Fue concebida para una corta existencia pero supera ya los 125 años de vida. Logró convertirse, desde el rechazo más profundo de los artistas de la época, en el símbolo de un país, Francia, y de una ciudad, París. En enero de 1887 comenzó a erigirse, al borde del río Sena, la Torre Eiffel, que durante 41 años lució orgullosa, el récord de monumento más alto del mundo, con sus 300 metros, hasta que en 1930 se lo arrebató el edificio Chrysler de Nueva York. El invento del ingeniero Gustave Eiffel, inaugurado para la exposición universal de 1889, fue considerado un abominable monstruo de hierro, inútil, ridículo, antiestético. Ninguno de estos descalificativos impidió su fama y popularidad. La señora de hierro ha sido admirada ya por más de 236 millones de personas. Así recordaba Informe Semanal el primer siglo de vida de esta catedral de chatarra.
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