan tanto.
-¿No lo ves claro?
-No.
-Vale. ¿Qué es lo que te preocupa?
-Mira, hijo,
los Soler, en Distrito Sur, somos alguien.
¡Pero comparados con la mafia italiana...!
¡Esa gente pica muy alto!
Me da miedo que nos mezclemos con ellos.
-No tenemos que mezclarnos con ellos,
solo tratar con ese contable.
-Ya. Bueno, eso es al principio.
Cuando te tengan pillado, a saber qué exigencias piden.
-¿Exigencias, tipo qué?
-Por ejemplo, que robes otro furgón.
O que mates a alguien.
Si saben tanto de nosotros, sabrán lo de Santos Mercader.
(SUSPIRA)
No sé, yo sé que la oferta es tentadora,
pero ¿cuándo hemos necesitado asociarnos con alguien
para salir adelante?
-Nunca. Pero eso era cuando estábamos los cuatro.
Ahora solo estamos tú y yo.
-Ya...
Y yo solo doy problemas, ¿no?
-Yo no he dicho eso.
-Ya, pero es verdad.
-Está bien. Le diré a Paolo que no nos interesa.
-¿Te rindes así de fácil?
-¿Y qué quieres que haga?
¿Quieres o no quieres trabajar con los italianos?
-Cariño, yo solo quiero que seas consciente
de los riesgos antes de tomar una decisión.
-¿Yo? No, mamá, aquí la que manda eres tú.
-No, hijo, no. Eso era antes.
-No empecemos, por favor.
-Yo quiero que me lo sigas consultando todo,
pero las decisiones las tienes que tomar tú.
Yo he estado a punto de provocar un desastre más de una vez.
-Pero es que yo no sé si esto va a salir bien o mal.
La que sabe de estos temas eres tú.
-Mira, cariño, cuando tú eras pequeñito
y yo no era más que un ama de casa que solo sabía
cocinar, limpiar, fregar...
planchar, y limpiar vuestros culos...
...sabes que un día tu padre se fue y nos dejó
un montón de deudas y muchos enemigos.
Y tuve que hacerme cargo del negocio,
aparte de fregar, planchar... y limpiar culos.
Porque no me quedó otro remedio.
-Y todo salió bien. Por eso me fío de tu criterio.
-Gracias. Pero ahora te toca a ti volar.
Piensa que yo me he ido.
-Ya, pero es que no te has ido, estás aquí.
Y tienes que ayudarme.
-Álvaro, debes estar preparado para tomar decisiones.
¿Que te equivocas?, no pasa nada.
Todos nos equivocamos.
Decidas lo que decidas, yo te apoyaré.
Y ahora me voy a la cama, ¿hum?
(LE BESA)
-Buenas noches.
(SUSPIRA)
-¿Entonces hablaste con tu padre?
-Mira la película, mamá.
(Televisión)
-¿Tuvisteis bronca?
-Fueron solo dos minutos. Me llamaron para una salida.
-¿Y le contaste lo que hablamos tú y yo?
-¿Vamos a ver la peli o no?
-Perdón.
-La verdad es que casi no me atrevo a mirarle a la cara,
le habría mandado a la mierda.
(BAJA EL SONIDO)
-Por favor, no la tomes con tu padre: no te ha hecho nada.
-Ya, pero a ti sí.
Te ha mentido y te ha humillado durante mucho tiempo.
-Paula, por favor, a ver...
¿Cuándo has entrado?
Yo me voy a dormir.
Discúlpate con mamá. Me da igual lo que hayas hecho.
(SUSPIRA)
(EXHALA CON FUERZA)
Si crees que el problema es ese, vamos mal.
Sinceramente, tampoco me preocupaba tanto que me cuestionaras.
Ya habíamos decidido llevar vidas separadas.
¿Cuáles son los problemas de nuestro matrimonio, para ti?
A mí también.
¿Y cómo sabemos que esto no es un paripé?,
¿que no lo haces porque no sabes salir de otra manera?
Un poco tarde para darte cuenta de eso.
¿Has visto a tu padre? -No. Estará trabajando.
-A primera hora no tenía nada.
Pero por no vernos es capaz de darse el madrugón.
-Ayer se le veía sincero pidiendo perdón.
-¿Te lo tomaste en serio?
-Divórciate: ya están las cartas sobre la mesa.
Lo que más temías, que te descubrieran, ha sucedido.
Ahora eres libre de hacer con tu vida lo que te dé la gana
sin dar cuentas a nadie.
-Es triste pensar que puedo ayudar a resolver los problemas de otros,
pero no puedo resolver los de mi propia familia.
-A lo mejor estás empezando a hacerlo tomando esta decisión.
Ese es el hijo de Catalino Díaz, ¿no?
¿Y tenemos sospechosos?
Hemos hablado con los Díaz y con los Rodríguez-Peña, y nada.
-Lo de los Díaz es normal.
-¿Y por qué es normal?
-Es evidente: están de velatorio.
No van a estar para nadie más que para la familia.
Hay que respetar sus costumbres.
-Quería preguntarte si te suena Rocío Casares.
Me han dicho que últimamente asiste al centro.
-¿Rocío Casares? Sí, la verdad es que sí.
Está en un programa de búsqueda de empleo.
¿Ha pasado algo o tiene algún problema?
-Gracias.
-Señora, se la ha caído el bolso.
-Gracias.
-Para cometer todos esos robos,
debería dedicarse a ello a lo bestia, no eventualmente.
No está mi monedero.
-No se apure, se lo habrá dejado en casa.
-No.
-Oiga, igual se lo han robado.
Hay una oleada de robos de carteras.
-Hablé con Paty y María y ellas vieron el momento
en que Rocío le devolvió el bolso a la señora.
La mujer estaba muy agradecida
porque, insisto, aparentemente, se le había caído.
Y el blanqueo de dinero.
Es su segundo negocio más rentable, por detrás del narcotráfico.
La inspectora jefe Miralles es la policía más veterana de la comisaría del Distrito Sur. La inspectora Alicia Ocaña se incorpora a la comisaría. Ambas son el eje en torno al que gira la vida personal y profesional de sus compañeros y los casos policiales que afectan al barrio.