Lunes a viernes a las 16.30 horas
pero ¿sabe cuál es el problema? Que está muerto.
Ya no me puede aconsejar una mierda. -Está cometiendo un grave error.
-Así somos los Quintero, testarudos. No le tengo miedo.
-Pues aprenderá a tener miedo.
Os demostraré que puedo dirigir la empresa.
-El blues forma parte de mi pasado, punto.
Por favor, no lo vayas comentando, que eres de cascar.
-Fede cantaba en una banda de blues. -¿Cantabas en una banda de blues?
Cómo mola, ¿no?
-Sí, cantaba en una banda, no sé qué tiene de especial.
-Se llamaba Fede and The Predators.
-O sea, ¿puedes parar de una vez, por favor?
-¡Mírale, qué auténtico!
-Necesito que defienda a un hombre
que atracó una tienda de electrodomésticos
y lo tienen detenido. Aquí están sus actos.
-Juan Antonio Rodríguez Somoza. ¿Pariente suyo?
-Sí, es un primo lejano.
-Le ha pedido que defienda a un pariente detenido por hurto
y que no puede pagarse un abogado.
Eso mismo digo yo.
Se lo está planteando.
-He estado estudiando detenidamente el caso
y he decidido aceptar la defensa de su primo.
A ver, Alicia, ¿en qué te basas para decir esto?
Debes mantenerte al margen.
Es competencia de Asuntos Internos. ¿Ha quedado claro?
No sigas por ahí.
-Tienen pruebas para ir a por ese maldito colombiano.
Pasa que es demasiado inteligente para tragarse la versión oficial.
Necesito despedirme de ellos.
¿Y si no los vuelvo a ver nunca más?
Y eso es más fácil decirlo que hacerlo.
No la cagues.
Hola.
¿Qué? ¿Cómo se presenta el día?
No, si no me refería a temas de trabajo.
Si no, ya sabes, que el otro día pasaste la noche con Iker
y casi no hemos hablado del tema.
Bueno, que tampoco tienes que hacerlo, por supuesto.
Ya. Vale, tranquila. ¿Estás bien?
pero que sepas que yo me alegro mucho por vosotros.
Hacéis muy buena pareja. Os va a ir fenomenal.
Sí.
Me pidió que me encargara del caso de un primo suyo,
un primo segundo, Juan Antonio se llama y es un caso muy triste.
Robó una tele para sacar algo de dinero.
El pobre estaba en las últimas.
Sí, ya ves. A mí también me extrañó.
Es exactamente lo mismo que le dije a Alejandro.
Ahora es el familiar de un cliente. Es normal que le llame por su nombre.
Por lo visto, Alejandro y él no tenían mucha relación
y por eso y por orgullo él le ocultó su situación.
Y ahora, a toro pasado, no ha tenido más remedio que tragar
y aceptar su ayuda.
-Con lo tímido que es. Yo alucino con que tuviera un grupo de música.
Y que se plantara delante del público a cantar.
¿Tú te lo imaginas, micro en mano cantando blues?
-Pues no y no entiendo cómo se niega a hablar del tema.
Ya viste ayer cómo se puso.
No pudimos sacarle por qué lo había dejado
y se fue a la cama más cabreado que una mona.
-Daría lo que fuera por ver cómo era el grupo.
Fede and The Predators. Es que me mata la curiosidad.
¿Qué?
-Nada, es que ayer puse el nombre del grupo en internet
para ver que salía y no encontré ningún vídeo,
pero sí unas cuantas fotos. ¿Quieres verlas?
-Espe, no sé si le va a hacer gracia que andemos fisgando en sus cosas.
-Oye, que la red es de todos.
Y, además, no tiene por qué enterarse,
pero si te vas a sentir mal, no te las enseño.
-Como no me las enseñes, te mato.
-Mira. -¡Pero qué fuerte!
Mírale, qué joven y qué rollazo, ¿no?
-Sí. Qué actitud tiene, ¿eh? Si no parece ni él.
Está así, como muy intenso. Será por el blues.
-En casa queda de modosito, pero en esta época
se las tenía que llevar a todas de calle.
-No os dais por vencidas, ¿eh?
-No os dais, no, que he sido yo la que ha buscado las fotos.
-Bueno, a ver si dejamos el tema, que no es tan difícil dejarlo.
-No, ya está, asunto olvidado.
Y ¡ostras, qué tarde es! Que Bremón me va a matar.
Me ha pedido unos expedientes a primera hora
y los tengo a medias aún. Me voy, ¿eh? Chao.
¿Sobre si he aceptado el caso? Pues sí, ya lo he aceptado.
Que sepas que mis honorarios van íntegramente a una ONG.
Lo que me interesa es defender a ese pobre hombre.
Pues sí, pero he decidido defenderle yo.
Además, su único delito ha sido dejarse vencer
por la desesperación, no ser primo de nadie.
Y ayer hablé con él por teléfono después de aceptar el caso
y me encontré con un hombre desesperado y arrepentido
que quiere hacer lo imposible por ayudar a su familia.
Pues no, no me ha dado tiempo a decírselo.
Lo haré, no te preocupes. No tengo por qué andar escondiéndome.
Además, ya soy mayorcita para decidir lo que hacer con mi tiempo libre.
Te prometo que no veíamos las fotos para chincharte,
si no pues por orgullo, por orgullo de amigas.
¿Sabes lo increíble que es encontrarte
con que tu compañero de piso era un cantante de blues alucinante?
De verdad, es que te da como subidón.
-Sí, subidón, tened cuidado con el subidón,
no os deis un coscorrón.
-Lo que no entendemos es por qué lo mantienes en secreto.
-No lo hago. Ya has visto lo rápido que encontrasteis las fotos.
Pero es una parte pasada de mi vida de la que no quiero hablar.
Me pasa lo mismo que a ti. -¿A mí?
-Sí, con tu pasado de gogó.
-Yo no lo cuento porque la gente tiene muchos prejuicios con ese tema.
Aparte, que fue un tema un poco duro de superar
y no... Si hubiese sido cantante de blues,
otro gallo cantaría. Estaría presumiendo.
-Yo no presumo porque para mí ha sido bastante doloroso.
-Bueno, no me lo cuentes si no quieres,
pero ¿por qué dejaste el grupo de música?
-Bueno, estábamos despegando con la banda,
nos llovieron conciertos, la gente aplaudía
y nos salió la gran oportunidad de dar un concierto importante
con una discográfica. Nos dijeron que íbamos a ser los teloneros
de una estrella internacional que venía de gira.
-Eso suena genial.
-Sí, no, si genial era, pero en la segunda canción, no sé por qué,
se me fue la voz, se me fue que ni un fonema, vamos.
O sea, que no pude cantar nada.
-¿Y por qué? -Se llama pánico escénico.
-Se supone que no era el primer concierto que dabas.
-No, había dado muchos más, pero ese día fue crucial.
De repente, me entraron como unos nervios, unas taquicardias,
como una ansiedad, ¿sabes?
Un dolor en el estómago y miedo, mucho miedo
porque no comprendía lo que me estaba pasando.
Tenía miedo a tropezarme en el escenario,
a que se me fuera la letra... Yo qué sé.
Tenía miedo a hacer el ridículo. -Ya.
-Y bueno, al final se suspendió el concierto,
todo el mundo obtuvo el dinero de sus entradas
y ese mismo día decidí que jamás me subiría a un escenario otra vez
y abandoné la banda.
Lo más doloroso de todo es que, por mi culpa,
mis compañeros perdieron una oportunidad de oro en sus carreras.
-¿Y jamás volviste a cantar?
-Esa noche defraudé muchas expectativas,
sobre todo las de mis compañeros.
Mira, Lola, yo amo el blues con todas mis fuerzas,
pero no pude soportar el haberles hecho tanto daño.
Y, además, el miedo a que el ridículo se volviera a repetir.
En fin, me dejó paralizado y tomé la opción más fácil,
la de un cobarde que soy yo.
Me eché a un lado y me olvidé del blues para siempre.
Bueno, ya te lo he contado y ya sabes por qué es tan doloroso para mí.
Bueno, y te he echado un sermón que alucinas.
Me voy a duchar, ¿vale? Nos vemos luego.
Y la ropa ya me la doblo yo, ¿vale?
(SUSPIRA)
Tengo la lengua como un trapo. Dame un poco de agua, por favor.
No, nada, nada, no me pasa nada.
¡Que no! Que no, es un poco de malestar, nada más.
Nada, un poco de mareo.
¿Ves? Mejor.
Es por toda la medicación, los analgésicos
y la fiebre de ayer que me dejó hecho polvo.
No tiene importancia, ya has visto.
Y, sobre todo, no llames a ningún médico si no hay necesidad.
Eso seguro, sí. Anda, dame la mano.
Y Olga, ¿qué tal?
Porque ve todos los numeritos, no como tú y yo.
Espero que le haya ido bien en el examen.
Hay muchas enfermedades tropicales raras
y algunas son muy difíciles de diagnosticar.
Mejor estar aquí, vigilado las 24 horas.
No hay que preocuparse.
¿Sabes? Esta noche he estado soñando.
No, he estado soñando contigo y era fantástico.
¿Quieres que te lo cuente?
Estábamos los dos en un velero.
Bueno, pero estábamos en un velero.
Y era el capitán del barco. Mi gorra, mi pipa, todo,
y tú ibas en la proa con el pelo suelto, te daba el sol
y el viento en la cara.
Entonces...
Berta, baja la cama. Monitor y oxígeno.
Claudia, necesito que salgas un momento.
-Tranquilo, Antonio. Respira despacio.
Despacio.
Claudia, por favor.
Bien, bien. Sí. Tranquilo.
-Venga, David, espabila. Llevas una hora con eso.
-Sí, perdona. -¿En qué pensabas?
-En la carta que me escribió mamá. No me la quito de la cabeza.
-¿Cuántas veces la has leído? Si te la debes saber de memoria.
-Algunas partes, sí.
Me hace mucha ilusión tener algo escrito de su puño y letra
y, además, escrito para mí.
Saber que esas eran las últimas palabras
que mamá quería dedicarme.
Que pudo despedirse de mí en condiciones
me ayuda a superar su pérdida. -Ella no querría verte triste.
-Recuerdo bien lo último que me dijo cuando la vi.
Me dijo que estar con alguien a quien amas
es lo mejor que te puede ocurrir en esta vida
y que tienes que luchar con todas tus fuerzas
por las personas que quieres. -Sí, a ella le costó mucho aprenderlo
y pagó un precio muy alto, pero sí, tenía toda la razón.
-Por eso mismo, papá, tenemos que hacerle caso.
Tú, por ejemplo, tienes que recuperar la relación que tenías con María.
(ASIENTE)
-Volver a vuestras ganas de veros, vuestra alegría, ilusión...
Tenéis que iros otra vez a una verbena, al cine, a cenar.
Sé feliz con ella, disfruta de la vida.
Te lo mereces y eso es lo que quería mamá para nosotros,
que fuéramos felices.
¿Qué?
-Nada, nada, que, no sé, de repente me parece
que has crecido muchos años de golpe. -Es que lo he hecho.
He aprendido mucho estos últimos días.
-Ya.
Desgraciadamente, a veces uno tiene que aprender de esta forma.
Oye, David, ¿sabes qué? Que te voy a hacer caso.
Voy a poner todo de mi parte para recuperar mi relación con María.
-Eso es, papá.
-Voy a mirar en internet cosas para hacer juntos.
"Los diez restaurantes más románticos de Madrid".
-Sí, pero antes, llévala al teatro.
A un musical. En Madrid hay unos musicales buenísimos.
-Oye, pues muy buena idea, sí.
-Eh, papá, voy a ver a Paty. Creo que me necesita.
-Sí.
¿Qué te suena mejor, "La llamada" o "Billy Elliot"?
-Bueno, mujer, si es que es normal. Con todo lo que te ha pasado,
normal que no tuvieras la cabeza para concentrarte en los estudios.
¿No hay un examen de recuperación o como se llame ahora?
-En dos meses abren la convocatoria para el examen de acceso,
pero no me pienso presentar. -¿Cómo que no?
-Como que no, Olga. Soy una negada para las matemáticas.
No pasa nada, hay que asumirlo y punto.
No hay que darle más vueltas. -Solo tiene que estudiar más.
-Pensar en aprobar es engañarme a mí misma.
-Eso no es cierto y no me gusta nada oírte hablar así.
Te vas a presentar a ese examen como que me llamo María.
Y, si no, te despido.
-Ya estás tardando porque no me pienso presentar.
-A ver. Cariño, perdona, tu zumo. Gracias.
Os voy a contar una cosa, pero que no salga de aquí, ¿eh?
Que me da mucha vergüenza.
Cuando yo empecé en esto, era una negada total con la bandeja.
No te puedes imaginar los platos, las tazas, los vasos que rompí.
Bueno... -¿Tú?
Anda, María, no me vaciles, por favor, ¿eh?
-Nena, negada total. -Sí.
-Pero con el tiempo y con empeño, me hice al bar.
Por eso sé que te va a pasar lo mismo.
-Bueno, pero yo no soy tú. -Paty, ¿la quieres escuchar?
-Olga, ni en un millón de años aprobaré Matemáticas.
-¿Por qué no? Te salían muy bien los ejercicios
y los test y todo. -Porque David me estaba ayudando.
Él me lo explicaba todo superbién y se me quedaba,
pero eso se acabó, ya lo sabes, jolín.
-¿No le puedes echar una mano? -No.
Yo no tengo tiempo y las Matemáticas no son mi fuerte.
Y ahora, con el ingreso de mi padre, menos tiempo tengo.
-¿Qué ingreso de tu padre? ¿Qué le ha pasado?
-Empezó con mucha fiebre, lo llevamos al hospital
y lo tienen ingresado, venga a hacerle pruebas sin saber qué tiene.
-No sabía nada.
Mándale recuerdos de mi parte y dile a tu madre que lo que necesitéis.
-Gracias, María. -Hola.
-Hola, David. -Lo siento mucho.
¿Cómo estás? -Yo qué sé.
A ver, sabía que me había salido fatal el examen,
pero cuando me han confirmado que he suspendido, me ha dado el bajón.
-Pero cuéntale lo del otro examen. -¿Qué otro examen?
-Uno de recuperación que tiene, pero no quiere que lo nombremos.
-Se cree que es una negada con las Matemáticas.
-¿Puedes presentarte otra vez? -Sí.
-Paty, ¿sabes quién podría ayudarte con las Matemáticas?
La hija de Maite, la de la gestoría.
La chavala estudia para ingeniera y es una monstrua.
Podía venir aquí.
Si es tan encanto como su madre, estará dispuesta.
-Qué va, María, me da palo. No la conozco de nada.
-La que tiene vergüenza, ni come ni almuerza.
Déjalo de mi cuenta, hablo con Maite. -Igual no hace falta.
Yo también podría ayudarte, Paty, como lo hacíamos antes.
-¿En serio? ¿Estás seguro? -Nos entendíamos muy bien, ¿no?
-Sobre todo yo a ti. Contigo se me quedaba todo.
-Acordamos que somos amigos y los amigos se ayudan.
Además, que has estado apoyándome con el proceso de mi madre
y ahora me toca a mí echarte una mano.
-Ay, muchísimas gracias, David, de verdad.
-Pues todo solucionado, ¿no?
-Hombre, esto hay que celebrarlo. Te invito a lo que quieras
por buena persona. Tu madre estaría orgullosa de ti.
-Vale, gracias. Pues mira, un zumo de los que siempre me pones.
-¿Zumito de piña? -Sí.
-Le aseguro que está tomando la decisión correcta.
Se lo agradezco mucho. Es muy generoso por su parte.
Muchas gracias.
-Espero que esa alegría sea
por la felicitación de uno de los clientes.
-No exactamente. Tío, ¿podía hablar contigo un momento?
-Por supuesto.
-Quería contártelo, pero González me ha dicho
que tenías un desayuno de trabajo. -Por favor, al grano.
Ya sabes que detesto los rodeos.
-Verás, después de pensármelo mucho,
fui al despacho de Somoza y acepté el caso.
Voy a defender a su primo. -¿Que vas a hacer qué?
-Escúchame. -No, escúchame tú a mí.
Después de nuestra conversación, pensaba que rechazarías el caso.
Me he equivocado contigo.
-Tío, ¿me escuchas, por favor? No voy a aceptar el dinero de Somoza.
Mis honorarios van a ir a una ONG, pero ese hombre necesita una defensa.
Ha robado una tele, no un banco y podría ir a la cárcel.
Su mujer está en el paro y pueden perder la casa.
¿Qué va a ser de sus hijos?
-Casos como el suyo los hay todos los días, por desgracia.
-Pero este me lo han ofrecido. -¿No puede defenderlo otro abogado?
-Es posible, pero sé cómo evitar que vaya a la cárcel.
Es una cuestión de principios. No quiero acallar mi conciencia.
Soy abogada por vocación,
sabes bien lo que esa palabra significa,
igual que tu hija lo sabe siendo policía.
En el fondo los tres somos iguales en eso.
-Nerea, pero ¿cómo puedes estar tan ciega?
-He dejado las cosas claras con Somoza
y me habéis prevenido sobre él. ¿No puedes confiar en mí?
Soy una mujer adulta y puedo manejar esta situación.
-Da igual lo que te diga, harás lo que te dé la gana, ¿no?
-Si debo equivocarme, prefiero hacerlo por mí misma.
-Me preocupa que te relaciones con ese hombre.
Pero si tienes algún problema con Somoza,
te pido que recurras a mí, ¿está claro?
-Lo haré, tío. Te lo prometo.
¡Claudia!
Vale, tranquila. ¿Qué haces aquí? ¿Qué ha pasado?
Bueno, no te pongas en lo peor. Seguro que sale todo bien.
Son los peores pacientes.
¿Y se sabe algo de lo que tiene?
¿Se ha confirmado que sea alguna enfermedad tropical?
¿Qué te he dicho? ¡No mires en internet!
Que parece todo gravísimo.
Me quedo contigo un ratito, ¿vale?
Sí, bueno, tengo prisa, pero hasta que sepamos cómo está Antonio.
Tengo el resultado de los análisis.
Parece que le picó una vinchuca.
Antonio tiene el mal de Chagas.
-Hola. -Hola.
-¿Qué tal Fede? Me he quedado fatal después de la pillada.
Tenía que haber sido más discreta, ¿no?
-Un poquito.
-¿Seguía enfadado? -Pues al principio, sí.
Pero me he quedado charlando con él y se ha tranquilizado.
-¿Te ha contado por qué dejó el grupo?
-Sí, algo me ha contado, pero me ha insistido en no sacar más el tema.
-¿De verdad no se lo vas a contar a tu mejor amiga?
-Vale, pero como se entere, me mata. -Soy una tumba.
-¿Seguro?
Bueno, pues el caso es que perdió la voz en mitad de un concierto
y el cuerpo se le agarrotó y se quedó como una estatua, petrificado.
Le entró un pánico escénico increíble.
-Ay, pobre.
-Pues sí. La sensación de fracaso y de ridículo fue tan grande
que decidió abandonar el grupo y no volver a cantar jamás.
-Jo, qué lástima.
He leído una reseña que les hizo un crítico
y eran buenísimos.
Se hablaba de ellos como los nuevos Red House.
Se especulaba que iban a firmar con una gran discográfica.
-¿Has seguido investigando en internet o qué?
-Sí, como he venido pronto... Que lo del expediente de Bremón
era un farol para salir por la pillada de Fede.
-Me he enterado que me has dejado con el marrón.
-Ya, perdona. Me he puesto a trastear por internet
y cuando he dado con la reseña, me he quedado alucinada.
Fede and The Predators era la caña. -Ya será para menos.
-Mira. Léelo tú misma. -A ver.
"Fede and The Predators, un paso adelante
en la evolución del blues".
"El blues no está muerto ni es un fósil como demuestra este grupo".
"La voz rota y personalísima de su vocalista, Fede,
el blues es un sentimiento que se canta y Fede lo siente como nadie".
-Lo ponen por las nubes. -¡Qué fuerte!
A ver, ahí hay un archivo de audio. -Ostras, no me había dado cuenta.
Espera, espera.
-Dale al "play".
-Hola, chicas, ¿qué escucháis? -Blues.
-¿Blues? Me encanta el blues. ¿Qué grupo es?
-Ni idea. -Superamateur. Es nuevo.
-A ver, déjame oírlo que yo conozco muchos.
-No, si cantan fatal, vamos. -Un estruendo horrible.
-Sí, desafinan. No vale la pena que los oigas.
-Vale, vale. Si estáis tan seguras, pues nada.
-¿Me estás diciendo que ese era Fede?
-¡Son buenísimos! -¿A ver?
-Mamá, ¿tú qué haces aquí?
Sí, pero lo he terminado y he venido corriendo.
Vale, pero palpitaciones, ¿por qué?
¿Y eso es muy grave?
Eso es bueno, entonces.
Entonces papá se va a curar.
¿Qué?
-No dejo de darle vueltas a lo que me has contado.
Tiene que ser muy duro amar la música y dejarlo de golpe.
-Sí, lo es, pero es un tema del que no quiero hablar
y que para mí está zanjado.
-Fede, te hemos oído cantar. -Eso es imposible.
Los vídeos en los que salgo cantando los rastreé y los borré.
-Era un archivo de audio junto a una reseña
en la que os comparaban con los Red House.
-Sí, bueno, es una reseña que a la banda le gustó mucho, sí.
-Os ponen por las nubes. Bueno, especialmente a ti.
-Lola, ¿no podéis dejar de fisgar en mi vida?
O sea, ¿por qué no podéis respetarme?
-Porque eres buenísimo, Fede. Tienes un vozarrón increíble.
De verdad, Espe y yo hemos flipado. -Tampoco es para tanto, de verdad.
Y, por favor, que nadie más escuche ese audio, ¿vale?
-Prometido. Nadie lo ha escuchado ni lo van a escuchar.
-Y ahora, si no te importa, me voy a ir a trabajar.
-Pero espérate, hay algo que no me cuadra.
Dijiste que no volviste a pisar un escenario más,
pero tocaste en la gala benéfica de la academia de Ávila,
así que sí que te has vuelto a subir, ¿no?
-Sí, toqué, pero no canté.
Era una gala benéfica en beneficio de un compañero
y yo me subí y ya está. Y esa fue la última vez y ya nunca más.
-Es terrible lo que se está perdiendo la música, Fede.
-Que no hay nadie que se esté perdiendo nada.
La música ya no forma parte de mi vida
y es un tema que tengo absolutamente superado.
-¿Superado?
Fede, no hay más que oírte para ver lo que te duele hablar de este tema.
Lo tienes como una herida cerrada en falso.
-Vale, pues sí, lo admito. Ya está.
El concierto en el que se me fue la voz
era el concierto más importante de nuestra carrera.
Vinieron a vernos managers, ARS, gente de una discográfica
que estaban a punto de ficharnos y yo solito
la cagué con todo y me llevé por delante el futuro de la banda
y ahora cantar blues me recuerda todo eso y...
¿Cómo quieres que no me duela?
Pero ¿qué hago? -Buscar ayuda profesional, Fede.
Seguro que muchos terapeutas te pueden ayudar.
-O sea, ni loco, vamos, ni loco. Yo soy policía.
Estoy feliz siendo policía y con la vida que tengo.
No tengo ninguna necesidad de subirme al escenario a cantar.
-No te estoy diciendo que empieces tu carrera como cantante profesional.
Te digo que vuelvas a tocar, que vuelvas a tocar para tu gente,
para tus amigos, para la gente que te quiere
y que no tengas esa presión de triunfar en la música.
-¿Cómo te lo tengo que decir? Es que no puedo.
No puedo cantar, no puedo.
-No puedes porque has convertido tu gran pasión en un tabú.
Eso es lo peor que puedes hacer.
Tienes que perdonarte a ti mismo y de eso sé bastante, te lo aseguro.
Mira, déjalo. Yo solo quería ayudarte,
pero eres mayorcito para hacer lo que quieras.
-He estado hablando con el dueño de la tienda de electrodomésticos
donde su primo robó el televisor. Le he explicado la situación
de precariedad económica que atraviesa Juan Antonio
y lo arrepentido que está.
Como el aparato le ha sido restituido sin ningún daño,
he conseguido que retire la denuncia.
Es lo que llamamos El perdón del ofendido.
-La felicito. Eso quiere decir
que mi primo no tiene nada más de lo que preocuparse.
-No podemos cantar victoria.
El robo es un delito perseguible de oficio,
por lo que el juicio sigue su curso y se celebrará en un par de semanas.
-¿Pero no era que el señor había retirado la denuncia?
-Es un gran paso y debemos usarlo a nuestro favor.
He mandado un escrito a la fiscalía
explicando la retirada de la denuncia.
He recalcado que era el primer delito de Juan Antonio
y que el robo fue sin violencia
y colaboró con la policía después de su detención.
Esperemos que esto pese.
-¿Y usted qué cree que haga el fiscal?
-Si aceptan el escrito, puede que el ministerio fiscal
retire los cargos y, en ese caso, no iría a la cárcel.
-La verdad es que hice muy bien en contratarla a usted.
Es una abogada excepcional.
Es una apuesta segura y estoy muy agradecido
por lo que ha hecho por mi primo. No podía soportar
la idea de que fuera a la cárcel por no tener con qué comer.
-Prudencia, a ver cómo respira el fiscal.
-Después de lo ocurrido he querido ofrecerles dinero,
pero no me lo han aceptado así.
Entonces, le ofrecí trabajo como fontanero en una de mis obras.
Eso sí me lo aceptó feliz
y sus hijos están muy contentos porque su papá tiene trabajo.
-Esa es la mejor solución para él y para su familia.
Para unos hijos es importante ver que sus padres trabajan
y pueden sacarlos adelante.
Crecer en un ambiente sin esperanza de futuro
debe ser terrible.
-Así es. La falta de trabajo puede destruir todos los hogares
y los niños crecen creyendo que son unos perdedores.
Eso es muy desolador.
Es el caldo de cultivo para crear futuros delincuentes.
Todo esto que ha pasado me ha dejado pensar mucho.
-Es un asunto muy serio,
por eso decidí donar mis honorarios a esa ONG.
-Lo sé y, aparte de sus honorarios,
yo hice una generosa donación a esa ONG.
-Oh, no sabía que fuese tan altruista.
-No se deje engañar por trajes costosos, señorita Nerea.
Recuerde que yo vengo de Colombia, yo he visto la miseria.
Yo sé cómo son las cosas.
Por eso, como empresario, creo que la forma más digna
de ayudar a los demás es ofreciéndoles trabajo,
así como hice con mi primo.
Conozco esa mirada.
Pensará en todas las cosas que le han dicho de mí
y ahora resulta que tengo corazón.
Bueno, me imagino que ahora sí me va a aceptar el cafecito, ¿cierto?
A mí las cosas buenas me gusta celebrarlas.
-De momento no hay nada que celebrar.
Hablaré con el ministerio fiscal y le mantendré al tanto,
señor Somoza. -Hasta luego, señorita Nerea.
-Cómo está el mundo.
Ahora los médicos, en vez de curar, matan.
-Eso dice mi abuela. No los quiere ver ni en pintura.
-No me refiero a eso. Digo el que ha salido en el periódico.
Por lo visto se cargaba a sus pacientes. Los asesinaba.
-Sí, lo estoy leyendo ahora. Los mataba con morfina.
-Sí, yo lo he visto esta mañana en internet.
-Oye, tú como psicóloga, ¿estos casos cómo se explican?
-Cada caso es un mundo. Este, al parecer, tenía Complejo de Edipo.
Revivía la muerte de su madre con cada víctima.
-¡Cómo están las cabezas!
-Perdona, eres Teresa, ¿verdad? La psicóloga.
-Sí, y tú eres el director de la UIT, ¿verdad?
Te conozco de vista. -Y yo de oídas.
Fede, encantado. -Igualmente.
-Bueno, la gente en comisaría está encantada contigo.
O sea, por lo de psicóloga y eso.
-Bueno, entonces, hablarán de mí bien.
-Sí, muy bien. Hay cada uno,
hay alguno que tiene las cabezas absolutamente revueltas
como si fuera, no sé, la habitación de un adolescente.
-Para eso estamos los psicólogos, para ayudar a organizar cabezas.
-Qué bueno. Una preguntilla. ¿Tú tratas también fobias?
-Sí, claro. -Es que he escuchado cada una...
-Bueno, hay gente que le tiene fobia al jabón.
No, que es broma, pero en plan a avispas o ranas... No sé.
-Hace poco he tratado a un paciente que tenía amaxofobia,
que es miedo irracional a conducir.
-Y no sería taxista. -Eh, no.
-Ya. ¿Y se curan?
-¿Cómo que si se curan?
A ver, depende del grado de patología que desarrollen.
Pero sí, normalmente la superan.
-Ah. Es que tengo yo un amigo un primo, vamos, uno,
que tiene fobia a los payasos. -Ah, coulrofobia.
Coulrofobia se llama el miedo a los payasos.
-Ya. -Es muy común, ¿eh?
-¿Sí? -Sí.
-Bueno. -Más de lo que la gente piensa.
Perdóname, que me tengo que ir ya. Tengo una cabeza que ordenar.
Te dejo aquí lo mío, María. Gracias. -Bien, cariño.
-Adiós.
-Oye, Fede, si algún día tienes un problemilla,
ve a verla a su consulta. Es una ardilla, eso dicen.
-¿Tú me has visto cara de tener algún problemilla?
¿Soy un bicho raro o algo?
-Para ir a un psicólogo no hay que ser un bicho raro.
-¿Qué tal el examen, hija?
Pues preocupado por el maldito examen.
-Me salió muy bien, papá. ¿Y tú cómo te encuentras?
-Confundido. Estaba contándole un sueño a tu madre
y, de repente, el corazón se me puso a mil por hora.
Creen que te pudo haber picado un bicho
o a lo mejor has comido alimentos contaminados.
Sí, es portadora del parásito "Tripanosoma cruzi".
-Menudo nombre.
-También está presente en el agua contaminada
y me tomé muchos zumos. Vete tú a saber.
Podéis estar tranquilas, tiene una alta probabilidad de curación.
-¿Cómo una alta probabilidad de curación?
¿Hay alguna posibilidad de que no se cure?
Seguro que sí.
Además, tengo lo más importante, que es vuestro cariño
y con eso voy a poder con todo.
Pase, Tano.
-La información de Julio Quintero que me pidió.
-Vamos a ver. Sírvase un trago, si quiere.
-Gracias, patrón.
Julio vivió hasta los diez años en Distrito Sur.
A esa edad, sus padres se divorciaron y su madre se lo llevó a Miami.
-Por lo que veo, era un muchacho muy aplicado.
Estudió Empresariales, Mercadeo y Nuevos Negocios.
-Hasta ahí todo normal.
Lo interesante está en la siguiente página.
-¿Es cierto esto que dice aquí? -Absolutamente, patrón.
-Vamos a ver.
-Julio Quintero recibe paquetes desde Estados Unidos,
más concretamente de Miami de un psiquiatra muy reputado.
Intercepté uno de esos paquetes
y vi que tenía medicación, así que mandé a mis chicos
a Miami a hablar con el psiquiatra.
-Espero se hayan comportado decentemente.
-Lo justo para darle un susto y que nos entregara su historial médico.
A los 14 años, a Julio Quintero le diagnosticaron trastorno bipolar.
La medicación le ayuda a llevar una vida normal,
pero no puede evitar tener un brote psicótico
o alguna depresión profunda si recibe una noticia impactante.
-Julio Quintero con un trastorno mental.
¿Quién lo iba a decir, cierto?
Por eso, cuando discutió con su padre por mí,
se puso a tirar cosas y terminó en la comisaría
con un golpe en la frente por resistirse a la policía.
Eso es que le dio una crisis de esas.
¿Su padre lo sabía? -Yo creo que no.
Su madre, probablemente, sí. Se lo diagnosticaron de adolescente.
-Y si pensaba que con las pastillas podía controlarlo, no le dijo nada.
Acaba de llegar a su vida y no quería sentir rechazo.
-Por mucha medicación que tome, no puede evitar que le pase factura.
Por eso creo que el empeño en no vender Transportes Quintero
tiene que ver con la enfermedad. -Tiene que ser de locos.
-Julio Quintero ha estado ocultando su enfermedad.
Cuando era un adolescente se sentía diferente,
por eso ahora quiere encajar y ser uno más.
Por eso ese empeño en sacar Transportes Quintero adelante
sin que la enfermedad sea un impedimento.
-Pero sí lo es.
Él quiere hacernos creer que es fuerte, pero no,
es inestable, débil. Es frágil.
-Julio es una bomba a punto de estallar
y ahora que ha muerto su padre, estará a punto de tener una crisis.
-Si no la tiene, naturalmente nosotros se la vamos a provocar.
Con Julio Quintero no tenemos que usar la fuerza,
no hace falta romperle las piernas para doblegarlo.
Con él tenemos que hundirlo psicológicamente.
Hacer que no crea en él, que no confíe en él,
que se sienta menos.
Si nosotros logramos eso, ya lo tenemos en nuestras manos.
-He hecho una lista de suministros.
Alicia, será mejor que bajes esa pistola.
-A ver, cuenta que me das miedo. -Estoy pensando
en la manera de que Fede supere su pánico escénico.
-Ya lo sabemos, pero concreta un poco.
-Más tarde, luego, más tranquilamente.
Necesito madurar mi idea. -Espe, cuéntamelo. No me dejes así.
-No seas pesada, no te lo voy a contar.
Pero tengo clarísimo que esto va a funcionar.
Bueno, no lo he hecho por propia voluntad,
si es lo que te estás preguntando.
-Que tiene una recuperación dentro de unas semanas
y yo, pues eso, me he ofrecido a ayudarla
y ella me ha dicho que sí.
-¿Que sí a darle clases o a algo más?
-Quiero luchar por ella, por muy difícil que sea.
-La respuesta está aquí.
-¿Has quedado con alguien en La Parra?
-Ay, que no, tonta, que no.
Que la respuesta al problema de Fede está aquí, en La Parra.
-Tiene que aceptar esa oferta porque es la mejor que le van a hacer.
Coger el dinero después de vender la empresa,
irse a Miami y empezar de cero. Empezar una nueva vida.
Alicia, te pido un favor.
Tú eres la única persona que puede convencerlo
porque tú eres su hermana. No quiero que Julio termine como yo.
-Te juro que no vas a perder ni un solo céntimo.
No, oye, no te busques otro.
Hazlo por la memoria de mi padre, joder.
-Quinterito, ¿cómo está?
¿Cómo le va siendo el gran jefe de todo esto?
La inspectora jefe Miralles es la policía más veterana de la comisaría del Distrito Sur. La inspectora Alicia Ocaña se incorpora a la comisaría. Ambas son el eje en torno al que gira la vida personal y profesional de sus compañeros y los casos policiales que afectan al barrio.
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