Vuelve Miquel Silvestre
con una gran aventura.
Recorrer en moto las rutas
más espectaculares del mundo.
Leyenda,
historia,
belleza
y riesgo.
Esto es Carreteras Extremas.
Capítulo 7.
La Carretera del Océano Atlántico.
Que pasada, ¿eh?
Por la noche molaba,
pero ahora por el día
es impresionante.
Eso sí, siempre que no llueva,
porque si llueve
esto se convierte en un infierno.
Lo que toca hoy es irse
hasta la costa
a hacer la Atlantic Ocean Road,
la carretera del Atlántico,
que es como un sueño surrealista.
O puede ser una pesadilla,
todo depende del tiempo.
Y después de hacerla lo que tenemos
que ir es a la ciudad de Trondheim,
que es la tercera ciudad
más poblada de toda Noruega,
y allí visitar el monumento gótico
más relevante de toda Escandinavia.
Aprovechando la comodidad
de la cabina,
Miquel se toma las cosas
con calma.
Un desayuno tranquilo, sin prisas,
contemplando el paisaje
por la ventana.
Luego, sale a correr
por los caminos de tierra
que se dispersan por el valle.
Tras el ejercicio físico,
una buena ducha.
Espero que salga agua caliente,
porque hace una rasca... Pero bueno.
Los noruegos para esto son buenos,
se supone que para el frío
son los mejores.
Entonces... Sí, hay agua caliente.
De hecho es súper caliente.
Uah. Uoh.
Uoh.
"Joder".
Como nuevo, como nuevo.
Preparar el equipaje.
Y salir de nuevo a pasar frío
en la carretera.
Y también de nuevo la conmovedora
belleza de Noruega.
Imposible acostumbrarse
a esta exuberancia natural
de bosques, lagos y montañas.
Aunque tampoco se acostumbra uno
a los accidentes geográficos
que frenan en seco
todo viaje por aquí.
¿Veis eso? Es un ferri.
Y lo que hay detrás del ferri
es un fiordo.
Y este es nuestro primer fiordo
que tenemos que cruzar.
Y los fiordos se superan
de tres formas:
o bien se rodean enteros,
lo cual es larguísimo,
o bien hay puente,
o si no lo que hay es un ferri.
Y al principio está muy bien,
pero luego es
que te hartas de ferris.
Y además, baratos no son.
Claro, estamos en Noruega.
Entonces, ahora me tengo que meter
ahí dentro y navegar un poquito.
Y encima hace un tiempo
veraniego total.
Así que nos vamos para el ferri.
Hola.
Hola.
¿Tarjeta?
Sí, está bien.
¿Cuánto cuesta?
Sesenta y ocho.
¡Uoh! ¡Qué caro!
Sesenta y ocho.
Eso son casi siete euros.
Casi siete pavos por la moto,
y es el primer ferri.
Y encima está haciendo un tiempo
de mierda.
El ferri navega
por las calmas aguas del fiordo.
Y el viajero se siente admirado
por cuanto le rodea.
Desembarcamos
y Miquel se dirige directamente
a uno de los objetivos del día.
Esa es otra
de las carreteras extremas
que teníamos que hacer en Noruega,
aunque realmente extrema no es,
menos con este tiempo.
Pero si buscamos en Google
carreteras más extremas,
o carreteras más peligrosas,
o carreteras más escénicas,
esta nos va a aparecer
en todas las listas.
Es la famosa Atlantic Ocean Road,
y tenía que venir a verla
y tenía que enseñárosla.
Como he dicho antes,
esto parece el delirio
de un ingeniero de caminos loco.
No sé porque este diseño
tan surrealista,
que lo hace tan bonito
y tan original,
pero que seguro que tiene
alguna razón, que yo no conozco.
Lo único que sé es que teníamos
que venir y tenía que recorrerla
una vez, y otra vez, y otra vez
y otra vez,
porque esto no es que sea muy largo,
pero lo que se ve una vez que llegas
hasta arriba es alucinante.
Las islitas, las montañas, el mar...
Está un poco lejos, ¿no?
Al menos de España, pero mola venir.
La carretera del océano Atlántico
mide apenas ocho kilómetros.
Y une, a través de una serie
de puentes,
la isla de Avery con el continente.
Su particularidad es
que los puentes se asientan
sobre pequeños islotes
rocosos inhabitados
llamados skerries.
El puente más famoso es
el de Storseisundet.
Es el más alto y largo,
mide doscientos sesenta metros.
Y su arco principal se levanta
23 metros sobre el nivel del mar.
Durante su construcción,
los trabajadores sufrieron
doce temporales.
Se abrió en 1989 y su enorme coste
debía sufragarse con un peaje.
Estaba previsto que tardase
quince años en pagarse.
En 1999 se suprimió el peaje.
Se había pagado en diez años.
Sin duda, los miles de turista
que vienen a verlo cada año
contribuyeron al éxito de la obra.
Como veis, hemos llegado
hasta el océano Atlántico
y me encuentro aquí un monumento
que recuerda a los caídos
en la navegación en el mar.
Y esto me trae a la memoria a los
noruegos más famosos de la historia,
que no son otros que los vikingos,
que los tenemos completamente
idealizados como bravos navegantes.
Los pueblos oriundos de Escandinavia
han sido dos:
los vikingos y los sami,
a los cuales conoceremos
cuando vayamos al norte.
Pero, ¿quiénes eran los vikingos?
Los vikingos salieron a la historia
alrededor del año 793
cuando asolaron un monasterio
en Gran Bretaña,
y durante dos siglos aterrorizaron
a toda Europa.
Porque no solamente
llegaban a la costa,
sino es que utilizando los drakares
conseguían remontar los ríos
y llegar hasta París, por ejemplo.
Y nadie sabía ni cuándo llegaban,
ni cómo llegaban
ni cuándo volverían a atacar.
La verdad es que cuando se piensa
en los vikingos,
tenemos claro que era un pueblo
de estirpe germánica,
pero la cuestión de ser vikingo
no es tanto una cuestión étnica,
sino cultural.
Es decir,
los habitantes de Escandinavia,
los habitantes de Noruega,
de Suecia, Dinamarca...
no los finlandeses;
pues son germánicos,
hablaban lenguas germánicas
y participaban de la cultura
germánica.
Entonces, ¿cuál era la diferencia
entre un vikingo
y un germano normal y corriente?
Pues salir a vikingar.
Es decir, lo que hacía un vikingo,
o lo que lo hacía vikingo
era salir a vikingar.
¿Y qué era salir a vikingar?
Pues, bueno, en invierno ocuparte
de tu granja, pescar,
a la agricultura
en lo que se podía...
Y en cuanto llegaba la primavera,
salir en el drakar a vikingar.
Es decir, a saquear, a asolar,
matar, violar
y traerte el botín para casa.
Y así se extendieron
por toda Europa.
Fundaron Kiev, estuvieron en Dublín,
conquistaron un reino en Normandía
y llegaron hasta España.
Y la época vikinga se acaba
alrededor del siglo XII,
y se acaba abruptamente,
por la irrupción del cristianismo.
Pero los vikingos
no dejaron de ser vikingos,
es decir, no desaparecieron
como etnia, no se extinguieron.
Simplemente cambiaron de hábitos.
O quizás no tanto.
Buscaron otras excusas.
Porque lo curioso es
que los vikingos, o los noruegos,
llegaron hasta las Cruzadas.
Llegaron a Jerusalén
aplicando las mismas técnicas
y tácticas que los vikingos,
pero esta vez bajo el paraguas
de la fe católica.
Esos eran los vikingos.
En el año 844,
los vikingos desembarcaron en Gijón
y atacaron Lisboa, Cádiz
y, remontando el Guadalquivir,
saquearon Sevilla,
bajo el control del emirato
de Córdoba.
Abderramán II organizó un ejército
y los derrotó y castigó
con inusitada crueldad y dureza,
para que escarmentaran
y no volvieran a tocar las narices
por Al-Ándalus.
Sin embargo, también ordenó una
inteligente política diplomática.
Picado de curiosidad
por aquellos hombres blancos
que no eran cristianos,
les mando un embajador:
el poeta Al-Gazal, “la Gacela”,
llamado así por su ligereza.
La época vikinga terminó
con la implantación del cristianismo
en Noruega.
Y precisamente lo implantó
un rey vikingo, Olaf II el Santo,
que es el único, creo, noruego
canonizado en tres iglesias:
la católica, la luterana
y la ortodoxa.
Olaf era tataranieto de Harald I,
que fue el gran rey vikingo
que unificó toda Noruega.
Y como quedó huérfano de padre
pronto,
y no se llevaba bien
con su padrastro,
a los once años ya se enroló en
sus primeras expediciones vikingas,
así que el saqueo era su actividad
más habitual.
Pero viajando en estas incursiones,
recaló en el reino vikingo
de Normandía,
y allí se convirtió
a la fe cristiana.
Así que, animado por su nueva fe,
y por la herencia de su tatarabuelo,
Harald I,
decidió regresar a Noruega
para implantar el cristianismo
y reunificar el reino.
Murió en combate contra un rey
invasor, Knud II, de Dinamarca,
y fue enterrado en Nidaros,
la actual Trondheim,
en un capilla, pequeñita,
que pronto se convirtió
en lugar de peregrinación
y sobre la cual acabaría erigiéndose
esta monumental catedral
que es el monumento gótico
más importante de Noruega
y, quizás, de toda Escandinavia.
En fin, es lo que tiene ser vikingo.
Que la lías parda donde vas.
Se hace tarde
y hay que buscar un alojamiento.
El de esta noche es gentileza
de la Oficina de Turismo local,
fans de nuestro programa.
Nuevo día en Trondheim.
Que pedazo de habitación, ¿eh?
Esta no es
de las que estamos acostumbrados.
Pero la Oficina de Turismo
de Trondheim, cuando se enteró
que Diario de un Nómada
iba a pasar por aquí,
decidió invitarme
a este pedazo de hotel,
y, lo que es mejor,
al pedazo de desayuno
que vamos a ver abajo,
que por lo visto es espectacular,
con vistas sobre el río,
y va a ser uno de los highlights
de esa versión que a veces hacemos
de Diario de un Nómada, principesco,
de palacio en palacio.
No es lo habitual,
pero de vez en cuando me viene bien.
Yo soy como Diógenes de Sinope,
el cínico,
el famoso filósofo griego que decía
que él vivía en un tonel
buscando al hombre, ¿no?
Vivía pobremente,
pero que cuando le invitaban
a pasteles, nunca lo rechazaba.
Así que mirad
que pedazo de habitación,
y uno de los detalles
curiosos que me ha gustado
es que tiene una especie de maniquí,
un maniquí femenino. ¿Eh?
Y me ha servido estupendamente
para colocar mi chaqueta.
Uah, tío, es flipante,
es como el motel Bates
o el hotel California
pero en versión noruega.
De diseño, ¿eh?, pero así un poco
tenebroso con las luces estas.
Pero siempre con moqueta.
Ahora, de repente.
nacemos a la luz otra vez
y ahora otra vez en penumbra.
Es... es muy guay.
Parece que el desayuno será bueno.
Mirad, tienen tortitas.
Vamos a ponernos una tortita,
a ver qué tal.
Patatas.
Vamos a ponernos un par de patatas.
Huevos revueltos.
Que no falte de nada.
Esto tiene que ser
la principal comida del día.
Ah, mira, una salchicha
que no sabemos de qué es.
Vamos a echar por lo menos
un par de ellas.
De las alubias creo que voy a pasar.
Pero del huevo frito con beicon
no me libro.
Vamos a dejar la tortita
un poco aparte.
Ah, mira, tortilla,
que no será española, pero...
Venga, vamos a meterle al salmón.
Un platito combinado.
Llegamos a los embutidos,
y veo que aquí tienen un jamón.
Estoy convencido que este jamón
no será ibérico,
pero me lo voy a meter igual.
El jamón ibérico
es una de las cosas
que más echo de menos
cuando viajo por el mundo.
Y luego tienen esta especie
de jamón ahumado.
Venga, para dentro.
Ah, y las mermeladas.
Pues mira, un poquito de mermelada
de strawberry, rapsberry, blueberry.
Pues esta que es más roja, ¿no?
Para la tortita.
Creo que con esto me pongo bien,
¿eh?
Pues voy a probar la tortilla
noruega, a ver qué tal está.
No está mal, pero creo
que no es el fuerte del país, ¿eh?
Me parece a mí que,
cuando los noruegos van a España,
alucinan con la tortilla española,
y sobre todo con el sol,
porque aquí se echa de menos.
Está cayendo un buen diluvio
sobre Trondheim
y eso me complica el viaje,
porque son muchos kilómetros,
y con este tiempo
me puedo calar entero.
Pero la gente pasea
tranquilamente por la ciudad.
Una ciudad muy agradable,
los noruegos están acostumbrados,
y Trondheim es la tercera ciudad
más importante de Noruega,
de hecho fue la capital del país
durante la Edad Media.
Pero Trondheim también tiene
una historia triste,
porque esta fue la base
de operaciones del ejército alemán
durante la invasión
en la Segunda Guerra Mundial.
Y eso trae otro tema.
Estas grandes infraestructuras
que estamos viendo en Noruega,
las carreteras, los viaductos,
los túneles...
Domesticar esta orografía
tan surrealista,
que parece que Dios se haya enfadado
y le haya dado con un martillo
a este pedazo del continente,
pues lleva un esfuerzo tremendo.
Es decir, construir esas carreteras,
con este clima,
para dominar los fiordos,
pues supone un esfuerzo físico,
humano, considerable.
Y lo triste es que,
durante la Segunda Guerra Mundial,
esas carreteras que cruzaban los
fiordos y llegaban hasta el norte,
que son las que tenemos que coger,
pues se construyeron
por prisioneros de guerra,
por unos 145.000 prisioneros
de guerra que fueron enviados aquí,
bajo condiciones penosísimas,
a construir esas vías
de comunicación
que sirvieran al avance
del ejército alemán.
Nosotros tenemos que recorrer
una de esas carreteras,
que yo la considero extrema.
No tanto por su dificultad,
que es muy bonita,
sino por la historia
que tiene detrás,
que es la Carretera Sangrienta.
Pero bueno, de eso ya hablaremos
cuando lleguemos al norte.
Ahora vamos a disfrutar
de este desayuno,
de esta salchicha, por ejemplo,
y de este maravilloso clima.
Antes de abandonar la ciudad,
Miquel se dirige a un negocio local
para obtener información útil.
Como os he dicho antes,
no las tengo todas conmigo
sobre si voy a ser capaz de llegar
a Cabo Norte en abril,
porque una vez que crucemos
el Círculo Polar Ártico
la cosa puede ponerse
muy complicada.
Entonces, creo que lo mejor es venir
a la fuente de información
más fidedigna,
que son los motoristas de Noruega.
Estamos en Steinkjer,
es una ciudad que está a unos
120 kilómetros de Trondheim,
y la verdad,
llegar no resulta fácil,
porque hay que coger la E-6,
que es la carretera principal
que, bueno, llamarla principal
es porque es la que usan todos,
pero vamos, las carreteras
principales en Noruega
tienen el nivel
de secundarias de España.
Es bastante complicado
viajar por aquí.
Hay mucho tráfico,
no se puede adelantar,
la limitación es a setenta y, pfff,
entonces se consume el tiempo
que da gusto.
Pero ya estamos aquí,
en Steinkjer,
y esta es la Oficina de Turismo.
Vengo a ver si me dan información
sobre la carretera de la costa,
que es la que quiero coger mañana,
que pasa por todos los fiordos
y es una de las carreteras
más bonitas del mundo, ¿no?
La complicación que tiene
son los ferris,
porque como los pierdas,
puede ser que te quedes en tierra,
o sea, que no puedas cruzar
al otro lado del fiordo.
Así que vamos a ver qué me dicen.
Ah, mira, las pegatinas
de los “moose” que dicen.
Esto es lo que todo el mundo
que viene a Noruega se lleva.
Noruega fue un país maltratado
durante la Segunda Guerra Mundial
tras la ocupación alemana.
Se libraron terribles batallas aquí,
y en ellas se significaron
algunos españoles
que peleaban con los aliados,
pero de eso ya hablaremos
cuando estemos más al norte.
Ahora toda nuestra preocupación
es llegar antes
de se haga demasiado tarde,
y no solo porque se vaya a hacer
de noche,
sino porque, como la Cenicienta,
podemos perder nuestra carroza.
Pues he llegado al final
de la carretera.
Mi destino es Nesna,
que es una ciudad pequeñita
que está enfrente de un fiordo,
y quiero quedarme en un camping
que tiene unas vistas fantásticas,
y además ya he reservado.
Y el problema es que he llegado
aquí, al final de la carretera,
son las... aunque no lo parezca,
son las nueve y aquí no hay nadie.
Igual ya no hay ferris,
porque ese es otro de los problemas
que tiene viajar por Noruega,
que hay ferris hasta una hora.
Y entonces, si no coges el ferri,
pues ya te quedas
en la orilla equivocada.
Y aquí poco hay para preguntar.
Así que cruzaremos los dedos,
a ver si todavía queda un ferri más.
Y si no, pues me tendré
que quedar aquí.
Bueno, en realidad,
todas las orillas de los fiordos
son parecidas, son espectaculares.
Pero el viaje ha sido muy rollo,
pero es que se hace eterno.
O sea, porque “fiuuuu”,
y la nieve, y un frío.
Estoy pasando un frío.
Y esto no es nada,
cuando suba más al norte
ya va a ser...
No sé si ha sido buena idea
venir en abril.
Igual era demasiado pronto.
Ya me lo ha dicho
el tío del concesionario.
“Es un poco pronto”.
“Seguro que puedes hacerlo”.
No sé yo, no soy noruego.
Tengo una sensibilidad para el frío
diferente.
Pero bueno, con que venga
un ferri hoy me conformo,
antes de que se nos haga de noche.
Pero es bonito esto, ¿eh?
Añadir comentario ↓
Me encanta ver viajes fuera de circuito turistico .... y es emocionante ver cosas fuera de los recorridos turisticos
Genial capitulo, como siempre...Pero como siempre, coooorto. A ver si hacen capítulos mas largos, que nos quedamos con ganas de mas.
Muy bueno como siempre, lo mejor que se puede ver en tve desde hace tiempo.
Estupendo capítulo, como siempre
Muy bueno Miquel. Un gustazo ver tus programas, nos llevas a sitios que soñamos, y encima nos cuentas historias que no sabíamos. Adelante!!
Bravo Miquel, con ganas de más. V¿sss mallorquinas.
Se me hacen cortos!!! Buen trabajo!!! Por más capítulos de esta fantástica aventura en moto.
Buen programa, gracias Miquel.
Un programa imprescindible. Po favor, no dejen de emitir programas como este que entretienen e informan de muchas cosas.
Te superas en cada capítulo