Lunes a las 22.00 horas
'El comisario Montalbano', adaptación para televisión de las famosas novelas policíacas del escritor italiano Andrea Camilleri. La serie, ambientada en Sicilia, está protagonizada por Salvo Montalbano, un comisario de policía amante de la lectura y de la gastronomía y caracterizado por su poca ortodoxia a la hora de resolver sus casos.
"EL COMISARIO MONTALBANO"
"UN DIARIO DEL 43"
(Franco Piersanti "Montalbano")
¡Señores, señores, aparten!
No pasen, por favor. No avancen más.
Vamos, vamos, atrás. -Por favor.
Quietos, por favor.
Paren, paren. -Échense atrás.
Que se van a caer, hombre.
No se asomen tanto.
No hace falta empujar.
Disculpe.
Toda esta gente de aquí ha venido a grabar la explosión.
¿No podríamos acercarnos un poquito?
les han dejado pasar.
Señores, por favor, despejen la zona.
Despejen la zona.
Dejen pasar, por favor.
Dejen pasar.
Sí.
La verdad es que tuve mucha suerte.
Sin el crédito, no habría podido hacerlo. Pero...
Buenos días. -Buenos días.
Vengo solo. ¿Hay sitio? -Lo siento.
Ahora mismo, no queda mesa libre. Pero puede volver en media hora.
De acuerdo.
"I... I don't want...".
"Thanks".
Se lo agradezco.
"I'm John Zuck".
Tenemos espaguetis con almejas y fritura mixta.
Entonces, espagueti.
Muy bien, no tardo.
Sí, por favor.
Sí.
De Chicago exactamente.
Eso es porque nací aquí, en Vigata.
Y mi verdadero nombre es Giovanni Zuccotti.
"Cheers".
"Yes, yes".
Me gusta mucho. Es mi mayor hobby.
Ese... ese silo lo he visto desde que era un niño pequeño.
Y creo que lo construyeron justo el año
en el que yo nací.
No. Yo no emigré.
Durante la guerra fui a combatir a África.
Y allí me hicieron prisionero y...
me enviaron a un campo de concentración
en Texas.
Y allí conocí a una señorita estadounidense, Evelyn. (RÍE)
Y cuando me soltaron...,
nos enamoramos y nos casamos.
Yo quería volver a vivir aquí...,
en Vigata.
Con mi mujer.
Pero...
Evelyn y yo lo teníamos todo listo para partir,
pero llegó una carta de un...
de un abogado.
Lo recuerdo muy bien.
El nombre del abogado.
Abogado Busacca.
Mi padre y mi madre
habían muerto en un accidente de tráfico.
Fue un golpe muy duro.
En Italia, ya no me quedaba nadie.
Por eso, Evelyn y yo decidimos quedarnos en América.
Y allí es donde he pasado "all my live".
(RÍE)
Tras la muerte de Evelyn,
sentí la necesidad de regresar a la tierra donde nací.
Y deseaba volver a mi tierra
antes de morir.
(RÍE) ¿Y sabe una cosa?
Solo llevo aquí una semana y ya he descubierto una cosa.
Bastante extraña, digna de Pirandello.
Fíjese.
Sí, soy yo.
Me darían por muerto al no regresar a mi país en tanto tiempo.
Lo vi antes de ayer, mientras paseaba.
Entonces, fui al ayuntamiento
a hablar con el alcalde. Quería pedirle que lo quitaran.
Giovanni Zuccotti aún está vivo.
Lo sé, podría dejarlo correr,
pero ver mi nombre ahí escrito...
Es como si borrara mi vida.
Nada.
El alcalde no estaba.
Y ellos no podían concertarme una cita con él.
Gracias.
(Portazo)
Hola, Salvo.
¿Sabes qué es esto?
Lo han encontrado esta mañana en los silos.
el funcionario del ayuntamiento. Quería tenerlo unos días
para hacer un reportaje. Curiosidad local.
Pero, luego, lo leí.
Estaba envuelto en hojas de periódico.
Supongo que para protegerlo de la humedad, de los ratones.
El Quotidiano del Popolo, órgano oficial del partido fascista,
esto es un diario.
Un diario de 1943.
No.
Y en las noticias he dicho que se trataba de un diario de guerra.
Les he dado el nombre del muchacho que lo escribió.
Pero de lo que realmente cuenta aquí
creo que es mejor que te ocupes tú.
Yo no te diré nada, pero léelo, Salvo.
Ahora, he de irme, que tengo trabajo.
Adiós, Salvo.
COLUSSI, CARLO
AVANGUARDISTA, AÑO 21 DEL PERIODO FASCISTA
EL FUNDADOR DEL IMPERIO
W. IL DUCE
GRITABAN: "DUCE, DUCE, DUCE, DUCE"
VENGANZA Y RECONQUISTA
(LIVIA) ¿Cómo lo sabes?
Pues parece que con él lo consiguieron.
Comienza a escribir en el verano del 43.
La... la Operación Avalancha.
La huida de Mussolini.
¿Y quién es?
¿Y después?
El Armisticio.
"Ayer por la tarde me reuní con el camarada T.,
él también dice que es el momento de hacer algo,
que hemos de salvar el honor de nuestro país".
Espera.
Espera aquí.
¿Qué es lo que quieres enseñarme?
Mira.
Me lo ha dado un tipo de conozco.
¿Y qué vas a hacer?
Estoy cansado, Anita.
Estoy cansado de esta vergüenza.
¿Entiendes? -¿Y qué piensas hacer?
Te fusilarán.
Me da igual.
Me da igual.
¿Crees que soy como esos cobardes que dan la espalda a su patria?
No.
Pero a mí sí me la das.
¿No has pensado en mí, en nosotros?
Madura, Anita.
Aún piensas como una niña.
Y si pienso como una niña, ¿por qué me traes aquí?
¿Por qué me enseñas esa bomba? ¿Eh?
¿Para sentirte como un héroe? -No.
Porque te amo, Anita.
Pero ¿entiendes que sé que he de morir?
Yo lo sé.
Pero has de entender por qué,
por qué lo hago. Lo hago por nosotros.
No. Tú no has de morir.
¿No comprendes que algún día esta guerra acabará?
Solo tenemos que esperar.
¿Y cuando termine?
¿Qué quedará?
¿Qué quedará, Anita?
Quedaremos nosotros, Carlo.
Tú y yo.
Para mí es más que suficiente.
Y después, ¿no...?
¿No hay... no hay nada más?
Comisario Montalbano.
Aún está de vacaciones.
Falleció por los impactos de cuatro disparos en el tórax.
Seguramente fue una pistola.
Yo diría que fue a poca distancia.
Le dispararon en el corazón y falleció a los pocos segundos.
Aún es pronto para saberlo.
Presuntamente, entre media noche y las 02:00 de la mañana.
Aún debo examinarlo.
A simple vista, diría que no.
No hay de qué.
Buenos días, comisario.
Era muy bueno.
Era tan bueno el señor Angelino...
Lo quería mucho.
Todo es mi culpa.
Todo es mi culpa.
Sí. Yo vengo cada mañana sobre las 07:00.
Preparo el desayuno y voy a hacer la compra,
porque el señor Angelino duerme poco.
Esta mañana he llegado, como siempre, le he llamado
y no respondía.
Entonces, he buscado por toda la casa.
Y nada. No me respondía.
Luego, le he llamado a voces.
Nada, no lo veía. Hasta que...
hasta que lo he encontrado
en el salón...
todo bañado en sangre.
Sí.
He tirado de él.
Y después, lo he tocado.
Pero estaba frío, frío.
Muerto.
Yo diría...
que hay alguna mujer involucrada en esto.
No, por nada.
Ni yo sé por qué lo he dicho, comisario.
Pero en casos como este
siempre hay alguna mujer de por medio.
A su nieta Rosalba la he llamado.
Tras llamar a la Policía, la he llamado a ella.
Y también a su hijo.
Se llama Matteo.
Por aquí.
Disculpe, no puede pasar.
No. Necesito entrar para... -Lo siento. Está la Científica.
Buenos días. Soy Rosalba. Soy la nieta de Angelino Todaro.
Querría verle.
Pero ¿qué ha sido? ¿Un atraco? ¿Han entrado ladrones?
Adelante.
Hace dos horas me ha llamado Zina.
Y he salido corriendo, ya que estaba fuera de Vigata.
Con un amigo. He pasado la noche con él.
¿Confirmarlo? ¿Por qué?
Pues sí, claro. Sí.
Se llama Riccardo Catalano. Y, sin duda, puede confirmar
cuanto le he dicho.
Mármol, granito y piedra.
Lo trabajamos y comercializamos.
Mi abuelo Angelino lo dirigió hasta que pudo.
Pero hace cuatro años, me dejó tomar el mando.
Sí. Matteo es mi tío.
Era el hermano pequeño de mi padre.
Se llamaba Luigi.
Sí. Bueno, el problema es que mi abuelo y mi tío Matteo nunca...
nunca se han llevado bien.
No sé, llevan así muchos años, desde que era una niña.
No. No, no.
Mi abuelo no quería.
No estaba a la altura.
Pero, al fin y al cabo, era su hijo. Por eso recibe
regularmente una cuota de beneficios societarios.
Así que, nunca le ha faltado el dinero.
(RÍE) No sé qué estará haciendo.
Se las arregla.
Vive de las rentas.
Pasa el día...
yendo a Catania a pescar.
Le he llamado antes de venir aquí.
Y se ha...
se ha quedado de piedra.
Estaba destrozado.
Pasen, pasen.
Intenta ir rápido, comisario. Tengo cosas que hacer.
No, no hace falta. Hablaremos aquí mismo.
Póngase cómodos.
Oiga, comisario,
a mí los temas de extraños me dan lo mismo.
Y mi padre para mí era eso, un extraño.
¿Qué quieren saber?
Mi padre me odiaba.
Y yo le odiaba a él.
Pero era mi padre.
Y mientras uno está vivo,
siempre hay esperanza de que algo cambie.
Pero cuando mueres, no hay remedio.
Todo sucedió tras la tragedia.
Tras la muerte de mi hermano Luigi.
Mi hermano y yo solíamos hacer pesca subacuática.
Un día, estábamos bajo una gruta...,
y, de repente, empecé a encontrarme mal.
Mi hermano se dio cuenta y me cogió para sacarme a flote.
Me salvó la vida.
Pero, poco después, bajó para coger todo el equipo.
Y se quedó...
se quedó atascado en una grieta.
Por eso murió.
Es algo que mi padre nunca me perdonó.
Me tachó como si me importarse una mierda, comisario.
Igual no me he explicado bien.
Llevo años sin ver a mi padre, comisario.
Si teníamos que hablar, Zina era la que...
la que hacía de mensajera.
Si tenía algo que decirme,
Zina venía y me informaba. Yo hacía lo mismo con él.
Ahora, si son ustedes tan amables...
Pescando, en mi barca.
Solo, como siempre.
Como verá, no es que tenga mucha vida social.
Ahora, si son tan amables...
Ah, comisario, es usted.
A veces, a mi edad, la cabeza se va por las nubes.
Por favor, siéntese.
Ah, "yes, yes".
Yo siempre digo adónde voy, porque me siento...
Me quedo más seguro.
Sí. Me alegra volver a verle.
Se lo agradezco, comisario.
Y además...,
podría ser un error esconder una pizca de verdad.
Quién sabe.
Como ya le dije,
Pirandello.
(Música de orquesta festiva)
Ah, la fiesta de San Giorgio. Me encanta.
Hace tanto tiempo, que ni me acordaba.
(RÍE)
Mis padres solían llevarme a las fiestas cuando era pequeño.
Y recuerdo ver mucha gente por la calle.
Y...
y las luces.
¡Oh, sí! Y los fuegos artificiales, el algodón de azúcar.
Y luego, la banda.
(Música alegre)
No sé por qué, pero con la banda...,
oh, se me pone la piel de gallina y me conmuevo.
(Continúa la música de orquesta)
"Esta vez, tendrás que inclinarte y hacerme una gran reverencia".
"Bueno, enseguida me di cuenta de que esas balas eran insólitas
y de que el rastro de pólvora del disparo...".
"Pues bien, a Angelino Todaro le dispararon con una pistola
de la II Guerra Mundial".
"Para ser más exactos, con una Beretta M23,
que aún funcionaba a la perfección".
"Increíble, ¿no?".
"Montalbano, ¿no me das un aplauso?".
Buenos días. -Buenos días.
"How are you?".
Oh, sí.
Ayer también estuve en este sitio.
He conocido a estos "gentleman".
Se fijaron en mi dibujo y nos hemos hecho amigos.
Hablan un dialecto muy cerrado.
Al principio, no entendía una palabra.
Aunque, bueno, mis padres también hablaban así.
En fin, me han invitado a jugar a cartas.
Pero yo no me siento capaz.
No quiero hacerle perder el tiempo, comisario.
¿Por qué ha venido a buscarme?
¿Tiene alguna noticia que darme? Ah, ¿sabe lo del alcalde?
Nosotros nos vamos, ¿vale?
Vámonos, vámonos. -Adiós, hasta luego.
Johnny, nosotros solemos jugar a cartas en el bar.
Si quieres venir, eres bienvenido, ¿de acuerdo?
Adiós, adiós. -Gracias.
Hasta luego.
Colussi no es un apellido propio de aquí.
Lo siento.
Lo siento, comisario.
No me suena, no.
En el 43 partí como soldado.
No.
¿Por qué me pregunta?
"Why not?".
He encontrado la fotografía que me ha perdido.
Es la única que tengo de mi abuela de joven.
No, comisario.
No la he visto en mi vida.
Y usted se parece muchísimo a su abuela.
Sí, es idéntica.
¿Y qué quieren saber de mi abuela?
No sé si puedo ayudarle.
Mi abuela no hablaba del periodo de la guerra.
Que yo recuerde, porque era pequeña.
Además, mi abuela siempre estaba en casa.
Tenía quehaceres. Siempre pensaba en los demás. Menos en ella.
¿Colussi?
No me suena.
¿Quién era?
No. No me contó nada.
Además, como le he dicho, comisario,
para mi abuela aquella época era tabú.
Ni siquiera sabía que había estado viviendo en Vigata.
Creía que siempre había estado aquí, en Montelusa.
Y me lo cuenta usted.
¿Pero Carlo Colussi aún está vivo?
Lo siento. -Gracias.
Ha luchado lo que ha podido, comisario.
Pero la enfermedad era mu y fuerte
y él estaba muy débil. -Mi pésame.
Porque él era así, siempre lo ha sido.
No quiso decirle nunca a nadie que estaba mal.
Muy mal.
Venga por aquí, comisario.
-Hágase tu voluntad, así en la Tierra como en el cielo.
(ALGUNOS) Perdona nuestras ofensas,
como nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
(ALGUNOS) Llena eres de gracia. El Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres.
(Campanadas)
(Campanadas)
(Campanadas)
(Campanadas)
(Campanadas)
(Campanadas)
(Campanadas)
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
(ALGUNOS) Amén.
Oremos.
Oh, Dios, que te manifestaste ante Moisés
por medio de una zarza que arde, pero no se consume.
Mientras despedimos a nuestro hermano Marco,
humildemente te rogamos que la llama de tu espíritu
lo inunde y le devuelva a la vida a imagen de tu hijo resucitado,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
(ALGUNOS) Amén.
Dale, Señor, el descanso eterno.
Brille para él la luz perpetua.
Descanse en paz. Amén.
(Llaman a la puerta)
Comisario.
(Llaman a la puerta)
Buenos días, comisario.
Bueno, ¿cómo quieres que esté?
Después de tantos años siendo la criada del señor Angelino...
¿Me puede decir una cosa?
¿Cuando podré volver a entrar en la casa del señor?
Porque habrá que poner un poco de orden.
Limpiar la casa. Él siempre la quería impecable, impecable.
Ordenada y bien limpia.
Y seguro que Vds. la habrán dejado patas arriba.
Ya me imagino cómo estará.
¡Uh!
si me acuerdo de alguna otra cosa...
En 1943, yo tenía 1 año, comisario.
Aunque yo empecé a trabajar cuando era una niña pequeñita,
empecé muy joven, el señor Angelino
no hablaba nunca, nunca del pasado.
Y sobre todo, no decía una palabra sobre la guerra.
Yo creo que es porque era fascista.
Pero fascista hasta la médula.
Y no quería que lo supieran por ahí, ¿sabe?
O quizá fuera porque...
porque la guerra le trajera malos recuerdos.
(LLORA)
De aquí para allá y de allá para acá,
como una loca, comisario.
No es que me lo contaran a mí.
Todo lo que se decían...
Se lo voy a explicar todo.
Ellos...
(CARRASPEA) ...para evitar que me equivocara
al pasar mensajes importantes o lo que fuera,
a mí me daban unas notitas,
unos papelillos.
Pero nunca, nunca, nunca
he osado yo mirar lo que había escrito. Nunca.
¿En la casa de Todaro?
Él las tiraba todas. No podía ni ver a su hijo.
Imagine si iba a guardar los papelillos.
Matteo...
Matteo, cuando recibía un papelillo de su padre,
lo leía detenidamente,
luego, cogía y lo estrujaba cuanto podía. Así.
Y lo tiraba al váter.
Sí.
Y además, tiraba de la cadena dos veces de la rabia que le daba.
Aunque, a veces, no. En ocasiones, cuando llegaba,
me lo encontraba tomando el sol tranquilamente
en la tumbona de la terraza.
Yo le daba el papelillo.
He de decir la verdad, ¿sabe?
Claras, las cosas claras.
Él lo leía detenidamente
y, luego...,
le escupía.
Luego, los volvía a estrujar, los tiraba al tejado del edificio
de al lado.
Comisario, un padre y un hijo
¿cómo podían hacer eso?
Por Dios, qué cosas.
(Disparo)
(Disparo)
No tengo tiempo. Si el sol se pone, el mar se enfriará.
¿Qué?
¿Qué quiere de mí?
Voy a llamar a mi abogado.
No puede venir aquí insinuando que...
Salí con el coche.
Pero me había dejado el flotador de pesca en el garaje.
Por eso volví a casa.
Y cuando regreso...,
de repente, veo a un tipo en el tejado.
Pensaba que era un ladrón. Cogí la escopeta que tengo en el garaje
y disparé.
Pero para espantarlo, comisario, para que se fuera.
No quería herir a nadie. Tiene que creerme.
Luego, vi que era Vd.
Y me... me pilló de sorpresa. Por eso me fui corriendo.
¿Cómo voy a disparar yo a un policía, comisario?
Pero una cosa.
¿Qué hacía usted en el tejado de mi casa?
Las notas de mi padre.
Bueno, una vez me escribió que yo era el castigo de su vida.
Castigo, evidentemente,
por alguna cosa que haría en el pasado.
Debió ser algo muy malo.
No lo sé. Era un secreto, claro está.
No quería que se supiera.
Eso no lo sé, comisario.
Pero si mi madre lo hubiera sabido,
me lo habría contado. Porque mi madre me lo contaba todo.
Se casaron en los 50.
Así que, se tratará de alguna cosa que ocurrió mucho antes de eso.
Adiós.
EL FUNDADOR DEL IMPERIO WW IL DUCE
"I'm sorry, comisario".
No sé cómo ayudarle.
Recuerdo cuando...
cuando llegaron los refugiados de Libia.
Recuerdo que los mandaron al silo para alojarse.
En esa época, estaba vacío.
Unas semanas más tarde, fui a combatir en el frente.
Y en las pocas cartas que recibí,
nadie me contó nada que pudiera relacionarse
con el misterioso...
Sí, acto...
de Colussi. No.
Pepe Panarello.
¿Cómo no lo he pensado antes?
En fin, Pepe.
¿Recuerda el día que se acercó a la playa...
Por Dios, yo incluido, claro.
Había uno en particular
que parecía muy... nervioso.
¡Os voy a machacar! -¡7 de diamantes!
¡Sí, hombre! -¡Eh! ¿Qué?
¡Anda ya! No puede ser. Siempre saca lo mismo.
Me largo.
Y a mí...
a mí nunca me sale. Nunca me sale.
Quiero la revancha. Adiós. -Vete a la escuela a estudiar. (RÍE)
Hola. -Hoja, Johnny.
Hola.
Comisario, si me pregunta una cosa de ayer o de hoy,
no hay nada que hacer.
Pero si me pregunta algo de hace tantos años, soy todo oídos.
15 de septiembre del 43. Déjeme pensar.
15 de septiembre del 43.
No, no me viene nada.
Pepe, sucedió algo muy importante.
Intente recordar.
No, no sucedió nada.
15 de septiembre del 43.
Comisario, nada de nada.
No sucedió nada.
Lo siento.
Si me necesita, ya sabe.
(Campanadas)
¿Y eso?
Eso que suena es el reloj del ayuntamiento.
Es verdad.
Siéntese, siéntese, comisario.
Pues claro que pasó. ¡Oh!
(Campanadas)
(Campanadas)
Oh, perdone.
(TOSE)
Cuando los aliados tomaron Sicilia,
hubo un problema.
Había que quitar de en medio todos los explosivos
y municiones que los italianos y los alemanes
habían dejado abandonados.
Una cantidad impresionante. Pues bien,
¿qué se les ocurrió a los americanos?
Arrojarlo todo al fondo del mar. Y para eso, usaron pesqueros.
Esta labor se la encargaron a una escuadra de soldados,
también americanos. ¿Y ellos qué hacían?
¡Leches! Aún me sigue cabreando acordarme de esto tras tantos años.
¿Qué hacían? Transportaban en camión los explosivos y municiones.
Y de los camiones pasaban los explosivos a los soldados
que estaban en los pesqueros.
Una cosa peligrosísima, como comprenderá.
De hecho, la gente del pueblo rezaba a todos los santos
de ahí arriba, porque era inevitable que pasara cualquier cosa.
Y, de hecho, pasó.
El 15 de septiembre de 1943,
un camión voló por los aires.
Murieron cuatro soldados americanos,
nueve soldados italianos, que eran prisioneros,
pero que utilizaban como ayuda en la carga y descarga
de... de los explosivos.
Eso se pudo evitar.
Porque hacer una cosa como esa era una locura tremenda,
de personas inconscientes.
Cerca del antiguo silo, el que han demolido hace unos días.
Pepe, ¿por qué se ha acordado de lo que ocurrió
cuando ha escuchado cómo sonaba el reloj?
Cuando el camión voló por los aires...,
la explosión fu tan, tan fuerte
que se rompió el cristal del reloj que había en el ayuntamiento.
En las agujas del reloj se veía una cosa negra pegada.
En el pueblo todos pensábamos
que era una hurraca
o un pájaro muerto.
Al cabo de un tiempo, vino el técnico.
Y se descubrió que no era una hurraca
ni un pájaro muerto.
Una mano.
La mano de un soldado americano negro.
Que, con el estallido, voló casi 200 metros
y fue a parar a...
Fue algo impresionante.
¿Usted cree que esa masacre fue "intentional"?
Es cierto.
Y cuando se dio cuenta de lo que había hecho,
se conmocionó tanto que dejó de...
de escribir en el...
en el diario.
Oiga, ¿y por qué le interesa tanto ese camarada T.?
¿Un homicidio?
(Llaman a la puerta)
Pase, pase, comisario. Adelante.
Discúlpeme, señor.
Pero hace solo dos horas que han quitado los precintos.
La verdad es que últimamente las cosa con Angelino...,
con el señor Todaro,
no iban demasiado bien.
Siempre estaba enfadado, muy callado.
Y entonces, yo le dije:
"Señor, sepa usted que la vejez es así".
"Hay que estar atento".
Pero él se enfadaba una barbaridad.
Y entonces, decidió despedirme.
Llamó a una agencia de criadas y empezó a quedar con gente
para hacer entrevistas.
Y se presentaron aquí tantas mujeres...
En fin, yo creo que lo hacía aposta
para que me enfadara.
Porque no puede tratarse así a una mujer que ha vivido por él
toda la vida, ¿no?
Y entonces, llegaron mujeres negras jovencitas,
mujeres rubias exuberantes del este,
mujeres hermosas de todo tipo.
Pero yo estaba segura de que todo ese trajín de mujeres
le iban a traer algo malo, ¿sabe?
Y de hecho, así fue.
Porque yo misma lo vi con mis propios ojos.
Lo vi subir a un coche con una de esas mujeres.
A saber dónde fue.
No tengo ni idea.
Unos 15 días antes de que...
de que muriera el señor Todaro.
Se lo llevó en el coche quién sabe dónde.
La marca.
Me acuerdo de la matrícula.
Sepa que tengo memoria fotográfica.
Comisario, pero qué sorpresa.
Venga.
Pues, de hecho, resulta que Melina es mi sobrina.
Se ha ido a Montelusa a hacer unas compras.
Es que he pasado una gripe muy mala.
Y entonces, pensé en venir aquí para estar con ella unas semanas
en el campo y recuperarme.
Pero, ahora, me encuentro tan bien
que me han entrado ganas de tomarme un café con Vd.
¿Le parece?
Bien, vayamos allí. Es justo ahí.
Disculpe, comisario.
¿Usted por qué quiere hablar con Melina?
¿No habrá hecho alguna cosa?
Ah, sí, pobre Angelino.
Ya lo sé, ya lo sé.
Sí. Bastante.
De hecho, estuvo por aquí hace dos semanas.
Me llamó porque quería hablar conmigo.
Parecía que era urgente, sí.
Le pedí a Melina que fuera a buscarlo con el coche.
Cuando llegó aquí, Angelino estaba muy alterado
y me pidió por favor que lo confesara.
Quería confesarse. Aunque, en fin,
para serle sincero, comisario,
no vino solo porque quisiera confesarse,
sino porque tenía la intención de hacer una enorme donación
a la iglesia, una cifra enorme.
Eran diez millones de euros, ¿sabe?
¿Que qué le dije? Le dije...
que siendo una cifra tan grande, debía hablarlo antes
con su hijo, con su nieta, en fin, con los herederos directos.
Yo no iba a aceptar ese dinero sin que los parientes
le dieran su consentimiento.
Eso fue lo que le dije.
Ah, me dijo que le había insinuado algo
su nieta, Rosalba.
Sí.
Y que, bueno,
ella entendía sus motivos,
pero que prefería hablar de nuevo con él,
que quería hacer cuentas.
En fin, esa tarde nos despedimos
con la intención de vernos de nuevo,
pero, por desgracia...
No, no, comisario. La confesión es secreta.
Y yo no puedo...
Sí, lo sé. Pero...
Sí.
(Música suave)
Hoy, he estado echándole un vistazo al diario.
Y quería que vieras una cosa.
Aquí.
En esas páginas, intenta escribir una poesía para Anita.
Está enamoradísimo.
Sigue leyendo.
Perdóname.
He llegado tarde porque me entretuvo el camarada.
Tranquilo.
Hoy, es tu cumpleaños, ¿verdad?
Sí.
He hecho esto.
Lo he hecho con mis propias manos.
¿Te gusta?
Sí. -Espera.
¿Me ayudas? -Sí.
Este es el trigo de nuestra tierra.
Prométeme que siempre lo llevarás contigo.
Un día estaremos felizmente casados.
Tendremos una casa.
Este trigo ha de crecer libre.
Por nosotros.
¿Vale?
¿Cómo me queda?
Estás preciosa.
¿Qué te ocurre?
Tengo miedo.
Tengo miedo de lo que pueda hacer.
No soy capaz de...
quedarme parado viendo cómo los invasores nos pisotean.
Es superior a mí, no lo aguanto.
No.
No debes hacer nada.
Yo estaré contigo.
Seré tu ángel de la guarda.
Para siempre.
(Llaman a la puerta)
Lo demás es bastante simple.
No requiere...
¿Quieren sentarse?
Mi tío Matteo puede serme muy útil para dirigir la empresa
ahora que...
que mi abuelo no está.
Comisario...,
usted, como es natural,
está buscando un móvil.
Pero, créame, ni Mateo ni yo habríamos podido matar al abuelo.
Aunque fuera a echar a perder la empresa
por sus remordimientos absurdos.
Porque no tenía coartada para esa noche.
Y si le hubiera dicho que mi abuelo quería echar por tierra
nuestro patrimonio, la empresa...,
usted habría pensado que yo soy la responsable de su muerte.
Porque no sabía qué hacer.
Juntos intentamos buscar el modo de... de convencer a mi abuelo.
Le aconsejé que fuera a ver a mi padre.
Y que le hablara de mi hermano Luigi.
Así le recordaría lo importante que era la empresa para Luigi.
Y que si le mandaba a tomar viento...,
sería como borrar una gran parte de su querido Luigi.
Y funcionó.
Con eso se lo pensó.
Y dijo que, de momento, se olvidaría de la idea de la donación.
(RÍE) Comisario, créame, no lo sé.
He intentado preguntárselo muchísimas veces, pero...
hablar de esa historia le alteraba tanto...
Al final, ya... ya desistí.
Son una maravilla.
¿Dónde aprendió a dibujar tan bien?
(JOHN RÍE)
"I'm a technical designer".
Al volver del campo de concentración,
estudié en un instituto tecnológico "in the States".
Y...
cuando terminé, me cogieron para trabajar
en el sector textil, gracias a Dios.
(RÍE)
He dibujado tantas cosas...
Fulares, telas... Toda mi vida.
¿Y... y estos?
¿Cuándo los dibujó?
Oh, esos...
esos dibujos los hago desde que estoy jubilado.
Tengo más tiempo. (RÍE)
En mi casa, pasaba muchas...
muchas horas en el porche, yo solo.
Dibujando.
Una tarde...,
había llovido todo el día y...
cuando el cielo comenzó a despejarse...,
mi mujer y yo salimos a caminar
para ver el atardecer juntos.
Evelyn se quedó quieta, inmóvil.
Como perdida en el infinito.
Contemplando...
aquel horizonte.
Hay momentos en la vida de un hombre...
en los que deseas
poder congelar un instante de felicidad.
Tan solo intenté...
intenté hacer un retrato de Evelyn.
(RÍE)
Lo intenté "many times". (RÍE)
Pero conservo solo...
solo uno de ellos, uno. (RÍE)
¿Aún... aún lo conserva?
Oh, sí.
Está colgado... colgado en casa.
Es el único retrato que he hecho en mi vida.
Y le gustaba.
Lo guardé y...
"sometimes...,"
bueno, a veces, me pongo a hablar con ella, con su retrato. (RÍE)
¡Oh!
Guapísima.
Guapísima.
¿Su hijo?
Es Joseph, "my son", sí.
Por desgracia, él tampoco...
tampoco está aquí. Murió en Vietnam.
De aquí salen las barcas que aún usan lámparas.
Sí. También lo he visto en Boccadasse.
Salen de noche a pescar.
En ocasiones, mi padre me llevaba con él.
¿Y le gustaba?
Oh, me despertaba en mitad de la noche
y yo apenas podía mantener los ojos abiertos.
Y luego... luego, cuando estábamos en el mar,
en mar abierto,
el sueño se me quitaba enseguida.
(RÍE) Nos quedábamos horas y horas pescando.
Y la noche pasaba volando.
Él y yo solos.
Sin decirnos nada ya.
Nos bastaba con estar juntos
contemplando el mar,
las estrellas.
(CAMARERO) Señor Zuck, ¿todo bien?
Ah, "very good, Mario. Thank you".
Gracias. -Gracias.
Comisario, me hace realmente feliz estar aquí.
Solía venir cuando era pequeñajo y "you know?".
¿Y sabe quién cocinaba?
La abuela de Mario.
¿Cómo va el tema del diario?
Pero ¿qué más tiene que entender?
Colussi cometió una masacre porque...
porque le cegaba el amor por su patria.
¿Tiene idea de cuántos jovencitos de mi edad
en esa época se convencieron
de que el fascismo iba a conducir a Roma a la cabeza del imperio?
Esos dos se amaban perdidamente.
¿Y no es posible que Anita también escribiera un diario?
O alguna carta. Algo por escrito.
Creo que esto fue lo único que quedó en casa de mi abuela.
No. Sin problema.
Le acompaño.
Y si en estos días encuentro algo más, se lo haré saber.
Anita también tenía un diario.
"Hoy, ha ocurrido algo terrible".
"Terrible".
"He estado con mi amor todo el día".
"Después, a las 17:00, he vuelto a casa
y mamá me ha enviado a hacer la compra".
"Me ha dado la cartilla para comprar un poco de pan y aceite".
"Morning. Document, please".
"What's your name?". -Anita.
Anita.
Más guapa que foto.
"All right".
Adiós, guapa.
¡No, no!
¡No! ¡Soltadme!
¡No!
¡No!
¡No, soltadme!
¡No!
¡No, no!
¡No!
¡No, no!
¡No, no!
¡No, por favor, no!
¡No, no!
¡No, por favor!
¡Por favor, no!
¡No, no, por favor, no!
(LLORANDO) ¡No!
Anita.
No.
No, por favor. -Cálmate.
No. -Cálmate.
No, no.
¿Qué ha pasado? -No. Vete.
Cálmate. ¿Qué ha pasado?
Nos equivocamos.
Colussi no cometió el homicidio por razones políticas.
Fue por amor.
Y Anita no pudo evitar que lo hiciera.
Entonces, no sabemos lo que le ocurrió.
Tenía curiosidad.
Ya había leído el diario, pero no imaginaba tanto dolor,
tanto sufrimiento.
Bueno, gracias por el whisky. Nos vemos pronto.
Ya decía yo.
Ya decía yo que Salvo Montalbano
no me llamaba por un puro gesto de cortesía.
Espera.
Espera, no te entiendo. Quieres que...
¿Te das cuenta de que me pides que haga un llamamiento
para buscar a alguien que, si aún está vivo,
tendrá más de 90 años?
No. Pero creo que es una pérdida de tiempo.
De acuerdo.
Nos vemos, Salvo.
(Puerta abriéndose)
Buenos días.
Me llamo Franca Moccia.
Gracias, comisario.
No tengo demasiado tiempo.
A las 09:00 tengo que ir al hospital de Vigata.
Formo parte de una cooperativa de limpieza.
Bueno, ayer por la tarde vi las noticias.
Y ya sabe, el señor Zito
pedía información respecto a un tal Carlo Colussi.
Yo a ese hombre le debo la vida.
Comisario...,
yo, de jovencita, la cagué un montón de veces.
Con perdón de la palabra.
Pero la más grande...
fue mi adicción a las drogas.
Afortunadamente, mi padre y mi madre
me llevaron a la comunidad de San Lázaro.
Y allí, el fraile Pietro me ayudó a enderezar mi vida.
Además, el trabajo que tengo ahora mismo
me lo buscó él hace 15 años.
Es que usted no sabe una cosa.
Carlo Colussi se hizo sacerdote y se cambió el nombre a fraile Pietro.
Un día, le pregunté por qué se lo había cambiado.
Y él me respondió que Carlo Colussi murió en 1943.
Fraile Pietro, está aquí el comisario Montalbano.
Quiere hacerle unas preguntas.
Idos, idos, chicos.
Id con el padre Carmelo. -Hasta luego, padre.
Gracias.
Demos un paseo.
Nos vemos luego. Hasta luego.
Venga.
Venga, comisario.
Tome asiento.
Ha pasado mucho tiempo.
Carlo Colussi.
(RÍE)
Tenía temperamento.
¿Dónde lo ha encontrado?
Comisario, me está trayendo recuerdos...
que había enterrado.
Sabe lo que ocurrió en el 43, ¿no?
Querido comisario...,
cuando me di cuenta
de lo que había hecho...,
escapé por el horror de las muertes que había causado.
Escapé porque...
no había escuchado a Anita...,
que me había implorado que perdonara
a esos violadores.
Caminé...
como un autómata.
Me encontraron casi inconsciente en la playa...
unos frailes.
Me socorrieron.
Me llevaron a su convento.
Comprendí que el Señor
me estaba indicando el camino
para expiar mis pecados.
Esos hombres que se acercaron a mí rezando...
me ayudaron...
a convertirme en misionero.
Sí.
Sí, sí, comisario.
Volvimos a vernos y nos abrazamos.
Anita...,
la única mujer
que he amado.
Fue...
en aquel encuentro...
cuando, por fin, hallé la paz.
Gracias...
a un vínculo...
que nada...
podría haber destruido.
Me enteré.
Me enteré, comisario.
Fui a visitar su tumba.
Le pedí al Señor
la gracia de encontrarla...
en su gloria.
Pero imagino...
imagino que no...
no ha venido aquí solo por la curiosidad
de saber cómo fue mi vida.
Angelino...
Angelino Todaro no, no.
A pesar de mis años,
me acuerdo perfectamente de su nombre.
Pasquale Tripepi.
Era un mentecato que comerciaba
en el mercado negro.
Oh, comisario.
Buenos días.
¿Cómo está?
No me quejo. Ahí vamos.
Claro. Siéntese.
Sí. Solo. Gracias.
Ay, ay.
Comisario, ¿me toma el pelo?
Porque es la segunda persona que me pregunta por el abogado Busacca.
Exactamente. Johnny.
Vino unos días antes que Vd.
Y charlando y charlando, al final, sacó el nombre
del abogado Busacca.
Me habló de su padre y de su madre.
Y quería saber si llegué a conocerlos en vida,
si me acordaba de ellos.
Claro que me acordaba. ¿Cómo no?
Su madre, la pobre, siempre lloraba, desde la mañana hasta la noche,
porque recordaba a su hijo.
El padre, no. El padre era una persona muy serena,
muy dura. No hablaba nunca.
Pero, en el fondo, esperaba que antes o después
su hijo regresara a Vigata, es normal, ¿no?
Sí.
Yo sabía lo que había ocurrido.
Pero no sabía
todo lo que pasó después.
Yo se lo explico.
Comisario, ha de saber que el papá de Giovanni
era una persona equilibrada.
Conducía bien, era prudente
y el coche era nuevo.
De acuerdo, pudo haberse distraído.
Pero cuando el coche cayó por el barranco,
no hubo frenazo.
Aunque lo más extraño no es eso, es otra cosa.
Él se enteró, también por el abogado Busacca,
de que su casa, con todo el terreno de alrededor,
la habían vendido por unas migajas.
Bingo, comisario. Veo que caza las cosas al vuelo.
Ya está aquí el café.
Como ve, a mí me gusta amargo, comisario.
Yo se lo dije cuando me lo contó todo.
Junto a otro hombre que en la época trabajaba de mecánico.
Comisario, se lo ruego, no me pregunte cómo se llamaba,
porque ya estoy muy mayor.
Haga el favor, ¿eh?
Eso antes.
Ese mismo.
¿Sabe que fue...? (RÍE)
¿Que fue...
lo que más me sorprendió cuando llegué a EE. UU, comisario?
(RÍE)
El hecho de que allí todo el mundo se tuteara.
Todo el mundo.
Al principio, pensaba que era...
algo negativo. Pero, al final, acabó gustándome.
Si ambos nos hubiéramos tuteado...,
se lo habría dicho antes.
A Angelino Todaro lo maté yo.
Panarello...
me habló de Busacca.
Y él me contó que Busacca
y Todaro querían comprar el terreno de mis padres
por cuatro perras.
Y...
fue Todaro quien manipuló,
quien cortó los frenos del coche de mis padres para matarlos.
Cuando encontraron el diario, decidí ir con Panarello
para que me contara cosas de mis padres.
Comisario, ya no me quedaba nada.
Ni un familiar.
Nada.
Ni tan siquiera una fotografía de mis padres.
Era...
era un hombre sin raíces.
Pero Pepe me contó que esas raíces las cortó un hombre.
Un hombre, no el destino.
Y fui a verle en persona esa noche.
Había pensado en irme a Chicago, pero no podía hacerlo, comisario.
Necesitaba hablar con usted.
Tenía que decírselo,
porque sé que igualmente lo habría descubierto.
¿Cómo puedes osar inclinarte ante el Señor?
Me llamo John Zuck.
En otra vida...,
cuando vivía aquí, en Sicilia...,
me llamaba Giovanni Zuccotti.
Y Bernardo Zuccotti...
y Ágata Malaspina, son mis padres.
Unos día después del homicidio,
regresé al lugar en el que se cayó el coche.
Bajo una mata...
encontré esto.
La he llevado conmigo muchos años.
La he conservado y aún me pregunto por qué.
Está grabado el nombre de tu madre.
¿Porqué los mataste?
No habían hecho nada a nadie.
Una mañana, el abogado Busacca
se presentó en mi oficina.
Él me propuso cortar los frenos del coche de tu padre.
Eso fue lo que hice.
Y ocurrió el accidente. Al poco tiempo,
el abogado Busacca se presentó con una bolsa
llena de dinero.
Yo no había visto tanto dinero en toda mi vida.
Era dinero manchado de sangre.
(TODARO) Sí. Pero el mal llama al mal.
Porque en mi vida había hecho sufrir a tantas personas.
Uno puede engañar a su conciencia,
pero no a la justicia divina.
Por eso, un día, el Señor se llevó a mi hijo el mayor.
Dejé lo demás
y crié en mi empresa
a mi nieta, cínica y despiadada, como yo.
Pero, ahora, miro atrás y solo veo dolor y sufrimiento.
Y me pregunto: "¿De qué sirvió todo esto?".
¿Por qué me cuentas esto?
¿Qué quieres de mí?
¿Quieres mi compasión?
¿Quieres mi perdón?
Solo has de llevar a cabo lo que el Señor
te ha enviado a hace aquí esta noche.
No sé cómo explicarlo.
Cuando tuve la pistola en mis manos...,
sentí una fuerza
que me empujaba.
Entonces, pensé en la muerte de mis padres,
pensé en mi hijo,
en mi mujer,
en la rabia.
Y por eso le apunté con la pistola y apreté el gatillo.
Hasta que no quedó ni una bala en el cargador.
(LLORA)
Me...
me llevé la pistola. Me...
Quería acabar con todo esto.
Fue entonces
cuando vi las luces de la fiesta de San Giorgio.
Y...
y me acordé de cuando iba de pequeño.
Quería verla una vez más.
La fiesta.
Y por eso tiré la pistola.
Sí.
(RÍE)
Lo sé.
Es su deber.
Pero ¿podría esperar a mañana, por favor?
Me gustaría ver por última vez
la fiesta de San Giorgio, una vez más, "one more time".
Será la última vez que la vea.
(Música de orquesta alegre)
(Móvil)
("Comu aceddu finici")