Lunes a viernes a las 16.25 horas
Yo sé que lo que te voy a pedir es algo muy raro.
Mi matrimonio depende de que no digas nada.
Bueno, más bien, de que no desmientas nada.
Es que le he contado a Paolo
que tú tienes...
Que tienes algo con Doménico.
Está de lujo contigo y no pienso ser yo quien la líe.
-Si te callas, no tiene por qué pasar nada.
-Ojalá algún día le eches valor y seas capaz de decírselo.
Como se entere por otro lado, la vas a mandar al hoyo.
Y te acordarás de esta conversación.
Anoche, no, esta mañana.
Voy a poner la casa a nombre de los dos.
-¿Perdona?
¡Es la herencia de la abuela Roberta!
-Ya, pero lo que no voy a permitir
es que Jesús se gaste ese dineral
y que no conste en las escrituras.
Hemos estado hablando de lo de la radio.
Sabe que conozco a Raúl Balledor.
No.
Rosa, vives con un manipulador y un mentiroso.
¡Llevas toda la vida creyéndole! -¡Ya está bien, cállate!
¡No te permito que hables así de Nacho!
Siempre has hecho lo mismo, ¿verdad?
Siempre has destruido todo lo que yo he creado a mi alrededor.
Sé perfectamente de qué va esto.
Tú y Ortuño podéis estar tranquilos.
No os voy a fallar.
Porque juega el Estu y lo televisan.
Si quieres, puedes venir a verlo a casa.
-¿A tu casa?
-Sí, pero una cosa te voy a decir.
Acostúmbrate, porque no me vas a ver casi el pelo.
(RÍE)
-No pienso volver a casa y menos, dejar a Carla.
¿Vale?
-Yo llevo las birras.
Tenemos reserva en el restaurante.
No sé, pregúntamelo dentro de una hora.
Tú, modesto, no, no eres mucho.
Bueno, pues habrá que ir otro día
a conocer el restaurante que me querías enseñar.
Siento que hayas perdido la reserva.
¿Estás bien?
¿No te parece que estamos yendo demasiado rápido?
No, no, para nada.
Por si te parecía que había sido demasiado inesperado.
Sí, en este caso...
(Mensaje de móvil)
Qué raro.
Mi hermano, que dice que vaya para casa ahora mismo.
Que él está yendo.
Reunión familiar urgente.
Ya te digo.
Eso es lo que tienen los planes improvisados.
Vale.
Pues me voy.
Adiós.
No he vendido nada. A estas horas no hay clientes.
Tu comunicación no verbal dice que estás contento.
Has cogido un vino para celebrarlo. ¿Sois novios?
Me cae bien, pero creo que estás con ella porque era tu única opción.
No os entiendo, sois muy raros.
(Sintonía de "Mercado Central")
# Se apagó
# una luz de la ciudad
# y una sombra en sus viejos pasillos
# de colores,
# que no brillarán más.
# Ven, sígueme
# a aquel lugar,
# sabor a sal
# y azafrán,
# aromas de un tiempo atrás.
# Y se encendió
# una luz de la ciudad
# en la plaza # donde regateamos con un beso
# volver a comenzar.
# Juntos tú y yo,
# jugando a recordar
# que somos cada uno un color,
# sabor a son
# de aquel Mercado Central... #
Vale, te llevas todo esto al puesto, por favor.
Eh, tú.
Contigo quería hablar. -Pues dime.
-¿No tuviste huevos de decirle a tu padre
que la culpa de que la mercancía no llegara fue tuya?
-Se lo dije y siento que pagaras las consecuencias.
-Me han puesto en la calle. -Lo sé.
Fue mala suerte que se averiara la furgoneta.
-Mala suerte la tuve yo,
que he perdido el trabajo y no tuve la culpa de nada.
-Yo te lo arreglo, deja que hable con mi padre.
-No, no, déjalo.
No pienso trabajar con una gentuza como tu familia.
-Cuidado con lo que dices.
Te he pedido perdón y te he ofrecido mi ayuda.
-Y yo te digo que te metas tu ayuda por donde te quepa.
Quería decirte que eres un mierda.
-Muy bien, muy bien.
Pues ya está, ya lo has dicho. Venga.
Soy el que tu marido ha despedido por la cagada de tu hijo.
Tú no te enteras de nada.
Ni de cómo lleva el negocio tu marido
ni de lo que hace cuando no le ves.
Un día me cruce en la puerta
del despacho de tu marido con una mujer.
Muy guapa, por cierto.
Y que salía abrochándose la blusa.
Y no eras tú.
A ver, ¿para qué va a tener tu marido un despacho?
Que reparte fruta al por mayor, que no es un ministro.
Ya me voy, pero eso no va a cambiar que seas una cornuda.
Y una ingenua.
¿Ha pasado algo?
-¡A ver si la pierdes tú de un guantazo!
-Oye, a ver si dejáis de poneros gallitos.
Me habéis dicho que hemos quedado para hablar tranquilamente.
Si no es así, me marcho.
-¿Puedo saber qué has hecho?
-De la familia, no, de mí.
De mi negocio.
-Tú eres consciente de que Valeria no te lo va a poder devolver.
-No es un préstamo, es una inversión.
va a poner el 50 por ciento de la casa a mi nombre.
Ni siquiera has visto la propiedad.
Está frente al mar y Comillas es una zona privilegiada.
-Deberías habernos consultado una decisión así.
-¡Soy vuestro padre y no tengo que pediros permiso de nada!
No, esto nos afecta a todos los Pacheco.
¿No te das cuenta? Si haces eso,
la mitad de la casa será de Jesús De la Cruz.
-A cambio, nada más y nada menos,
que de 200 000 euros.
Más de 30 millones de las antiguas pesetas.
Lo dices como si la fuera a regalar.
-Cada año que pasa eres más egoísta.
No piensas en nada, ni en tu nieto.
-¿Qué tiene que ver? -Que es su herencia.
-¿Ya me vuelves a enterrar? Vamos a ver.
Si Jesús no me da ese dinero, perdemos la casa.
Que me la quieren tirar, Carmen.
-Ya te lo he dicho mil veces. Ese solar vale muchísimo dinero.
Si lo vendemos, podemos reformar el puesto
y pagar la cubierta, que todos comemos de este mercado.
-¿En qué quedamos?
¿Te preocupa la herencia de tu hijo o quieres vender el solar?
-Porque me preocupa la herencia de mi hijo quiero vender el solar.
-Pero salvamos la casa.
-Por favor, dile algo.
-Eso es entre vosotras, yo mejor no hablo.
-Que esto nos afecta a todos. Y, sobre todo, a Samu.
En su condición, si nosotros faltamos,
solo le vamos a dejar deudas. -Eso sí que no.
No utilices a mi nieto para hacerme sentir culpable.
Hasta ahí podíamos llegar.
La casa es mía y haré con ella lo que considere oportuno.
-Y a los demás, que nos den.
-Se trata de mi vida, Carmen.
Y ni tú ni nadie me va a decir cómo debo vivirla.
Papá tiene razón, es su vida.
-¿Cómo que es su vida?
Es el dinero del negocio familiar.
-Papá se ha enamorado de Valeria y ha decidido vivir su futuro
invirtiendo su dinero en una casa en la playa.
-¿Qué sabrás tú de amor?
-Has dicho que íbamos a hablar con tranquilidad.
-Sí, de dinero, Lorena.
Vamos a hablar de dinero, no de amores otoñales.
Del patrimonio familiar, del futuro de nuestros hijos.
Pero a ti eso te da igual, porque como vas a tu aire.
-Voy a mi aire, pero formo parte de esta familia.
-Hasta que decidas largarte, como haces siempre.
-¡Bueno, basta!
Por si no os habéis dado cuenta, todavía no me he muerto.
Así que dejad de repartiros mi herencia.
Yo he levantado este negocio de la nada y no permito
que me digáis lo que tengo que hacer con mi dinero.
Lo voy a invertir en la casa de Valeria.
Y si no os gusta, no vengáis a visitarnos.
Tranquilos.
Ya disfrutaremos los dos de las vistas al mar,
de los paseos en la playa.
De un atardecer en el Cantábrico, de una ración de rabas.
Lamento trastocar tus planes de heredarme en vida.
Pero tengo el firme propósito de durar muchos años.
Y los voy a vivir en la casa que a partir de ahora
será mía y de Jesús. -Que deja de ser la casa familiar.
-Una casa en la que no has puesto los pies
en muchos años y que tú querías vender.
No sé por qué eres tan pesetera.
Yo no te he crido para que fueras así.
Hay cosas más importantes en la vida.
-Que no es el dinero, que esa casa era la herencia
de la abuela Roberta, que heredó de sus padres y tú, de ella.
Y tú le quieres vender la mitad de esa casa
a Jesús De la Cruz, a un De la Cruz.
-¿Qué quieres decir con "a un De la Cruz"?
Ni que fuera un delincuente.
-No mueve un dedo si no saca tajada de ello.
-Va a poner el dinero porque me quiere.
-Si la abuela Roberta levantara la cabeza...
-Si mi madre levantara la cabeza,
estaría muy contenta de que gracias a la generosidad de Jesús,
vamos a salvar del derribo la casa que tanto quería.
-¿Y tú no vas a abrir la boca?
-Yo estoy casado contigo, pero no soy un Pacheco.
También te digo que Jesús nunca se ha caracterizado
por su generosidad, precisamente.
-Mamá.
Piénsatelo bien. Todavía estás a tiempo de dar marcha atrás.
-Lo he pensado mucho y la decisión está tomada.
Esa casa es mi sueño y ahora se va a hacer realidad.
Si tanto te molesta,
es tu problema.
(Suspiro)
No tengo ganas de discutir, Carmen.
Hoy no.
-No sé por qué estás tan mustia, con el regalazo de mi madre.
-¿Regalo, dices?
Tu madre está engatusando a mi padre para pegarle un sablazo.
-¡Es justo al contrario!
Tu padre se aprovecha para quedarse con la mitad de la casa.
-¡La casa se cae a cachos, por el amor de Dios!
-¡Que ese solar vale un dineral!
¡Está en la zona más cotizada de Comillas!
-Mi padre ha puesto 200 000 euros.
Estoy segura de que no vale ni la tercera parte.
-Vale mucho más. Pero no es el dinero.
Esa casa era de mi abuela y tendría que haberla heredado yo.
-Ibas a heredar una ruina y gracias al dinero de mi padre,
vas a heredar la mitad de una casa reformada frente al mar.
-Tu padre es un especulador, por eso quiere invertir.
-¡Y tu madre es una lianta que vive a costa de nuestra familia!
-¿Qué has dicho? -¡Lo que has oído!
-¡No hables así de mi madre! -¡Eh!
¿Se puede saber qué os pasa?
Se oyen vuestros gritos por todo el mercado.
-Está insultando a mi madre.
-Yo estaba aquí muy tranquila. Tú has venido a provocarme
diciendo que mi padre se aprovecha de tu madre.
-¡Es que es la verdad! -Un poco de calma.
-¿Y tú qué quieres?
-He venido a pedirte un par de botellas de cava.
Se me ha acabado y no puedo hacer el cóctel de la casa.
Pero me encuentro esta guerra entre Montecchi y Capuleti.
-Capuleti será Jesús.
-Luego dice que no provoca.
-Os lo digo en serio.
Estáis dando un espectáculo.
Todo esto es por la historia de amor entre Jesús y Valeria.
-Es una historia de ladrones.
-De una lianta. -¡Basta!
Ahora os dejo y podéis seguir tirándoos de los pelos.
Pero dame dos botellas de cava. -Es que no tengo botellas.
-¿En serio, Rosa?
¿Qué culpa tengo yo de todo esto?
-Que no, cariño, de verdad, no tengo botellas.
Vete a pedírselas a Jorge. -Muy bien.
Eso haré, sí.
Os dejo seguir con lo vuestro.
Solo os falta sacar un par de pistolas y batiros en duelo.
Pero cuando tenemos problemas, tenemos que hablar, no gritar.
Sobre todo, cuando queremos a los otros.
A lo mejor tiene razón.
Las dos familias vamos a ser víctimas
de la decisión de tu madre y de mi padre.
-Totalmente de acuerdo.
Salimos perjudicados de esta decisión absurda.
-¿Entonces, por qué no dejamos de discutir?
Y unimos fuerzas.
Intentamos que alguno entre en razón y dé marcha atrás.
-Uh, mi madre es una cabezona, no va a dar marcha atrás.
Le he suplicado que se lo pensara
y no te digo dónde me ha mandado porque...
-Ya, mi padre es igual.
Nos hemos reunido con él y no nos ha hecho ni caso.
-¿Entonces, qué hacemos? -No sé.
Yo creo que al único que puede escuchar es a Elías.
A mi hermana y a mí no nos hace ni caso.
Creo que va a ser nuestra única esperanza.
-Madre mía. Después del programa de radio,
yo creo que no nos lo van a dar.
-Sí, ¿qué pasa?
Eh...
Sí, claro.
Pues...
A ver, yo te advertí que era un cretino.
Dice que el tema no da más de sí.
Uno vendido a los políticos de la oposición en el ayuntamiento.
Lo único que le mueve es echar mierda al gobierno de ahora.
No os extrañe que detrás de todo esto esté Ortuño.
Bueno, ¿Qué? Abre la carta ya.
Bueno, ¿qué más da? Rosa es su hermana.
Era la presidenta.
Ábrela tú. -Sí, trae, no pasa nada.
-¿Qué?
(SUSPIRA)
Lo que nos temíamos.
-¿Para qué ha servido tanto vídeo y tanta historia?
Qué pérdida de tiempo. Como la muestra gastronómica.
Yo dije que el vídeo había que mandarlo a la televisión.
Y puse un solomillo de primera para la muestra que está en la basura.
Mía no y tú estás en todo lo que sale mal.
Que a lo mejor el reloj que te regaló Ortuño
era para asegurarse de que no nos dieran la ayuda.
¿Qué?
¿Nacho? -¡Hola!
-¿Qué haces aquí?
-Tengo un rato antes de una reunión.
¿Y tú, no cerrabas hoy el bar?
(ROSA SUSPIRA)
No puedo más. Lo va a cerrar Lorena.
-¿Todo bien?
-Estoy cansada, nada más.
-¿Quieres que me quede en casa?
Suspendo la reunión. -No, no, gracias.
Lo único que quiero es darme una ducha y meterme en la cama.
-Pero ¿ha pasado algo?
-¡Buf!
Pregúntame qué no ha pasado.
-Otra vez Lorena, ¿no?
-Si solo fuera eso...
Pero es que es todo, Nacho.
-A ver, tranquila, siéntate y me cuentas.
(ROSA SUSPIRA)
A veces siento que todo mi mundo se derrumba.
-No digas eso. Me tienes a mí.
-Y a Noa, si ya lo sé. Menos mal que os tengo.
Del resto de la familia, ni hablamos.
Mi padre ha perdido el norte con lo de la casa de Valerie.
-Valeria y Carmen le van a sacar todos los cuartos.
Menudas son. -Ya la he tenido con Carmen.
-¿Ah, sí? -Hombre.
Se cree que su madre le está haciendo un favor a mi padre.
-Como tu padre tarde en alejarse, va a salir escaldado.
Aunque bueno, visto de otro modo,
así tendríamos un sitio para ir de vacaciones.
-Yo no pienso poner un pie en esa casa, así te lo digo.
Como para aguantar a las Pachecas. -Estaba bromeando.
-Y encima Lorena, en vez de hacer recapacitar a mi padre,
se pone de su parte en esta locura.
-Deberías aceptar que en tu hermana nunca vas a encontrar un apoyo.
-Yo soy tonta, Nacho.
Tú mejor que nadie sabes lo que me ha costado
aceptar su vuelta.
Estaba ya tan ilusionada...
y me vuelve a decepcionar.
-Y lo hará una y otra vez. Pero ya sabes lo que dicen.
Cuando alguien te engaña, es culpable la primera vez.
Las siguientes son culpa tuya por dejarte engañar.
-Anda, que menuda racha.
Y han llamado del Ayuntamiento, que no nos dan la subvención.
-Bueno, no te preocupes por eso.
-¿Cómo no me voy a preocupar?
-Quiero decir, Rosa, que llegado el momento,
con mi sueldo tendremos bastante para vivir.
-Pero es que no se trata de eso.
Estamos hablando de mi trabajo, Nacho.
Y del mercado, que es el lugar donde yo he vivid9o.
-Lo sé, lo sé.
Pero no necesitas aferrarte a ese mercado para ser feliz.
Que te sientas libre de hacer lo que creas.
No sé, Rosa, piénsatelo.
Sé que ese mercado simboliza uno de los mejores momentos de tu vida.
Pero a lo mejor es mejor dejarlo ahora.
Antes de que ese bonito recuerdo se estropee.
Estáis vendiendo mucho.
Cuando no está Jorge, las ventas se reducen un 10 por ciento.
Él sabe aconsejar a la gente para que se lleven otras cosas.
Se ha ido con Lorena porque ha discutido con la carnicera.
Han llamado del Ayuntamiento y no van a pagar la reparación.
Dice que no va a hacer nada más por el mercado
porque la carnicera le ha echado la culpa.
Espero que con Lorena se le pase el enfado.
Pero él y Lorena no son amigos, son novios.
Que ya ha llegado la carta del Ayuntamiento.
No, no hace falta porque como no te encontraban,
la ha abierto la tía Rosa. -¿Y qué dice la carta?
-Que el Ayuntamiento no les ha concedido la ayuda.
No va a dar ni un duro para arreglar el mercado.
-Pues mal, como era de esperar.
Carmen la ha tomado con él.
Sí, me ha preguntado y le he dicho que he hablado con él,
pero que no ha querido colaborar.
Lo que tú me dijiste.
Los vi besarse esta mañana.
Él dice que ya se verá, pero que están muy bien juntos.
Eso es casi como ser novios.
Dudaba entre Lorena y otra mujer, pero se ha decidido por Lorena.
Estaba enamorada de la otra, pero descubrió que estaba con otro.
No sería feliz con ella.
Sí, pero dice que Lorena es luz y la otra, oscuridad.
¿Tú sabes quién podría ser?
¿A ti no te gusta Jorge?
Pues hacíais muy buena pareja. Yo pensaba que seríais novios.
A mí Jorge me cae muy bien.
No lo entiendo, para mí hacéis mejor pareja que él y Lorena.
Sabía que eras un buen fichaje. No sabía que eras un crack.
(RÍE)
¿Te gusta Ibiza?
Soy dueño de uno de los mejores hoteles de la isla.
Un cinco estrellas en la playa de Talamanca.
Tienes una suite para ti cuando te dé la gana.
Llama, pregunta por mi secretaria y ella se ocupa de todo.
Todos los gastos pagados.
No hace falta, se lo ha ganado. -No, gracias.
-Los buenos fichajes se merecen una buena prima.
Sobre todo, cuando ganan partidos.
Sigue así.
Os dejo.
(RÍE)
El año pasado, cuando fui a Ibiza,
no me dejaron entrar ni al bar de este hotel.
Pero ¿lo decía en serio?
Sí, he tenido que tragarme la culpa
por fastidiar la muestra gastronómica.
Por haber planeado lo de la radio.
No, si me parece estupendo. Pero me compensará
siempre que me des un fin de semana libre para pirarme a Ibiza.
¿Querías verme?
Te advierto que si es para seguir dándome la tabarra
sobre la casa de Valeria, he dicho mi última palabra.
-Anda, siéntate.
Que no es por eso por lo que te he llamado.
-Estás muy seria.
¿Es algo grave?
(ROSA SUSPIRA)
Es importante. -Se trata de tu hermana.
-Pues sí, ¿cómo lo sabes? -Porque tengo ojos en la cara.
¿Qué ha pasado, por qué habéis discutido ahora?
-Prefiero no hablar de eso.
-Os pasáis la vida discutiendo. Si no es por una cosa, es por otra.
Tenéis que dejar de pelearos, que no tenéis 12 años.
-Pero es que esta vez se ha pasado de la raya.
Lorena y yo hemos terminado.
-¡Que barbaridad, que es tu hermana!
-Que me da igual. -No te da igual.
¿Qué ha ocurrido para que estés tan enfadada?
-No quiero hablar de esto.
-Rosa, dímelo ahora... -¡Que no!
¡Que no es asunto tuyo! -No me hables así.
-Lo siento, papá, es que estoy muy nerviosa.
Perdóname, de verdad.
No puedo explicártelo, es un tema personal entre ella y yo.
Lo único que puedo decirte es que ya no hay reconciliación posible.
-La familia es lo más importante, Rosa.
-Mi familia es mi marido y mi hija.
-Entonces, se trata de Nacho.
-De verdad, es que no quiero darte explicaciones, papá.
Lorena me ha hecho daño, lleva toda la vida haciéndome daño.
He dicho basta, se acabó.
-A mí también me han dolido muchas cosas que me ha hecho tu hermana.
Sobre todo, cuando no vino al entierro de tu madre.
Pero ahora ha vuelto y parece más centrada.
Tenemos que estar juntos.
-Lorena sigue siendo la misma egoísta de siempre.
-Vamos a ver, aparte de ser hermanas, trabajáis juntas.
¿Cómo vas a cortar con ella si os veis todos los días?
-Es que para eso quería verte, papá.
Para decirte que no voy a trabajar en el bar.
-¿Dejas el bar? -Sí.
-¿Cómo que dejas el bar?
-Anda, ven aquí.
Cuanto antes lo sepáis todos, mejor.
Lorena y yo no podemos seguir trabajando juntas.
Me quito de en medio porque lo único que quiero es vivir en paz.
-¿Qué te ha pasado con la tía? -No sé qué ha pasado entre ellas.
Tu madre no quiere contarlo.
-Sea lo que sea, habladlo y lo solucionaréis.
-Espero que respetéis mi decisión.
Me ha costado mucho tomarla.
Pero no hay vuelta atrás.
(Timbre)
Eh...
No vengo por eso. Está relacionado, pero no.
Tenemos que parar a tu padre y a mi madre.
Además de pagar la reforma, tenemos que pagar el tejado.
Ese dinero nos vendría muy bien, porque mi familia no es rica.
Lo que quiero es vender la casa o el solar, si la tiran.
Y hacer frente a lo que se nos viene encima.
Estamos de acuerdo en que esa idea es absurda.
Rosa dice que eres el único que lo puede conseguir.
Es muy tozuda, están cortados por el mismo patrón.
Yo tengo una idea.
Es un poco desesperada, pero la situación...
Y la tía, como si no me conociera.
Buscar curro es el curro más difícil que he hecho.
Y el peor pagado, por cierto.
(RÍE)
Eh...Noa.
¿Hay alguien ahí? -¿Qué?
Perdón, ¿qué decías?
-No, nada.
Decía que buscar curro es una mierda.
Pero tendré que hacerlo si quiero encontrarlo.
-Sí, claro.
-Madre mía, Noa.
Eres la leche dando ánimos a los colegas.
-Perdona.
¿Sabes algo del zapatero?
-El zapatero sé que...
-Samu me dijo que te recomendó para trabajar con él.
-No lo sabía.
Sé que al final ha contratado a su sobrina o no sé qué movidas.
-Pues no sé, tío.
-Pues si no sabes tú, imagínate yo.
-Oye, Jona, lo siento, hoy no tengo un buen día.
-¿Qué te pasa?
¿No estás contenta por hacer el curso de fotografía?
Venga, Noa, que trabajas en el bar, no te quejes.
Ya me gustaría tener tu suerte.
-Tampoco es para tanto.
Ganarse la vida como fotógrafa es muy difícil.
-Pues mírame a mí.
Que no tengo casi estudios.
Que a lo máximo que aspiro es a currar
de reponedor en cualquier supermercado.
Eh, te lo digo en serio, me cambiaba por ti ahora mismo.
Pero así.
¿Qué te pasa? -Perdona.
Perdona, es que...
Estoy harta de vivir a trompicones.
No sé, tampoco es que esté pidiendo una vida de pija.
-Qué va, tía, Noa, si tú nunca has sido una pija.
Tú también las has pasado canutas.
(LLORA)
-Noa.
Oye, ¿qué te pasa?
-Pues que la he cagado, Jona.
Es que la he cagado del todo.
Es que siempre lo tengo que hacer todo mal.
-¿Qué pasa, de qué hablas, Noa?
Eh.
-Pues que mi madre va a dejar el bar.
Se ha cabreado con Lorena y va a dejarlo.
-Vale, lo siento, pero no sé qué culpa tienes tú de eso.
-¡Pues toda, Jonathan, toda!
La culpa es mía por empeñarme en hacer el curso.
-No me estoy enterando de nada. ¿Qué pasa?
-Que yo le pedí el dinero a mi padre.
-Sí.
Y él pasó de ti, ¿no?
-Claro, y me fui a ver a mi abuelo.
Eso le sentó fatal a mi padre y se cabreó.
-Pero al final te lo paga, ¿no?
-Porque mi abuelo le echó una bronca.
-A ver, Noa, no estoy entendiendo
qué tiene que ver todo esto con que tu madre deje el bar.
-Que mi padre sintió que le había humillado delante de mi abuelo.
Su reacción fue manipular a mi madre y enfrentarla a Lorena.
-Pero ¿enfrentarlas para qué?
-Para que dejara el trabajo.
Y se quedara todo el día metida en casa.
Ahí es donde él puede anularla, ¿sabes?
Además, sabe que es lo que más le puede joder
y lo ha conseguido.
-Pues sí que es retorcido tu viejo.
-Ahora entiendes por qué no tengo ilusión por el curso.
Porque mientras yo esté fuera,
mi padre le podrá seguir haciendo la vida imposible a mi madre.
Y ahora, encima, a tiempo completo.
-No te preocupes, Noa.
No sé, todo se va a solucionar, ya lo verás.
Ya verás como todo va a mejor.
Pues ya me dirás tú. ¿Tienes otra idea?
¿Qué?
Huy.
Es que quiero que mi madre sea feliz.
No quiero que le venda la casa a Jesús.
Pero están muy bien juntos.
Hombre, si no hay más remedio...
Yo sé una cosa que si la digo, igual sí funciona.
Es que...
Es que no lo tengo claro. Es un as en la manga
que no quiero utilizar a no ser que sea estrictamente necesario.
Si puedo, no lo uso.
Pero si lo tengo que usar, lo uso.
No es fácil atender a los clientes,
recibir a los proveedores, cocinar, todo al mismo tiempo.
-Puedo perfectamente con esto y puedo con muchísimo más.
Además, tengo a Noa. Un momentito.
Si me ves muy liada, entras y echas una mano.
¿Te crees que no soy capaz?
Que ya no es solo mía, que ahora es de los dos.
-Qué raro suena.
Nuestra casa.
-Mucho, pero me encanta.
En esta lista, hay tres listas.
La primera son los ingredientes que me gustan.
La segunda, los que no me gustan y la tercera, los que me dan igual.
Cuantos más de la primera haya, mejor. Muchas gracias.
Ramiro me ha dado este aviso de avería.
Hay una fuga de agua en los almacenes.
-Luego me pongo.
-No, ya, que se está empezando a encharcar.
-¡Pues que esperen!
He quedado para comprar con Carla cosas de la casa.
Se pasan todo el día juntos.
Sí, claro, pero es que si lo uso,
mi madre no me vuelve a hablar en la vida.
Claro, por eso no lo quiero utilizar.
A no ser que no haya otra opción.
Necesitamos a alguien de confianza
y eres el primero en el que he pensado.
-Pues gracias, tío, pero...
No sé si después de...
No sé si es buena idea volver a currar en el mercado.
-Te pagaré más que las Pachecas.
-¿Cuánto más? -Un 10 por ciento.
-Que sea un 20.
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