(Sintonía)
El aceite usado
no se puede tirar nunca
por el fregadero. Así que,
lo suyo es lo que estoy haciendo
guardándolo
en recipiente de plástico como este
y, bueno, cuando lo tienes lleno
lo llevas a un punto limpio.
Y a este ya, pues le queda poquito.
Muy buenos días a todos,
con el aceite ya listo
para llevar a reciclar
os digo lo que vamos a hacer
hoy de comer. Primero haremos
unos raviolis de calabacín
rellenos de queso feta y pera
y después haremos un sargo
a la sidra, así que,
como ya me lavé las manos,
vamos a empezar
por los ingredientes
para el ravioli de calabacín
relleno de feta y pera.
Aceite de oliva, pimienta, sal,
hierbabuena, miel de caña,
queso feta, pera,
mantequilla, piñones,
arándanos seco, pistacho,
calabacín, ajito, lima y albahaca.
Este ravioli lo que tiene
de especial es que la pasta,
lo que va a envolver,
lo que sirve para envolver
el relleno, va a ser calabacín.
Lo primero que vamos a hacer
es ir preparando el relleno.
Por aquí, voy a meter
el queso feta
que ahora lo romperé un poquito
con la mano. Por aquí,
voy a tostar, ligeramente,
los piñones. Tenemos por aquí,
la pera, le corto el culito
y le corto la puntita
y a mí me gusta pelarla
de esta manera, que, a lo mejor,
no lo habéis hecho nunca,
pero creo que es la manera
que menos cantidad de carne
de pera, digamos, se lleva.
Por cierto, poca broma
con lo que os conté del reciclaje
del aceite, es superimportante
que no lo tiremos por el fregadero.
Tenemos que dejar de contaminar
el mundo como lo estamos haciendo.
Durante mucho tiempo lo tiré
porque me sobraba un poco,
lo hacía, pim, pam,
pero es cierto que, poco a poco,
voy siendo consciente,
como vosotros tenéis que serlo,
de que hay que reciclar
cada vez más. Y nos parece
una tontería que uno lo haga,
pero si uno no lo hace
porque el otro piensa
que no lo hace, etcétera,
al final, no lo hacemos nadie.
Así que, en la cocina
o a la hora de comprar,
hay muchos pequeños gestos
que pueden ayudar
a que intentemos salvar el planeta.
Os pongo un ejemplo,
cuando voy a la compra
intento usar siempre un poco,
no sé, bolsas de tela, de rejilla,
y cosas de ese tipo,
si todos los hiciéramos,
imaginemos, la verdad,
que mientras menos plástico usemos,
pues mucho mejor.
Perita por aquí,
es un relleno, por lo tanto,
no quiero cortarlo muy gordo.
Corto uno para que lo veáis
en "brunoise", tal y como
vais a ver, exactamente, aquí.
Lo quiero pequeñito porque,
bueno, tenéis que tener en cuenta
que esto va a ir
dentro del ravioli.
Vamos a saltear
con un poquito de mantequilla
la pera y los piñones.
Alguna vez me he planteado
que si pudiese tener un superpoder,
no sé, pues, mira,
uno de ellos podría ser
limpiar los mares
de todos los residuos que hay.
Estaría bien, ¿no?
Y, bueno, tampoco quiero dar
una supercharla ecológica,
pero ya sabéis todos la situación
en la que vivimos cada día.
Ahora, eso sí, si tuviera
otro superpoder mágico más egoísta,
pensando un poco más
en mí mismo, probablemente,
sería el poder
de teletransportarme, no sé.
Estoy aquí, y de pronto
digo: "Quiero estar en casa
de mi madre", y aparezco en casa
de mi madre, tranquilamente.
La verdad, estaría genial decir:
"Voy a ver a mi hija
que estudia en Londres". Hago así
y la veo, ¿qué tal, cómo estás?
¿Que te has saltado las clases?
Para eso serviría también,
pero, bueno, no, se porta bien,
es buena chica.
Y os digo una cosa,
nos ve desde Londres,
ahí, en el Canal Internacional.
Hace muy bien.
Bueno, piñones tostados un poquito,
quiero que suelten
un poquito de su grasa,
tengo la pera aquí
y tengo esta nuez de mantequilla.
Voy a subir un poquito más,
así que voy a poner...
Por aquí, la perita,
voy a ir desmenuzando
el queso feta que con la misma mano
podemos hacerlo
un poquito más granulado, así.
El queso feta
es un producto tradicional griego
que se hace mezclando
queso de cabra y de oveja
y que luego, una vez hecho,
se cura en agua con sal,
realmente, en una salmuera,
por eso saca esos aromas
tan, sumamente, peculiares.
Son ahí como semiagrios,
ácidos, pero muy agradables,
dentro de un punto elegante.
Yo soy muy de feta, la verdad.
Bueno, amiga mandolina,
¿cómo estás amiga mandolina?
Y amigo calabacín, a ver.
Esto es un calabacín...
XXL, la verdad, así que, mira,
yo voy a cortar aquí un poquito.
Lo que voy a hacer
va a ser laminar el calabacín,
prefiero usar la mandolina
porque, a ver, una cosa
es que seas cocinero
y por mucho premio que tengas...
Y otra cosa es que yo sea capaz
de tener la destreza de hacerlo,
exactamente, igual.
Si hay gente que la tiene, oye,
pues, enhorabuena y mejor
para ellos, pero yo voy a hacerla
en la mandolina y así, me aseguro
que voy a tener todas las láminas
con el mismo grosor, la verdad.
Esto es lo perfecto, lo ideal.
Ya sabéis que, al final,
el 95% del calabacín es agua.
Creo que es, probablemente,
una de las verduras,
junto al bimi, más agradables,
más sanas, más fáciles de trabajar.
A ver, le daré un escaldado,
pero también os digo
que cortándolo así de fino,
la mayoría de las veces
no hace ni falta. Ahí, perfecto.
Ahí, mira, ya veis,
con el escaldado,
lo que haremos será
que sea un poco más maleable,
que sea más fácil de mover
y de hacer lo que queremos hacer.
Ahí, perfecto, de momento
tengo de sobra, así que quito
mi mandolina por aquí.
Tengo aquí ya el agua
que empieza, prácticamente,
a hervir, la pera, mirad qué pinta,
caramelizada un poquito
con la mantequilla,
ese colorcito dorado a mí me gusta,
nos aportará mucho sabor
y lo voy a echar ya al queso feta.
Y echarlo en caliente
viene perfecto porque así,
lo puedo trabajar un poquito mejor
y hacer una pasta, lo que buscamos
es una especie de relleno.
Así, así que, hay que hacer
el proceso tal y como he hecho
que sé que muchas veces
nos pasa en casa.
Que lo veis hacer así
y luego, cogéis y pam,
y el queso feta a la sartén,
no me vale.
EL orden de los factores,
ya os digo que en la cocina,
en la mayoría de las ocasiones,
sí que altera el producto.
Yo creo que el relleno ya está,
prácticamente, listo,
no le hace falta nada de sal
porque el queso feta es...
Está curado en agua y sal,
así que voy a escaldar
las láminas de calabacín.
Será algo muy rápido
lo que es el hecho de meter,
coger yo mi araña
y mi agua con hielo
que la tengo ahí detrás.
Me voy a por el agua con hielo,
contamos, no sé,
¿cuánto, cuatro, cinco,
seis segunditos?
Ya, con esto tengo ya
más que de sobra.
De verdad, no más,
merece la pena hacerlo, sí.
A lo mejor, también es cierto,
que depende de la madurez
del calabacín, si cogemos
un calabacín que tiene
un poquito más de tiempo,
ni siquiera hace falta escaldarlo.
Si le ponemos un poquito de sal,
igual, exactamente, igual.
Bueno, llega el momento
de montar el ravioli de calabacín.
Me voy a sacar un par de ellas
y vais a ver lo sencillo
que es hacer un ravioli.
Necesito, eso sí,
secarlo bien, tal y como hago.
Este paso es importante.
Voy a hacer algunos más finos,
otros más gorditos
para que lo veáis.
Lo primero, es hacer una cruz,
luego, una lámina sobre otra,
pero siempre esta, digamos
sobrepuesta sobre la otra.
¿Por qué razón? Ahora lo explicaré.
¿Vale?
Ponemos el relleno aquí, así.
Ahí, perfecto,
abajo siempre tiene que ser
la primera que envuelve.
Parece una tontería,
pero no lo es, así.
Y arriba, exactamente, igual.
Mirad qué cosa más bonita.
Mira, veo que esto se me pasa aquí,
pues lo hacemos perfecto,
quito esto y quito esto.
Y ahora, así... Y así.
Así que ahora
lo que haré será marcarlo.
Un poquito, muevo un poquito,
vamos a dar un pelín de color,
no me hace falta aceite
y está prohibidísimo
el echar aceite aquí
porque también el calabacín
coge un poco, se enguachina,
digamos, no necesito aceite.
No me gusta en un carpacho,
por ejemplo, el calabacín
o algo así, no me gusta
el aceite, no me gusta
y aquí, en el salteado, tampoco.
Además, llevará el pesto
y llevará suficiente aceite
para aromatizar del aceite de oliva
y hacer
este plato mediterráneo total.
No os he dicho
que esto va a ir acompañado
de un pesto de pistacho.
Pintaza, ¿eh?
Mirad, mirad qué bonito.
Así queda perfecto,
así que haré unos cuantos más
y luego, haremos el pesto.
(Música)
Los ravioles de calabacín
ya los tengo marcados y preparados.
Ahora, nos vamos
con este pesto especial,
pistachitos por aquí,
albahaca fresca, sin miedo.
Así, ajito, voy a cortarlo
para que nos sea
un poquito más fácil.
Así, un poquito de zumo de lima,
la verdad que este pesto
con pistacho lo podéis usar
para cualquier tipo de pasta,
bueno, para pasta, para pescado
y para muchas cosas
porque no sé por qué
siempre tenemos esa tendencia
de pensar de que el pesto,
primero, es solo verde,
no lo es, a mí me encanta
el pesto rojo de tomate seco,
que está brutal y luego,
que solo se usa para pasta,
pues no, se puede usar
para un montón de cosas.
A mí, por ejemplo, el verde
me gusta mucho para el pescado,
por ejemplo,
un calamar a la plancha.
Un calamarcito a la plancha
con su pesto verde.
¿Hacemos uno con tomate rojo?
Pues una pluma de cerdo ibérico.
Me encanta, la verdad.
Bueno, lo dicho,
tenemos aceite de oliva,
tenemos pistacho, tenemos ajo,
tenemos un poquito de zumo de lima
y tenemos albahaca. Ahí vamos.
Este pesto tenéis que probarlo,
es bastante diferente
al tradicional,
lo que es el pistacho
te da otras connotaciones herbáceas
e, incluso, de verdad,
realmente,
el primer pesto tradicional
debería haber sido
de pistacho más que de piñones.
Es el momento, también da añadir,
porque está sosete,
un poquito de sal, sin miedo,
pero qué bueno el pistacho.
ahora me está viniendo,
el retrogusto.
Cómo me encanta sentir la comida
en el retrogusto.
El retrogusto es un poco
esa parte secundaria,
cuando ha pasado por aquí,
os parecerá muy cursi,
pero, de verdad, es así,
cuando pasa un poco por aquí
y empieza un poco a subirte
el sabor y aroma de las cosas.
Pues eso es el retrogusto
y ahí es donde me ha venido,
primero, la albahaca
y luego, sientes un poco
el fruto seco que en este caso,
como digo,
es este maravilloso pistacho.
Voy a darle un último toquecito,
con esta sal
y pimienta es perfecto.
Así, bueno, ya tenemos,
prácticamente, el plato hecho.
Saco el plato para emplatar
y haré lo siguiente,
en el fondo del plato
voy a poner el pesto, así,
y esto intentad hacer un poco
lo que yo estoy haciendo.
Tal vez, me falte un poquito más.
Así.
Ahí, lo he hecho a conciencia,
he dejado un poquito más por fuera.
Ahora, nos faltarían
arándanos y nos faltaría la miel.
La miel se la voy a echar
justo encima de cada calabacín.
Mirad qué cosa más bonita
que nos está quedando.
¿Que parece una tontería
cuando hago así en el plato
y tal y cuál? Está todo pensando,
de verdad. Aquí, voy a coger
un poquito de lima también,
se lo vamos a poner
porque a mí, en ese caso
me gusta la lima.
Por aquí, ahí.
Miel vamos a pintar, ligeramente,
en esta ocasión es miel de caña.
Quiero ese toque...
Ese toque dulzón de miel
cuando lo pilles.
Prefiero hacer lo ya
con el plato montado.
Mirad, qué pinta.
Os digo una cosa,
esto son de estos platos
que en el fondo te puedes encontrar
en un muy buen restaurante,
de nivel, tenemos feta,
tenemos pera...
Son de esos platos
que hay veces que dudaría
si están entre el mundo dulce
y el salado
porque miras ahora,
lo que vamos a hacer.
Arándanos secos por aquí, así,
rotos y nos faltarían
estos manojitos
de hierbabuena por aquí,
que ya que tengo una buena maceta
voy a aprovecharme y voy a coger
los cogollitos que son muy bonitos.
Platazo bonito que hemos hecho hoy
con tres cositas,
con un calabacín,
queso que había por ahí,
unos piñones, una pera...
Bueno, había alguna cosa más,
pistachitos, aceite, albahaca,
pero, bueno, aquí están
los raviolis de calabacín
rellenos de feta y pera.
(Música)
Bonito, ¿eh? Me encanta,
es que parece
una pirámide con púas.
Romanescu, romanesco,
nunca lo tengo claro.
(Telefonillo)
Bueno, yo estoy listo, perfecto.
Aquí está mi invitado de hoy.
José Juan, ¿qué tal?
Hola, Dani.
Pasa y al fondo a la derecha.
Vale, gracias.
José Juan subió a redes sociales
una foto de su sargo a la sidra
y la verdad,
me pareció una receta maravillosa
y por eso quise que viniera
a hacerla aquí con nosotros,
aunque, ya sabéis
yo, como siempre,
le daré algún toquecito
y añadirle una guarnición especial.
José Juan, ¿qué tal?
Estupendamente.
¿Bien o qué?
Bien.
¿Esperabas así la cocina o no?
Mucho más bonita,
más grande... Fenomenal.
Bueno, un placer
y muchas gracias por venir,
¿de dónde? Ciudad Real, ¿no?
Ciudad Real, sí.
Pues, nada,
pasa por aquí, la verdad,
lo que me parece fenomenal
más que la cocina, fue tu receta.
¿Ah, sí? Muy bien.
Mientras te lavas las manos,
diré los ingredientes
de la receta y luego,
te digo lo que haremos diferente.
Para este sargo a la sidra
vamos a necesitar sal, aceite,
pimienta, sidra, patata, cebolla,
ajo, fumet rojo, sargo,
limón, romanescu, cebollino,
eneldo, alcaparra y perejil.
He cogido romanescu,
ya que vamos a usar un pescado,
que no es muy común, como el sargo.
Para nada.
He querido hacer esta receta
con ingredientes no tan comunes;
por un lado, el sargo,
y por otro lado, el romanescu.
Es precioso, una cosa...
Es alucinante, la verdad,
visualmente, es superbonito.
Vamos a intentar,
ahora te lo explicaré,
quitarle los arbolitos,
que los llamo yo, poquito a poco;
le quitaremos más tallo,
y lo que haremos
será cocerlo, ligeramente, en agua
y saltearlo en aceite de oliva.
También, se me ha ocurrido hacerle
un pesto de perejil, de alcaparra,
de eneldo, con ajito, con limón,
con aceite de oliva...
Para, luego, pintar el pescado,
lo pintaremos al final.
Lo primero de todo, tu receta;
en esta primera parte,
soy tu pinche.
Cuéntame cómo haces
la receta del sargo.
Lo primero, un sofrito de cebolla
con ajo cortado en "brunoise".
¿Tú vas con la cebolla y el ajo?
Sí.
Yo, mientras tanto,
me pongo con el romanescu
y tú vas a ir picando
el ajo y la cebolla.
Le voy dando candela
y echo aceite de oliva.
Sí, un poco de aceite.
Por otro lado, tengo el agua,
que ya está hirviendo.
José Juan, vienes de Ciudad Real,
¿a qué te dedicas, realmente?
Soy economista y me dedico
al ejercicio libre profesional:
asesoramiento fiscal, mercantil...
Me dedico a asesorar empresas,
dentro de lo que llego a saber.
Admiro mucho a la gente, como a ti,
que hacéis ese tipo de trabajo.
Tú y yo tenemos una cosa en común;
los dos somos autónomos.
Ahí está.
Eso es cierto, eso es cierto.
Estamos en el banco de sufrimiento.
También, es cierto.
Me han preguntado que cuándo
me jubilaría y dije que nunca.
No te puedes jubilar.
No me jubilaré en la vida.
¿De dónde te vino la afición
de cocinar en serio?
Fui el primer curso
que hizo Selectividad.
¿Sí? Te tocó la primera
Selectividad de la historia.
Sí, la primera.
Vaya.
En mi familia,
teníamos la costumbre
de irnos a Madrid a estudiar
y teníamos un piso familiar,
donde estábamos
dos o tres hermanos.
A mí me gustaba coger
las clases por la tarde,
así que por las mañanas cocinaba,
y aprendí muchas cosas.
¿Sigues cocinando a diario o...?
No llega a diario,
pero tengo la ventaja...
Primero, Ciudad Real
es una ciudad muy cómoda.
Como en Marbella, de casa
al trabajo son cinco minutos.
Y yo, el trabajo,
lo tengo, todavía, más fácil,
lo tengo a... doce escalones.
A doce escalones de casa,
eso está bien.
Vivo en un segundo
y el despacho está en el tercero.
Bueno, eso está bien.
Puedes bajar a hacer la comida
o meter algo en el horno...
Claro que sí.
Eso mola, la verdad.
Mi mujer, también,
cocina muy bien, no creas;
y mi hija, la segunda, esa tiene...
Tiene mano, ¿no?
Tiene mucha mano.
Veo que lo tienes todo preparado.
Voy a echar el ajito, primero.
Hasta que baile, ¿no?
Eso se me ha quedado...
(RÍE) Me encanta que uséis
los términos que yo utilizo.
Totalmente.
Mientras baila,
voy a poner un poquito de sal.
¿Nos vemos mucho?
A doce escalones,
comes, cada día, en casa.
A diario.
Si no lo veo a la hora,
porque tengo reunión o estoy fuera.
O es época de IVA o cosas de esas,
que son las épocas duras, ¿no?
Lo veo luego, por la noche.
Genial.
Échame una mano.
Sí, hombre.
Vamos a echar todo el romanescu,
lo que vamos a hacer
es darle un escaldado y medio,
quiere decir
que es más que un escaldado,
casi, prácticamente, una cocción.
Una maravilla de la naturaleza.
¿Nos vamos con la cebollita?
Sí.
Perfecto. Para que nos hagamos
una idea de cómo será el guiso...
El sargo va, luego, a la plancha;
estamos haciendo, digamos,
una especie de guarnición.
Nos ponemos con la patatita, ¿no?
Las voy a cortar pequeñitas.
Si las cortamos pequeñas,
necesitarán menos cocción.
A mí me gustan pequeñas, también.
Voy a coger el agua con hielo.
Ya que aprendiste a cocinar
por subsistencia, como decías,
¿eras de los que llamabas
a tu madre o a...?
Sí.
¿A la persona que tuvieras cerca?
Claro, lo típico.
Para preguntar cómo se hacía.
Mi madre me enseñó mucho,
sobre todo ella, que es andaluza,
igual que mi padre,
todos provenimos de Jaén,
y tiene una forma de cocinar...
Muy concreta.
Sí, muy clara.
Te voy a ayudar, me pongo al lado
y me vas contando.
O sea, eres de procedencia
andaluza, eso me gusta.
Eso no lo sabía, ¿eh?
Pero bueno, siempre, está bien.
Mis padres son de Jaén,
de un pueblo junto a La Carolina.
En mi clase
de la escuela de hostelería
había una chica
que era de La Carolina,
y hacía paté de perdiz,
me acuerdo perfectamente.
Me encanta cómo, allí,
cogen el paté de perdiz
y lo bañan en aceite de oliva.
Es brutal.
Sí, sí.
Brutal.
¡Viva Jaén!
Y viva el aceite de oliva.
La caza la hacen muy bien,
la caza mayor la guisan muy bien.
Sí. Qué bonita es la cocina, ¿no?
Qué cantidad de cultura,
de diferencias en cada provincia,
en cada... todo, ¿no?
Fíjate,
eso es una cosa muy curiosa,
por ejemplo, en Ciudad Real,
lo normal es que haya, pues...
Diez o doce formas,
según los pueblos, de hacer migas.
A mí me pasa muchas veces aquí,
cuando hacemos cocina tradicional,
en las redes sociales dicen:
"Eso no es así",
"yo le echo tal o le echo cual".
Yo me he quedado con la frase
que me dijo Pedro Subijana,
cuando hicimos
el marmitako de bonito,
que lo podéis volver a ver
en nuestra web:
rtve.es/hacerdecomer.
Me dijo con el marmitako de bonito:
"En la cocina no hay dogmas,
no hay dogmas,
cada uno cocina como quiere
y como le apetece".
Es muy difícil y muy concreto,
realmente,
redactar la primera receta
de gazpacho,
la primera receta de migas,
etcétera, etcétera;
por lo tanto,
seamos felices cocinando,
no nos enfademos porque alguien
no echa pepino en el gazpacho.
No pasa nada, la vida
es mucho más sencilla que eso.
Tenemos la cebolla, prácticamente,
¿escurres las patata?
Sí.
Aquí...
El romanescu
estará cuatro minutos cociendo.
No le echo agua, ¿no?
Para hacerla frita sí,
la lavo hasta la saciedad,
para eliminarle todo el almidón;
pero en un guisito donde, además,
viene bien que trabe,
que coja un poquito de cuerpo...
Patatita engrasando.
¿Le echamos sal y pimienta ya?
Sí, ya le conviene.
En este caso,
la patata es sosota, siempre.
Una de las cosas más increíbles,
en la cocina, es la patata;
y una de las cosas más sosas,
en la cocina, es la patata.
Patatita, pimientita, sal
y bueno...
Llega el momento
de lo que le da el nombre al plato,
que no tiene nada que ver
con Ciudad Real ni con Andalucía.
Nada.
Precisamente. ¿Nos vamos?
Pues, mira, esto tiene que ser...
Gracias. Vamos a darle las gracias
a los asturianos.
Sí, hombre.
Por hacer esta auténtica maravilla.
Será casi media botella.
La sidriña, que dirían ellos.
Qué bien huele, me encanta.
Me encanta este aroma.
Verás, luego, cómo huele.
Ahí, vale.
Así.
La patata va a ir cogiendo
e impregnándose del sabor
del ajito, de la cebolla,
de la sidra, del aceite de oliva...
Creo que ya han pasado los minutos
para sacar el romanescu.
Por aquí...
Siempre lo digo, me gusta al dente,
que la verdura sepa a verdura;
odio lo extracocido,
sobre todo, en el mundo verdura.
Dejo que se enfríe, un poquito,
luego, le quitaremos el agua
y lo saltearemos, un pelín.
Fumet rojo, voy a echarlo por aquí.
Y, ahora, lo que tenemos que hacer
es esperar;
así que en quince minutitos
veremos cómo está la patata.
(Música)
Vaya pintaza, ¿eh?
Sí.
He escurrido el romanescu,
por un lado, pero mirad aquí...
Me voy a acercar,
a ver si lo escucháis.
(Borboteo)
¿Se escucha?
En el sonido se nota,
un poco, la textura.
Vamos a seguir,
aunque, prácticamente, está;
con el sargo lo que haremos
es marcarlo a la plancha.
Lo que quiero es...
Lo hacemos a la plancha, ¿no?
Lo que voy a hacer es...
Abrirlo un poquito.
Sí, bueno, no es lo más...
Cualquier cocinero
megasuperprofesional
te diría que no lo hicieras
porque se salen los jugos,
pero, la realidad es que no pasa,
absolutamente, nada,
sobre todo, en una cocción así,
a la plancha.
Todo tuyo; sal, pimienta...
¿Y la sal?
Sal y pimienta por los dos lados.
Yo, mientras tanto,
voy a coger unas alcaparras.
Voy a hacer una especie de pasta,
como dije antes,
una especie de pasta pesto.
Vaya día de pesto que llevo,
antes hice el pesto de pistacho.
Esto es algo similar.
Tenemos el perejil, por aquí;
tenemos la alcaparra;
voy a coger, también,
esta no, que me gusta para decorar,
está ramita sí, de eneldo.
Te veo bien ahí, ¿eh?
También, estoy metiendo el ajito,
por aquí.
Es extraordinario, qué bueno.
Sí, tiene cuerpo, tiene cuerpo.
Es un sargo de dos kilos y pico.
Sí, este pesa eso tranquilamente.
Esta es una parte del sargo.
Sí, un lomo.
Con la otra mitad me haré un tartar
esta noche, lo confieso.
Tiene una pinta estupenda.
Voy a cortar un poquito de limón,
por aquí...
José Juan,
me ha hecho mucha ilusión
que hicieras una receta con sargo.
Realmente, es un pescado
sencillo de conseguir
y otra cosa, es, también,
relativamente, barato,
para lo que es
y para el bicho que tenemos aquí.
Aceitito, por aquí...
Para quien no sepa qué es el sargo:
es un pescado azul.
Vamos, ahora, a triturar.
Ve poniendo, si quieres,
el sargo a la sartén, sin aceite,
y, mientras, trituro, un poquito.
Este tipo de salsa que hoy
estamos haciendo, este pesto,
que podría ser un mojo, también;
está muy bien, la verdad,
para cualquier cosa, ¿no?
Antes hablábamos de los pestos
que nos vendrían bien
para los pescados
o para lo que sea,
pero con este, en este caso,
lo que haremos es pintarlo.
Mira, huele muy bien,
huele la alcaparra, también...
¡Oh, qué bien huele!
Podríamos hacer dos cosas,
es que huele tan bien,
que estoy pensando en hacer
una auténtica maldad,
si José Juan me deja, ¿eh?
Muchas veces,
soy improvisación pura.
Primero,
voy a echar aceite de oliva.
De verdad, no me voy a resistir
a hacer lo que quiero hacer,
que va a ser lo siguiente;
antes hemos dicho que los mojos
sirven para pintar pescados...
Riquísimo.
Voy a hacer así,
luego, le daremos la vuelta
y lo marcaremos por ahí.
Mirad qué pinta. Así...
Con este ajito que huele...
Le va a dar un toque
al pescado brutal, ¿eh?
Y creo que a la sidra
le viene, perfectamente, bien.
Mientras tanto,
tenemos el romanescu,
ya que tienes
el control de la plancha,
te dejo que lo vayas salteando ahí.
Ajá.
Te dejo, por aquí,
el aceitito de oliva.
Esto está caliente,
ya puedes hacerlo.
A ver, muy bien...
Cojo los más grandes, ¿no?
Sí, cualquiera.
Bueno, venga,
más cositas por aquí...
Voy a echarle
un poquito de perejil.
¿Te parece bien, no?
A tu guisito de patatas.
El perejil nunca viene mal en nada.
Venga.
Es color.
Ahí está. También, es sabor.
Color y sabor.
Yo, siempre, lo digo, también.
Voy a darles la vuelta
para pegarles otro toquecito más,
creo que le falta un poco.
Mira la gracia que tiene.
Cuando le has dicho a tu mujer
que venías aquí, ¿qué ha dicho?
Que le encantaba.
¿Sí, no?
Que se venga otro día, ¿no?
¿Cómo se llama?
Ana Julia.
Ana Julia, un besito.
Tienes un marido muy apañado,
me puedo ir, tranquilamente,
a tomarme un aperitivito
y él se queda al mando,
tranquilamente.
¿Cuántos hijos tienes?
Tres.
Tres. ¿Y edades?
La mayor tiene 27,
la segunda cumple 22, ahora.
Esto lo voy a apartar.
Perfecto.
Y el pequeño, que es un chico,
de diecinueve años.
Pues nada, esto está ya,
y voy a apagar el pescado.
El romanescu puedes emplatarlo ahí,
si quieres;
y, mientras, voy emplatando esto.
Mira, lo que haría sería meterle
un chorreón de aceite de oliva.
Cuando lo coloque.
También, le voy a poner esto,
aunque, sea verde,
un poquito de cebollino
y de eneldo.
Qué bien huele.
Animaos a probar el romanescu,
de verdad, de corazón.
¡Mirad qué pintaza!
Me estoy viniendo arriba, ¿eh?
Sí, sí.
Tírale el aceite y nos vamos ya.
Tengo aquí más cebollino,
lo voy a poner aquí;
ya que estamos,
bien de verde, bien de frescura.
Acompañamiento verde...
Pero, ojo, que el pescado,
también, sabe a eneldo.
porque le hemos puesto
todo lo que le hemos puesto.
Patatitas a la sidra,
pescado con pesto...
Esto es una auténtica maravilla.
¿Estás contento con tu receta?
Estoy contentísimo,
está mucho más bonita que la mía.
No... qué va, qué va.
Lo importante es que esté rica.
Que sí, José Juan,
esto es cocina en estado puro.
Sargo a la sidra
con patatas y romanescu.
¿Te quedas a comer conmigo?
Sí, por mí, encantado.
Vámonos para allá.
(SUENA "DANCING IN THE MOONLIGHT",
TOPLOADER)
(SUENA "DANCING IN THE MOONLIGHT",
TOPLOADER)
José Juan,
está claro que con estos dos platos
no te vas a ir con la tripa vacía.
No.
¡Porque menudo menú, ¿eh?!
Ravioli relleno
de pera y queso feta,
y tu maravillosa receta
de sargo a la sidra.
Como tampoco quiero que te vayas
con las manos vacías,
además, de la tripa llena;
quería regalarte el libro
"Hacer de comer",
las mejores recetas.
Muchas gracias.
Aunque eres un fan.
Sí, sí; lo soy.
Pero bueno, ahí lo tienes,
que me hace ilusión firmártelo.
Muy bien, muchas gracias.
A vosotros, lo que os digo siempre,
animaos en entrar en la cocina,
poneos a los fogones,
innovad y lo que queráis,
pero, sobre todo...
Haz la comida y mejora tu vida.
¿Vámonos? Hay que probarlo, ¿no?
Habrá que probarlo, sí.
Ha sido un placer tenerte aquí.