1995
¿Qué pasa?
¿Qué hace usted aquí?
Señora.
Sujétela, le haré una tila.
Vamos.
Sí.
Pero ¿qué hace? Pero, señor, ¿aquí?
¿Eh?
Pero, señor.
¿Está peor la señora?
Dese la vuelta.
Le digo lo que usted quiera,...
...pero si no se quita de ahí no puedo vestirme.
Nada, no encuentro nada de particular.
Amiga mía, esa es una enfermedad que yo no puedo curar.
Pero sí puedo decirle que debe olvidarse de esas aprensiones...
...y solo pensar en su salud.
Tiene que hacer un régimen, pero lo más importante,...
...dada la naturaleza de su mal,...
...es que se distraiga, que tome el aire,...
...que busque la alegría.
¿Por qué no se va al campo?
¿Cuáles son esas circunstancias?
-El vivero.
-Solo conozco una quinta que reúna las condiciones que el doctor exige.
-El vivero. Qué buena idea.
-Bravo, bravo, eureka. Paquito tiene razón.
El vivero.
Se van ustedes al vivero.
Créame, Anita, el misticismo es una exaltación nerviosa.
Me está abriendo su corazón.
El magistral no es un místico.
Lo mejor que piensan de él es que quiere a las señoras de categoría.
Para adquirir más influencia.
Y esto no son calumnias, son verdades.
Para don Álvaro.
Las encargó antes de irse. Yo misma lo llevaré esta tarde.
Huy, parece otra.
Tan alegre,...
...tan revoltosa.
Nada de encerrarse en la capilla ni de rezar tanto...
...ni de leer a Santa Teresa.
Vamos, es otra.
Y de salud, como un roble.
Sí, hará un cuarto de hora.
Con el señorito Álvaro. Tomaron un refresco.
Corrieron al pueblo al encuentro de los señores.
Vienen muy a menudo.
Sí, señor.
Pero hay tres callejas que se cruzan y puede perderse.
Si quiere, le acompañaré, ahora no tengo nada que hacer.
Ay, qué sofoco, don Fermín.
Y eso que a usted la fatiga no debe rendirle.
Tengo entendido que corre usted como un galgo.
Teresina.
Que es usted fuerte no hace falta decirlo.
Bien a la vista está.
Se nos ha hecho tarde.
Cuando lleguemos a la iglesia ya estarán en el vivero.
Es mejor volvernos.
Perdóneme usted este paseo, esta molestia.
¿Cansado un mozo como usía?
No.
Como usted quiera.
Por aquí no pasa nadie.
Pero si quiere hablar a sus anchas,...
...allá hay una cabaña.
Estaremos muy cómodos.
¡Eh, locos!
Que os echo a los perros.
Que destrozáis la hierba de Pepe. ¿Qué va a hacer ahora?
¡Eh, locos!
Va.
-Ahí va.
-Vamos a por ellos.
Don Álvaro.
Toma.
Ahora veréis.
Somos nosotros.
Pero, bueno, qué traviesos.
Nos han abandonado, y no crea que me gusta.
Doña Rufina y otras señoras dijeron que se iban a pasear...
...por la vuelta. Y las demás desaparecieron...
...sin dejar rastro.
Deben andar correteando por el bosque.
-Lo que usted quiera.
Anita no estaba enferma.
Se lo he dicho a usted 100 veces.
Lo que tenía se curaba cambiando de vida.
Ese optimismo solo es el reverso de la misma medalla.
Ayer era mística, estaba enamorada del cielo.
Ahora come bien, pasea al aire libre,...
...tiene el amor por la vida alegre y la manía de la salud.
Ella es así, exaltada, necesita mucha actividad,...
...necesita...
Un estímulo fuerte.
Ella es extremosa por temperamento.
Sí señor, es un aforismo médico.
El nuevo régimen,...
...la higiene, el pelo, usted, yo,...
...los alimentos sanos,...
...el aire, el heno, la brisa de la mañana...
¿Yo qué sé?
Sí señor.
A nada.
-Las tormentas me sacan de quicio.
Se han refugiado bajo la cúpula. -¿Y los chicos?
-Se adentraron en el bosque.
-Bravo, Fermín, bravo.
Los chicos se habrán refugiado en la casa del leñador que no conoce.
Menos mal que ya están aquí.
¿Desgracia? No, señor. Que los señoritos y las señoritas...
...ya estaban en casa cuando ustedes estaban en el monte.
Apenas se han mojado.
Pero ustedes están hechos una pena.
En casa, muertos de la risa.
Menos la señora, que teme por usted y por el señor cura.
Cosas suyas.
¿Yo? ¿Con lo que estaba lloviendo?
¿Para qué?
¿Qué le tengo dicho?
No hay que fiarse del provisor.
Sus intenciones son oscuras.
Solo es una cuestión de celos.
Sí, Ana, sí.
Él está enamorado de usted.
Loco, loco.
Eso se lo conocí yo hace mucho tiempo.
Ha sido usted muy buena con el magistral.
Le ha abierto su alma,...
...le ha dado su cariño...
...y él ha malinterpretado su generosidad.
Y ahora no puede contenerse.
Creo que he bebido demasiado.
Me estoy mareando.
Usted sabe bien de quién sentía celos el magistral.
¿No? No me diga que no.
No tenga usted miedo.
No pido nada,...
...ni siquiera una respuesta.
Me basta con que me mire.
Dios mío, he callado tanto tiempo.
Ya sé que hay millones de obstáculos, pero solo le pido que me escuche.
Todos están contra mí.
Es normal.
Un hombre que le habla de amor a la señora de otro.
No le pido que salte por encima de tantas tradiciones,...
...de tantas leyes y costumbres que me condenan.
Solo pido que me escuche.
Claro, que...
...hay mujeres en el mundo...
...tan virtuosas como la que más...
...que saben a qué atenerse respecto de la moral que condena este amor.
Pero ¿cómo le voy a pedir a usted,...
...educada por fanáticos, que ha vivido siempre en Vetusta,...
...que siquiera me dé una esperanza?
Me conformo con que me oiga.
¿Cuántos años ha estado sin querer oírme?
Claro que hablaba.
Hablaba con la mirada.
En el teatro, en el espolón,...
...en casa de la marquesa, en la casa de usted.
Con Quintanar delante.
Pues es indispensable.
Esa Petra es mucha Petra.
Le mira de una manera...
Qué callado se lo tenía.
A veces, la prudencia obliga.
Parece que sí.
¿Está usted celoso?
Me quiero morir.
Mañana es el último día.
Ana.
Y yo a ti también.
Lo que pasa es que no me oías.
Claro que sí, tontina.
No digas eso, Ana.
Ya no hay fantasmas, Anita.
Conmigo no debes tener miedo.
¿Esto es hambre atrasada?
Es hambre atrasada, Anita.
Si supieras cuántas veces he soñado por tenerte así.
Me caso, Petra.
Me caso.
-¿Cómo le conociste?
-Lo había visto en el pueblo del señorito.
Y ha venido aquí de vez en cuando.
Don Fermín le ha encargado la administración de unas fincas.
-Mírala.
Buen partido te llevas. -No puedo quejarme, no.
El señorito ha sido siempre muy bueno conmigo y muy generoso.
Ahí le tienes. Sabes qué quiere? -Algún recado para tu señora.
Es Petra.
Buenos días, don Fermín.
¿Quería usted verme?
No.
No, señor.
No.
Será.
En la cabaña del leñador.
¿Y qué tengo que ver?
¿Yo?
Quiere usted que la espíe.
¿Qué quiere que haga?
¿Si se queda quién?
¿Si se queda quién?
Sí.
No sé dónde tengo la cabeza.
Me había acostado sin prepararle la cama.
¿Yo?
¿Yo qué voy a saber?
Ya se puede usted acostar.
Pero ¿qué hace usted?
En cuanto me descuido un momento...
Aunque sea el amo, tiene que respetarme.
Buena pieza está usted hecho.
¿No manda nada más?
No podemos seguir así.
Así.
Teniéndonos que ver furtivamente,...
...deprisa y corriendo...
...y con el peligro de que, en cualquier momento, nos sorprendan.
Precisamente por eso.
Cuando dudaba de que mi amor por ti fuera correspondido,...
...me conformaba con verte así,...
...rozar tu mano,...
...mirarte a hurtadillas.
Pero ahora no.
Sí podemos.
Yo podría buscar un rincón...
...en donde nos podríamos ver.
Hay una solución.
Tu casa.
Es lo más tranquilo, lo más seguro...
...y lo más cómodo.
Entiendo tus escrúpulos,...
...pero hay que saber vencerlos.
Peor es esta inseguridad.
Pues tarde o temprano esto se acabará.
Si no encontramos...
...una solución, esto se acabará.
Tranquilízate.
Visita está mirando.
Pues se equivoca usted.
El venado cola prieta tiene mayor parecido con el cola blanca.
Tiene color café y el trazo de la cara es exacto.
Eso y la cornamenta lo distingue del cola blanca.
El cola prieta es el eslabón perdido entre el cola blanca y el mula.
-Dicen unas cosas que bajan el ánimo.
Si pudiéramos contar con la complicidad de tu doncella,...
...todo sería más fácil.
Bueno.
Olvidémonos de Petra si tú quieres.
Ya me las arreglaré solo...
...para entrar aquí de noche.
Lo mejor...
...es que el señorito salte por la pared, tiene buenas piernas.
Y después de llegar al balcón, solo tiene que trepar por la reja.
-¿Y si al entrar o al salir me ve don Víctor?
-De ese me ocupo yo.
Yo estaré atenta para combinar las horas.
-Oye.
Don Víctor me ha contado...
...que él y Frígilis suelen ir de caza.
Mucho más temprano de lo que ella cree.
-No se preocupe por eso, yo misma le despierto.
Sé siempre a qué hora llega don Tomás.
-Yo te pagaré.
Te pagaré todo esto que estás haciendo por mí...
...y por tu señora.
¿Se ha hecho daño?
-No, no, nada, nada.
-Le voy a traer un tonel viejo para que pueda usted subir...
...sin peligro de caerse. Y ahora tenga cuidado.
Esa es la ventana.
-Gracias.
Déjame entrar.
Mujer.
Aquí corremos más peligro.
¿No ves que es ridículo negarte a recibirme?
Ya te has entregado a mí por completo.
Cariño.
No hay nada más, don Fermín.
Sí, señor, completamente.
Ese don Álvaro se pasa las horas muertas en el caserón,...
...pero casi siempre con el amo.
La señora se alegra cuando le ve llegar, no le digo que no.
Le sonríe.
Y él la mira mucho.
Pero a solas no se quedan ni un segundo.
Puede estar seguro.
¿Puedo marcharme ya?
Amén.
Qué sorpresa.
-Te vi de lejos, pero no puedo entretenerme.
¿Cuándo te casas? -El mes que viene.
Pero esta semana voy a Matarelejo.
El señorito me preguntó por ti. -¿Por mí?
-Creo que quiere proponerte que ocupes mi puesto.
-¿Qué dice D Paula?
-No sé, ella sabe que eres amiga mía.
-Me voy corriendo, tengo muchas cosas que hacer.
Buenos días.
Sí.
No tengo nada que pensar.
Puede usted contar conmigo, señora.
Si no le importa,...
...yo le daré la contestación esta semana.
Tengo que avisar a doña Ana.
Descuide.
¿El qué?
No oigo nada.
Imaginaciones tuyas.
Qué va, tontina.
Déjalo ya.
A la hora en que yo llego,...
...Petra lleva ya horas durmiendo.
Usted dirá.
¿Ha vuelto usted a las andadas?
Pero, ¿qué es lo que hace?
¿Qué es lo que hace Petra?
Le comprendo muy bien.
Ella quiere hacerle a usted la forzosa.
Calma, hombre, calma.
A Petra hay que echarla.
Pero usted no se preocupe más de eso.
Me comprometo a allanarle el camino.
Petra se marcha de esta casa.
Adiós espías.
Sí, él me ha encargado que la despida.
Dice que es insolente, que te trata mal.
Él lo toma por donde no quema.
Se ha enredado con ella.
¿No estarás celosa?
Cálmate.
Lo importante es que no es lo que tú temías.
Es probable que esa pobre chica no sospeche nada,...
...que su atrevimiento solo sea una amenaza al amo.
Vamos, tontina.
¿Vas a llorar ahora?
Ahora que estás apunto de conseguir esta felicidad...
...que tantos años de martirio te ha costado.
Vamos, mi amor.
Cariño.
Petra.
He pensado que quiero tenerte más cerca.
-¿Más todavía?
-Además, aquí no puedes estar.
El amo está furioso.
Dice que tratas a la señora con altivez, con insolencia.
Tontina.
Ya no te necesito en esta casa.
Entro y salgo sin guías. He pensado que vengas de doncella a la fonda.
¿Qué dices?
-No debe apurarse tanto para convencerme...
...de que debo irme de esta casa.
-Hija, si lo tomas por donde quema, no insisto.
-No, es que no me deja usted explicarme.
Quiero salir de aquí, pero irme a la fonda no, señor.
Una cosa es que una tenga sus caprichos.
Y otra cosa es que a una la regalen los amigos.
-Pero, Petrica, si no es eso.
Es por tu bien.
-Quédese tranquilo, esta noche pediré el sueldo y me iré tan contenta.
Pero no a la fonda, sino a otra casa.
Una proporción que tengo,...
...y que no puedo decir todavía cuál es.
Por lo demás, tan amigos.
Y si el señorito me necesita,...
...yo le diré dónde puede encontrarme.
Porque la ley es ley.
Y en lo tocante a callar, un sepulcro.
Lo que he hecho ha sido por afición a una persona.
No hay por qué ocultarlo.
Y por lástima de otra casada con un viejo chocho y chiflado,...
...que es una compasión.
Y ahora márchese.
Ya sabe dónde me tiene.
Es que...
...necesito que me oiga usted en confesión, don Fermín.
Estoy...
Estoy...
...confusa.
No sé si lo que voy a hacer es una buena obra o un pecado.
Yo quiero servirle a usted.
Y servir también a mi amo.
Y a Dios.
Pero no sé si debo.
Vas a hablar ahora mismo.
Señor, yo he prometido decirle a usted todo.
Señor,...
...he visto con mis propios ojos lo que jamás hubiera creído.
El mejor amigo del amo, don Álvaro,...
...que de día no se separa de don Víctor,...
...entra...
Entra de noche en el cuarto de la señora por el balcón.
Y no sale de ahí hasta el amanecer.
La primera noche que lo vi creí que soñaba, pero era verdad.
Ese infame ha pervertido a la señorita, que era una santa.
Bien temía usted, don Fermín.
¿Yo?
Dejar aquella casa, señor.
¿Qué he de hacer?
No quiero ayudar con mi silencio a la vergüenza del amo.
Remediarlo no puedo, pero puedo salir.
Señor.
¿Qué puedo hacer por él?
Ellos.
El señorito Álvaro, que es el que manda allí,...
...me puso de patitas en la calle.
Y no tuve más remedio que hacer la maleta.
Ya me he despedido.
El señor Mesía me ofreció colocación en la fonda.
Pero prefiero quedar en la calle.
¡Ay, señor!
¿Cómo podré yo pagar a usted y a su señora madre tal caridad?
Haré lo que usted mande.
Pero ¿cómo conseguiré que el amo vea lo que le están haciendo?
¿Se lo cuento?
No voy a atreverme, don Fermín.
Es mejor que sea él mismo quien lo vea.
Sí.
Mañana, don Víctor y Frígilis saldrán a las 8 de caza.
Álvaro y la señora están al cabo de la calle.
Antes de que el amo se despierte, saltará por la ventana.
Pero si le adelanto una hora el despertador...
¡Guau!
¡Guau, guau!
¡Hola! Parece que ha madrugado.
No podré nunca pagarles esta caridad que tienen conmigo.
Sabiendo lo que esos dos le estaban haciendo al amo,...
...no podía quedarme ni un minuto más.
¿Le ha visto así la señora Regenta?
¿Qué le pasa a usted, hombre?
Todo el día le he visto preocupado, tristón. ¿Qué pasa?
¿Con esas venimos ahora?
No diga usted tonterías.
¿Qué desgracia, qué canas?
No le entiendo.
Lo primero que tienes que hacer es calmarte.
Y no pensar en deberes ni en venganzas.
Aquí me tienes.
No vas a matar a nadie, Víctor. Cálmate.
Ya veremos si debes perdonar o no.
No tengo derecho para aconsejarte nada trágico.
Cuando te casé con ella, porque yo te casé, Víctor,...
...creí hacer la felicidad de ambos.
Pareció.
Pero...
...la procesión andaba por dentro.
10 años fue buena.
La vida es corta. No fue tan poco.
¿Te empeñas en coserle el cuerpo?
Sea.
Pero hay que ver cuándo y cómo.
Hay que tener calma.
No seas majadero. El otro es un zascandil.
Espero a que el fruto cayera de maduro.
Ella no está enamorada de Mesía.
En cuanto vea que la abandona antes que pelear,...
...le despreciará.
Le maldecirá.
Te vende, te vende.
Si armas una escena de honor ultrajado, habrá una de entierro.
La verdad.
Pero si no puedes atender a razones ni a tu conciencia,...
...llama, sube, alborota, quema la casa.
Piénsatelo bien.
Cuidado con lo que haces.
Hasta mañana temprano.
Debe salir de Vetusta cuanto antes.
-¿No entiende usted que no puedo hacer eso?
Todo Vetusta pensará que me voy por miedo.
Por cobardía.
-Don Víctor pudo matarle de un tiro esta mañana y no lo hizo.
Bastante desgracia ha provocado ya con su comportamiento.
Y no olvide que aquí, el ultrajado es Quintanar.
Márchese de Vetusta y olvídese de la cobardía.
Eso no es cobardía.
Es hacerse justicia a sí mismo.
Usted merece la muerte con su traición.
Y yo le conmuto la pena por el destierro.
-Está bien. Mañana tomaré el tren para Madrid.
Tiene mi palabra.
No es esto en lo que quedamos.
Debiste consultarme antes de llamar a este señor.
No pongo en duda la idoneidad del señor Ronzal.
No me refiero a eso y tú lo sabes.
Esta decisión es un error.
Mesía me ha prometido marcharse.
Deja en paz tu honra y piensa con la cabeza.
Mesía tiene miedo.
Pero si estás malo.
Señores.
15 pasos, pudiendo avanzar tres cada cual.
Disparará primero el agraviado y después, el ofensor.
Daré tres palmadas.
En los intervalos, pueden apuntar.
A la voz de mando, deben ustedes disparar.
Juro por mi honor que no consentiré ningún simulacro de desafío.
¿Tienen algo que añadir?
Dense ustedes la mano.
Colóquense espalda contra espalda.
Cuenten los 15 pasos.
Ya.
¡Disparen!
La bala le ha entrado por la vejiga.
-Vamos, amigo.
Es don Víctor, que viene malherido.
-Tenga.
-Que preparen agua caliente.
¿Qué, don Tomás, cómo está el bendito?
-La vejiga llena.
Peritonitis de no sé qué.
Eso dicen.
-¿La qué?
-Nada.
Nada, que se muere.
No tiene que preocuparse, Ana. Solo está herido.
No queremos moverle de Palomares.
Se le disparó la escopeta.
No, hasta mañana no hay tren.
¿Por qué? Pensé que estaría intranquila.
¡Escúcheme, Ana!
Escúcheme.
No tiene que ir a ningún sitio.
Víctor ha muerto esta tarde.
Un accidente de caza.
Ana.
Cálmese, Ana.
Cálmese.
Es solo una pesadilla.
Beba.
Pobrecilla.
Como era tan romántica, hasta una cosa como esa le salió así.
Para que todo el mundo se enterase.
-A mí ya me dio mala espina aquella desfachatez.
Aquello de ir enseñando los pies descalzos.
El escándalo.
-Pobre don Víctor.
-Sí, pobre.
Dios le haya perdonado, pero merecido se lo tenía.
Aquella amistad con Mesía.
-¿Qué hará Álvaro ahora?
-Por lo pronto, ha puesto tierra de por medio.
-Don Víctor se ha ido para siempre y Mesía sabe Dios cuándo volverá.
El tiro de Mesía del que la Regenta tiene la culpa...
...rompe la tradición pacífica del crimen silencioso y precavido.
-Algunas damas principales de Vetusta engañan a sus respectivos esposos.
Pero no a tiros.
-¿Y ese Mesía qué estará haciendo en Madrid?
Vegallana me ha contado que ha huido por remordimiento.
Pero está dispuesto a encontrarse con la Regenta...
...donde y cuando ella diga.
-Mesía ha reanudado en Madrid...
...las relaciones con el ministro que veraneaba en Palomares.
Me lo habrán oído muchas veces.
Todo era hipocresía.
Aquellas confesiones de horas.
Aquellos conciliábulos sin fin.
Aquel no salir de la catedral ni a sol ni a sombra. Todo hipocresía.
-Hipocresía y perversión.
Extravíos babilónicos.
¿Y qué dice el magistral?
-¿El magistral?
Ya lo ven ustedes. Nada.
No dice absolutamente nada.
Ah, esa es una buena idea.
Pensaba proponerle salir mañana a dar un paseo por el pueblo.
Pero ¿en qué cabeza cabe?
Además, ya me he ocupado yo.
El caserón ahora es de usted.
Legalmente y moralmente.
Es más, mañana le traeré los documentos que he preparado...
...para pedir su viudedad.
Si no solicita sus derechos pasivos, se va a morir de hambre de verdad.
Échele usted un galgo.
Además, eso no valdrá nada.
Pues yo lo firmaré por usted.
Y de lo de irse de esta casa, ya puede usted olvidarse.
No tenga miedo, duermo en el cuarto de abajo.
Hace ya muchos meses,...
...cuando usted cayó enferma,...
...me tomé la libertad.
No necesitamos a nadie, Ana.
"Ana volvió a la vida,...
...rasgando las nieblas de un delirio que le causaba nauseas".
"Había querido sentir sobre la boca...
...el vientre viscoso y frío de un sapo".
Tras una nueva recaída de Ana, don Víctor decide seguir el consejo del doctor Somoza y llevarla al Vivero, finca de unos amigos. Allí, la Regenta, mejorará, y su misticismo se irá debilitando. El Magistral, alertado, decide presentarse en el Vivero, donde comprueba que las relaciones entre Ana y Mesía han prosperado. De vuelta a Vetusta el Magistral encarga a la criada de los Ozores que le tenga informado de todos los movimientos que se produzcan en la casa. Encargo que Petra cumple debidamente, al tiempo que facilita la entrada de Mesía, cada noche, en la alcoba de Ana. Petra consigue engañar a todos, por un lado provoca que don Víctor descubra a Mesía saltando desde el balcón de su esposa, y por otro que doña Paula la admita como criada en su casa, asegurando su futuro. Quintanar reta a duelo a Mesía, y éste le mata de un tiro. En Vetusta todos culpan a la Regenta por la muerte de su esposo y la dejan sola. Ana se encierra en su casa con la única compañía de Frígilis.
Histórico de emisiones:
19/01/1995