Lunes a viernes a las 17.20 horas
de la estima que profeso a Teresa, no hable así de ella.
-No es estima, sino amor.
-No sabe lo que está diciendo. -Un día
usted se va arrepentir de lo que hace por ella.
Y ese día no está tan lejano.
Si termina por recuperar la sesera, la justicia
podría pedirle cuentas de nuevo, ¿no?
-"Mi madre, una mujer de armas tomar".
-¿Y siempre había vivido en esta ciudad?
-Casi toda su vida.
Aunque pasó temporadas en el norte; no debía de tener más de 10 años.
Mire la madre que tengo, casi nada.
-Tiene razón, sí que es bella.
"En el fondo, debemos alegrarnos"
de que ambos lo intentamos.
-Insisto en que en mi caso no es así,
pero, la verdad sea dicha, Arturo es muy elegante,
educado y serio. -Sí, Elvira es agradable y divertida.
Ojalá que al final todo cuaje y sea el comienzo de nuestra dicha.
-He visto a Felipe con esa criada
que te trae por el camino de la amargura;
la tal Huertas. Lo de tu marido clama al cielo.
Vuelves a tener a una criada
rondando tu casa. -"No podemos seguir así".
Debemos tomar una determinación.
Estoy decidida.
"Tampoco le gustan las Navidades".
-¿La conozco de algo? -Tenemos algo más en común: Teresa.
-Solo quiero advertirle. -¿De qué?
-Sobre el objeto de su estima, el tal Mauro.
Temo que Teresa no conozca todos sus secretos.
-¿Qué es lo que tenemos que hablar? No sé a qué te refieres.
Y no sé qué hay que cambiar. -Que no lo sepas
ya es suficiente razón para tener que cambiar.
-Celia, tú y yo estamos bien.
Somos marido y mujer, ante Dios y ante los hombres.
-¿Niegas los problemas de esta relación tan hipócrita?
-¿Hipócrita?
-¿Cómo llamas a que hayan tenido que contarme
que te han visto con Huertas hoy mismo?
-No creas todo lo que te dicen las cotillas.
-Por supuesto, pero tampoco me creo todo lo que me dices tú.
Tengo decenas de demostraciones de que no debo hacerlo.
-¿Quieres algo?
¿Bebes porque tienes sed, o para ganar tiempo?
Conmigo no te valen esas tretas, me las conozco todas.
-No me has dicho si quieres beber algo.
Hay sapos que hay que acompañar con algo para que pasen por la garganta.
-No, no quiero.
Y, claro, esto para mí no es un mal trago.
Como ya he tenido que pasar muchos sapos
de tus infidelidades...
Solo busco que lleguemos
a un acuerdo beneficioso para ambos.
-¿Un acuerdo beneficioso?
¿Hablamos de negocios?
-Pues quizá sería lo mejor.
Que empezáramos a ver nuestro matrimonio como un negocio.
En los negocios tienen que dar buena imagen de cara a la calle.
¿Te imaginas entrar en una tienda y que el dueño te dijera
que el género es desastroso?
-No sé adónde quieres llegar.
-Pues que tenemos que dar buena imagen a los extraños.
Tenemos que aparentar ser un matrimonio feliz y ejemplar
y que nuestros vecinos nos vean como un ejemplo.
-¿Aunque no lo seamos? -Aunque ni lo intentemos.
Dentro de casa no tenemos que acercarnos.
No tenemos que dormir juntos.
Ni siquiera tenemos que hablarnos más allá de lo imprescindible
-No te puedo creer.
Estás siendo completamente irracional.
Me castigas por no estar durante el secuestro.
-No.
No sabes cuánto me alegro de que no estuvieras.
Me he dado cuenta de tantas cosas...
Tu relación con esa criada me ha hecho darme cuenta
de lo falsa que era la nuestra.
-Mi relación con Huertas no existe.
-Pues lo siento por ti.
Y te repito,
lo único que pretendo es que dejemos de ser la comidilla.
Y que nuestros nombres no se revuelquen por el barro.
Lo único que quiero es...
vivir en paz
dentro de lo posible.
¿Aceptas?
-No me das otra opción.
-Lo celebro.
Le diré a Lolita que...
me sirva la cena en la salita de la cocina.
Tú puedes cenar aquí, en el comedor, como siempre.
Señora, ¿ha "despertao" usted? ¡Albricias!
No se canse, señora.
Tenga.
He "hablao" con el médico y le van a dar el alta.
Pronto vendrá la enfermera y nos podremos ir.
Está en el hospital.
La llevé a una reunión con Úrsula,...
y esa maldita mujer hizo que se enfrentara a ella.
Y usted la amenazó.
No, gracias a Dios.
Nunca debí llevar a la señora.
Sufrió de ansiedad por mi causa.
-¿Cómo está?
-Hable en voz queda, se lo ruego. No sé
si querrá dormir,
pero está mejor.
-¿Y Teresa? Tengo que hablar con ella.
-No está, pero ha de llegar ya. Tiene que firmar el alta.
-Dile que necesito hablarle.
Bueno, y a ti.
El juez Márquez quiere analizar la situación legal de Cayetana.
-Cada vez que entran esos señores se derrumba lo que hemos hecho.
¿Qué le quiere hacer ahora?
Pobre de doña Cayetana.
-No es a ella a quien quieren hacerle nada.
Tenéis la custodia, pero no saben si sois las personas adecuadas.
-Todo esto es por mi culpa.
Si es que no la tenía que haber llevado a Úrsula. Maldita sea.
-Yo no puedo ayudarte.
Soy el fiscal adjunto de la comisaría.
Mi obligación
es comunicaros lo que decida el juez.
-Si no la dejamos,
don Felipe, ni dormimos por estar a su lado.
-Que no puedo hacer nada.
Es un asunto que decidirá el juez Márquez.
Díselo a Teresa.
Y cuando den el alta a Cayetana, debe pasar por comisaría.
-Sí, señor.
-Sed discretas.
Nadie está al tanto de este asunto.
No se lo he dicho ni a mi esposa. Y lo prefiero.
-Descuide.
-Ve.
Dígame.
Con nadie.
Un enfermero que venía para lo del alta.
¿Va a tomar más café, señor? -Sí, por favor.
¿Ha leído lo de las matrículas
de los vehículos a motor?
-Sí, será divertido saber de dónde es cada uno.
-Sí.
M de Madrid, B de Barcelona, V de Valencia...
Lo difícil será
cuando empiecen por la misma letra. Por ejemplo, la S.
Santander, Salamanca, Sevilla, Soria, Segovia...
No sé si me dejo alguna.
-Ya lo tienen todo pensado. Van a poner dos letras.
Ya verá cómo acabamos aprendiéndolo.
-Seguro, Gayarre, seguro.
Hasta servirá para conocer mejor
España.
Ya sabes que no me gusta que salgas de tu cuarto sin vestir.
las costumbres de las antiguas esclavas.
Sírvale zumo a mi hija, por favor. -Sí, señor.
-No le haga caso.
Ya sabe que mi hija no tiene cabeza ni sentido común.
Tengo una reunión en el Ateneo, posiblemente almuerce allí.
Liberto te acompañará.
No puedes ir sola.
Una mujer comprometida no puede andar sola.
O vas conmigo o con Liberto o, en un caso excepcional,
con alguna amiga.
¿Por qué no llamas a esa joven, la hija de don Ramón?
Seguro que ella te acompaña.
Pues entonces te quedas encerrada.
Gayarre, le hago responsable de que mi hija no salga de casa.
No le quite el ojo de encima.
-Por favor, señorita.
¿Va a tomar más café, señorita?
Me acorraló aprovechando que llevaba una sopera en las manos.
Le ruego que no siga por ese camino.
No es...
decoroso.
Anda... Buenos días, Servando.
Justo veníamos hablando de usted, de lo del coro de los niños.
Teníamos ganas de felicitarlo.
-Pues gracias y felicidades merecidas, pero eso ya pasó.
Ahora me enfrento a nuevos retos.
-Ah.
-Muy pensativo lo veo.
-No, ahorrando movimientos.
El trabajo que tengo precisa de estrategia.
-¿Lo "cualo"?
-Bueno, pues que tengo que poner
esta tira de adornos
de un lado a otro.
Vamos a ver, si fijo en un lado de la pared la tira,
tengo que bajarme de la escalera, mover la escalera
y volverme a subir, con la eventualidad
de sufrir un percance.
-No parece muy complicado. -No, pues menos lo sería
si pudiera trabajar en ambos extremos a la vez,
si tuviera a mi Paciencia que me ayudara,
que en gloria esté.
-Servando, no está en la gloria, está en Cuba.
-Bueno, es lo mismo.
Ella está gozando del clima cubano y ahorrándose el invierno,
vamos, en la gloria bendita.
-No, Servando, no es lo mismo.
-No es lo mismo yo, no paro de un lado a otro.
Si no son las chimeneas,
son las calderas, colgar adornos...
Vamos, vivo sin vivir en mí.
-Yo le puedo ayudar.
-No, Martín, tienes que ir a buscar trabajo.
-Casilda, es un minuto ayudar a este hombre.
Le ayudo a poner el adorno,
que bien que te gusta ver el portal engalanado.
-¿Y usted no necesita contratar a nadie para que le ayude
ahora que no está la señora Paciencia?
-"Pa" esta labor, me basto y me sobro yo solo.
-Ya.
Ya veo.
Por eso anda de un lado de la pared a otro quejándose como una Dolorosa.
-Pero eso es un momento que se me pasa "ipsofapto".
Martín, ¿me acompañas al 32,
a ver si nos prestan una escalera y ponemos el adorno?
-Sí, vamos. -Voy un momentito a por...
-Bueno, pero en cuanto termines te vas a buscar faena,
que es lo que nos va a dar mejor vida.
-Arreando.
-Gracias.
-Oy...
¡Casilda!
-Buenos días, señora y compañía.
-Buenas, ¿se puede saber qué haces aquí?
Ve a casa, coge el capazo, te cambias
y vas al mercado, y me traes un filete.
Me lo preparas con esos pimientos que tan ricos te salen.
-Qué bien se cuida usted.
-Mis reales me cuesta.
-Pues, hala,
con Dios.
-Con Dios.
-Lo que te decía,
como el perro y el gato.
-Qué pena, siempre han sido un matrimonio ejemplar.
Celia tan guapa y él tan elegante.
-Pero ve unas faldas y va tras ellas,
y Celita ya se ha hartado.
Ayer estuvo en un tris de contármelo todo,
pero apareció Trini y ya no dijo
ni esta boca es mía. -Inoportuna.
-Ya ves...
La mona, aunque se vista de seda, mona se queda.
Lo que yo te diga, ese matrimonio no llega a primavera.
-Pues ya me dirás qué hacen si se llevan tan mal.
-Pues partir peras.
Y menos mal que estamos en España.
Si fuera en otros países,
se volverían a casar con otros.
Por ejemplo, en Francia.
¿Tú sabes la desvergüenza que hay en Francia?
-¡Oh, pareja!
Buenos días, ¿saliendo de paseo?
-De compras.
Mi marido quiere hacerme un regalo por las fechas.
A la joyería vamos.
-Aprovecha, Celita, y que te compre un diamante.
(RÍEN)
-Mi mujer se lo gana día a día.
Ahora, si nos disculpan.
-Diría que de crisis nada, están mejor que nunca.
Un diamante nada menos.
-No me creo nada.
A ver vamos.
-¿He aparentado bien? ¿Estoy aprobado?
-Un poco exagerado.
Y sonríe a la gente, que es gratis.
Eso me ha dicho don Felipe.
Por eso me he venido corriendo para contárselo.
Con una enfermera.
Le he prometido dos reales si no la dejaba sola.
Señor, espero que no se la desmande.
¿Y si nos la quitan?
¿"Ande" la van a llevar? ¿A una casa de locos
con otros que se lo hagan "to" encima?
Cuánta injusticia, pobre señora.
Por encima de mi cadáver, antes me tienen que matar.
(Llaman a la puerta)
A ver si es don Felipe y le explica.
-Buenos días.
¿Nos puede dejar solos, Fabiana?
-Me voy para el hospital. No se olvide
de que tiene que firmar.
No, gracias.
Teresa, estoy preocupado por el patronato.
No, no hay ninguna novedad, se trata de doña Úrsula.
Hará todo lo posible para quedarse con la presidencia.
Le da igual si es un accidente con los niños
o un supuesto caso de agresión
lo que se invente.
No hay nada que la detenga.
Cuando pueda hacerlo, tal vez sea tarde.
Sabe que puede contar con mis abogados.
No hace falta que vuelva a repetírselo.
¿Personal?
¿San Emeterio de nuevo?
¿Y si Mauro no fuera quien de verdad cree?
¿Y si tuviera secretos?
No, no sé nada.
Solo le ruego que no desatienda el patronato.
Quién sabe si no podrá dar marcha atrás.
Sé el camino a la puerta.
Espero que pueda poner en orden sus pensamientos.
Con Dios.
Lleve esto al juez.
Pida que me traigan el expediente de doña Cayetana.
Hombre, Mauro.
Me alegra volverle a ver por comisaría.
Le hemos echado de menos.
No mienta.
Usted no puede vivir sin esto.
¿Cómo está?
Pues no lo olvide y no vuelva a ponerse a tiro.
No van a errar dos veces.
Me alegro de que esté aquí.
Tengo buenas noticias.
Pensaba ir a su casa, pero aprovecho que ha venido usted.
Ha sido revocado su traslado a Santander.
Eso significa que se reincorpora a esta comisaría.
No crea que no sabía
que no quería marcharse.
¿La falsa muerte de Úrsula?
No creo que el juez mueva ahora papeles del pasado.
"Tabula rasa"
y nosotros a hacer nuestro trabajo,
que no es otro que encerrar a los malos.
¿Es el expediente que le pedí?
Gracias, puede marcharse.
Es el expediente de doña Cayetana.
Va a venir esta tarde.
Ya sé que usted...
tiene unos días de descanso, pero si quiere echar un vistazo...
Es posible que el juez cambie el régimen de custodia.
Buena decisión.
Lo mejor es que vaya a casa
y descanse estos días que va a estar de baja
para que así pueda regresar dando lo mejor de sí mismo.
Ha sido un placer.
Es usted el mejor colaborador que he tenido.
Ahora, si me disculpa,
tengo mucho trabajo.
¿Por qué no saluda a los compañeros?
Se alegrarán de saber que está de vuelta.
Doña Rosina.
-Don Arturo.
-¿Qué hace en la calle con este frío? -Me gusta más el frío que el calor.
¿A usted no?
-En Cuba echaba de menos el frío de España
y aquí echo de menos el calor.
Nunca satisfechos. -Ley de vida. ¿Qué hace por aquí?
-Iba camino del Ateneo Militar a juntarme con antiguos compañeros
y hablar de política.
-Cómo les gusta la política a estos hombres.
A mi Maximiliano le apasionaba.
Disculpe mi curiosidad,
pero me pareció extraño no verlo en la chocolotada.
-Hubiera ido solo por verla a usted,
pero no me gustan esos actos.
¿Quiere que demos un paseo?
-Me encantaría, pero tendrá que ser esta tarde.
Voy a la sastrería, ¿quiere acompañarme?
-Será un placer.
-Ay, espere, guardo mi carta.
Es de los administradores de mi mina de oro.
-¿Va todo bien?
-Sí, vendrán a verme en breve.
Hay que hablar del estado de la veta y de los pagos.
-¿Siempre se ocupa usted?
-Bueno, qué remedio, soy viuda.
Hay que ver la de cosas que he tenido que hacer
desde que falta mi Maximiliano.
¿Caminamos?
-Tuvo que ser un gran hombre.
-Sí, tenía sus cosas, pero era un gran hombre.
Fue una pena que nos abandonara tan pronto.
-¿Y no prefiere dejar esas reuniones en manos de su abogado?
Don Felipe cuidará a la perfección de sus negocios.
Y seguro que don Maximiliano no disfrutaría
viéndola a usted en esas reuniones rodeada de hombres.
-No crea, mi Maximiliano era un liberalote.
Respecto a Felipe, es muy perspicaz,
pero, ya sabe, el ojo del amo engorda el caballo.
Mejor me encargo yo.
¿Quién le dice
que mi Maximiliano no me está guiando desde el más allá
para que tenga buen ojo?
-Quizá soy un hombre del siglo pasado y no avanzo con los tiempos,
pero veo a las damas muy elevadas para los asuntos del dinero
propios de mercaderes.
La veo a usted como a una mujer en medio de tiburones.
-Arturo, eso es muy antediluviano.
-Perdóneme ese defecto, lo solucionaré.
Verla a usted manejarse será un antídoto para mis dudas.
-Le agradezco su amabilidad por acompañarme.
Y seguiremos hablando del tema.
Ya verá cómo deja de tener dudas
sobre los negocios con mujeres. -Así lo deseo.
-Y búsqueme para ese paseo.
Será para mí un gran placer.
-Y para mí, a sus pies.
Hago mi trabajo, señorita.
Es mi obligación llamarla así.
Señorita.
Su padre me ha hecho responsable de que no salga de casa.
Y no va a salir.
No va a enterarse, en este barrio,
permítame que lo dude, señorita.
En este barrio todo el mundo se entera de la vida de todo el mundo.
No me lo ponga difícil, por favor.
Borde pañuelos, haga punto...
Lea.
¿Ha probado con las novelas de detectives de su padre?
Son muy entretenidas.
Pero si es casi hora de comer.
Ahora mismo se lo preparo,
señorita.
Felipe, se acabó el paripé, ya no hay que disimular más.
¿Me puedes soltar el brazo?
-Celia, esto es absurdo.
(Llaman a la puerta)
-Hola.
Os he visto entrar.
¿Molesto?
-No, querida, tú nunca molestas.
-Celia, voy al despacho, amor mío, tengo que arreglar unos documentos.
Si me necesitas, estoy allí.
-Tranquilo, cariño, nadie ha de molestarte hasta la comida.
"Cariño", "amor mío". (RÍE)
Da gusto oíros así de empalagosos.
Ya veo que ha amainado la tormenta.
-En absoluto, puro teatro.
Lolita ha ido al mercado
y no puedo ofrecerte nada, pero pasa y charlamos.
-Celi,
¿cómo que teatro?
-Bueno,
compostura,
que es lo que le interesa a la gente,
que aparentemos ser un matrimonio feliz.
Cómo estemos de verdad no le interesa a nadie.
-¿Y a ti?
-A mí cada vez me importa menos todo esto.
He llegado a un acuerdo con mi marido.
Sonrisas y cariño de cara a los demás
y sinceridad dentro de casa.
Así cuidamos nuestra reputación,
pero no nos hacemos ilusiones.
Ni el uno ni el otro.
-¿Y crees que así estarás satisfecha?
-Me conformo con mis pequeños triunfos.
Hoy Huertas nos ha visto saliendo del brazo y casi se descompone.
Se va a arrepentir de no haber aceptado mi dinero.
-Bueno, Celi, tampoco te dejes llevar por el rencor, no te hará feliz.
¿Y tus sentimientos?
-No te preocupes.
Ya no siento nada por mi marido.
-¿Nada de nada?
-Ni siquiera despecho.
Me he desenamorado de él.
-¿Del todo?
-Casi del todo.
Pero no quererle es mi curación
para que no me duela lo que él hace.
No temas por mí.
A pesar del naufragio de mi matrimonio,
nunca he estado mejor.
-Celia, es muy duro eso que dices.
-Pero es la verdad.
Es lo que nos ha tocado vivir.
Son los tiempos modernos, ¿no?
Nada que ver con lo que vivieron nuestras abuelas.
No sé si volveré a sentir amor,
pero dudo que sea por mi marido.
¡Bua!
Mira qué guapa estás en esta.
-¿Te parezco guapa?
Pero si tengo cara de cansada.
-La voy a enmarcar, la voy a poner al lado de la cama
y la voy a mirar todas las noches y todas las mañanas,
María Luisa de mi vida.
-Yo quiero otra tuya, Víctor de mi corazón.
Eres más empalagoso que las tartas de La Deliciosa.
La chocolatada fue un éxito.
-Las Navidades están siendo un éxito.
Deberías encargarte siempre de prepararlo.
Siempre.
-Víctor, que mi padre está en casa.
-Uno rapidito, estoy que no me puedo.
-Uno vale.
-(CARRASPEA)
Que corra el aire entre los dos
o va a ser la última vez que dejo entrar a este muchacho.
-Perdone, don Ramón.
-María Luisa, hija, vete a por el libro de cuentas.
-Sí.
-Voy por el dinero, Servando.
-(RÍE)
A punto de haber sido descubierto.
Ya pensaba yo que don Ramón iba a coger la espingarda.
-He pensado lo mismo,
pero la carne es débil y uno pierde la compostura.
En fin... ¿Cómo va todo, Servando?
-Ahí estamos, sin un minuto que perder.
Sin mi Paciencia, el doble de trabajo.
También cobraré el doble, eso sí.
-No hay mal que por bien no venga.
-Aquí está el sobre.
-Pero...
Aquí falta la mitad.
-¿La mitad? Pero si lo acabo de contar.
-Falta la parte de mi Paciencia.
-¿Paciencia?
Paciencia está en Cuba.
-Ya, ya, pero yo hago el doble de trabajo, hago su trabajo.
-Esto no funciona así, Servando.
El portero tiene un sueldo y su ayudante otro.
Búscate uno, te ayudo a encontrarlo.
No sé que pasa con María Luisa, no debe encontrar mi libro.
Ahora vuelvo.
-Su gozo en un pozo, Servando.
El doble de tarea por el mismo dinero.
-Pero...
Pero esto no es justo.
-Puede contratar a un ayudante.
Martín está buscando trabajo.
Lo mismo le interesa.
-"Señorita".
Aquí tiene su té.
¡Señorita!
¡Señorita!
¡No, no, no, Elvira!
¿Estás ocupado, amor mío?
-Reviso contratos de las cafeteras.
El negocio va viento en popa.
He tenido que encargar otra partida.
-Es que mi maridito es un hacha.
Querido, necesito que me ayudes.
-A tu disposición estoy.
-Ale, a doblar sábanas.
Venga.
-¿Quieres que yo doble sábanas?
-No se te van a caer los anillos por hacerlo.
-Trini, necesitas
una criada.
Yo no puedo estar doblando sábanas,
y tú tampoco, que eres una señora.
-¿Una criada para qué, para que nos salga rana?
Estoy harta
de meter desconocidas en casa.
Tú y yo, y María Luisa hasta que se case, doblaremos sábanas.
Coge de este lado.
Vamos.
-Qué bochorno. Si me vieran los vecinos...
Solo te falta ponerme una cofia.
-Ramón, ¿tú te crees que esta casa es la única en que cuecen habas?
-Tendrán sus mandangas,
pero no me imagino al coronel Valverde
doblando sábanas, ni a Felipe ni a Maximiliano.
-Pero ¿y tú qué sabes?
Cada uno en su casa y Dios en la de todos.
Se cierra la puerta y nadie se entera de nada.
(Llaman a la puerta)
Ya voy a abrir yo.
Tú descansa,
que las labores del hogar te dejan agotado.
A las buenas, don Felipe. Adelante.
-Gracias.
Buenas tardes, don Ramón. -Amigo Felipe, ¿un jerez?
-Se lo acepto.
-Uy, no, yo me voy a seguir con mis labores.
Ramón, luego seguimos con lo que estábamos.
-¿He interrumpido algo? -No.
Me da hasta vergüenza decirlo.
Estaba doblando sábanas con mi mujer.
Nuestras esposas
ya no nos tienen respeto.
¿Imagina que mi padre habría doblado?
-Claro que no, pero es mejor que lo que me ha propuesto mi esposa.
-¿Poner la mesa, lavar los platos?
-Peor.
Aparentar en la calle que somos un matrimonio feliz
y no dirigirnos la palabra en casa.
-Tome asiento y me explica mejor a qué se refiere.
-Lo dicho.
Quiere que nuestro matrimonio se base en las apariencias
de cara a las habladurías, para evitarlas,
pero que no sea una verdadera unión.
-¿Y usted ha aceptado?
-¿Quiere engaños?
Pues los va a tener.
Voy a fingir que he aceptado,
pero solo para volverla a enamorar, y usted me tiene que ayudar.
-¿Cómo podría serle de ayuda yo?
-Usando a su esposa, a doña Trini.
-¿Y qué es lo que puede hacer mi esposa?
Celia escucha mucho a Trini, tiene su opinión en alta estima.
-Son buenas amigas, sí.
Si usted le cuenta mis buenas intenciones,
se lo comentará a Celia.
-No va a resultar tan fácil.
-(EN VOZ BAJA) Para nada, en absoluto, nada fácil.
-Debo recuperar mi matrimonio.
-Haré lo que esté en mi mano.
-Menudo chasco se va a llevar don Felipe.
Perdón, perdón, pase.
Buenas tardes.
-¿Quiere un chocolatito?
Hace un frío que pela. -No, gracias.
Ya sabe lo mucho que aprecio su chocolate, pero no puedo.
¿Ha visto a la señorita Elvira?
-No me suena haberla visto, ¿se ha perdido?
-No.
No, no, no...
Ha salido de casa sin su cartera. Gracias.
Si la ve, podría... Nada, mejor nada.
-Le digo que tiene su cartera, ¿no?
-Eso, eso. -Ahí viene mi prometida.
Lo mismo sabe algo. ¿Has visto a la señorita Elvira?
-Pues... no,
pero ayer me dijo que quizá iría de compras.
-Sí, es verdad, iré a preguntar a la sastrería.
Muchísimas gracias.
-¿Para qué la busca?
-Porque se había dejado la cartera en casa o no sé qué.
Buenas tardes, doña Susana.
¿Ha pasado por aquí la señorita Elvira?
Quería comprar pañuelos.
-No, por aquí no ha pasado.
He recibido unos pañuelos que le encantarán, díselo.
-Se lo diré. ¿Con don Liberto no estará?
-No, él andaba en asuntos de papeles.
Estará fuera del barrio todo el día.
-Está bien. Muchísimas gracias, doña Susana.
¡Lolita!
-¿Qué ha "pasao"? Parece que hayas visto al demonio.
-La señorita Elvira se me ha escapado de casa.
¿La has visto?
-Antes, cuando volvía del "mercao", iba a los Jardines del Príncipe.
-¿Sola?
-Sí, eso me ha "parecío". ¿Qué pasa?
-Su padre la ha dejado a mi cuidado y en un despiste...
se me ha marchado. -Ah.
¿Has "preguntao" en la sastrería? Estará con el señorito Liberto.
-No, acabo de preguntar.
Me va a caer una buena.
-Ay...
Venga, subo el cubo y te ayudo a buscarla.
Aunque en mi casa las cosas andan un poco mal.
Mis señores está con el fuego "cruzao".
-No, no, ya iré yo a mirar a los Jardines del Príncipe.
Si no está ahí, pues nada, que sea lo que Dios quiera.
Gracias.
Página 2.
Debería leerla.
-Seguro que usted me hace un resumen.
-Es un artículo del padre de Salvador,
el niño que quedó peor parado del accidente.
En resumen,
pone de vuelta y media al colegio y al patronato.
-Es normal protestar por un accidente.
-No, no habla del accidente,
sino del abandono al que se ven sometidos tras él.
Ningún responsable se ha puesto en contacto con la familia
para interesarse por el hijo.
Desamparo, desinterés, abandono.
Todas son palabras que escribe ese padre,
no me las invento yo.
-Desde el primer momento ese hombre se enfrentó al patronato,
quiso poner una demanda sin escuchar explicaciones.
-El que yacía en una cama de hospital era su hijo.
No le culpo.
-Sé que la presidenta del patronato tenía mucho aprecio a ese niño.
Sufrió con las noticias,
pero no era el momento de dar explicaciones.
-No justifique lo que no tiene justificación.
La señorita Teresa Sierra no ha cumplido
con su obligación, y usted lo sabe.
Siempre hay un momento para ofrecer ayuda.
O aunque solo sea para decir
lo siento.
Es una pena que una labor tan encomiable como la de nuestro colegio
y la memoria del doctor De la Serna y su hija Carlota
se estén echando a perder por la incompetencia de esa mujer.
-No creo que su memoria sea su meta, doña Úrsula.
-Le demostraré que está equivocado.
En este papel están los nombres y direcciones
de los padres de los niños afectados por el accidente.
Si les preocupan lo más mínimo,
alguien debería ponerse en contacto con ellos.
-Gracias, lo haré.
-¿Usted?
Podría ser.
A la actual presidenta se lo impide su soberbia.
Y...
piénselo.
Si en algo aprecia la labor del patronato,
no deje que esa mujer acabe con él.
Reláteme los hechos, comisario.
-Doña Cayetana abandonó su reclusión en su domicilio
para ir a una reunión del patronato
acompañada por su criada, Fabiana Aguado.
-¿Había solicitado permiso?
¿La reunión era en la calle?
Si es así, aceptaré su protesta.
si yo no se lo pido, o me veré obligado a pedirle que se ausente.
sita en la calle Acacias.
-¿Eso es normal?
-Suelen celebrarse en casa de doña Cayetana.
Es de suponer que doña Úrsula cambió el lugar
para que el patronato votara en libertad.
-¿Y lo logró?
-Los hechos que se analizan lo impidieron.
La junta no pudo votar.
-Qué oportuna,
doña Cayetana.
Nadie diría que es una persona que no controla sus actos.
Prosiga, comisario.
-Como le iba diciendo,
doña Cayetana se presentó en el local
para formar parte de la reunión.
Según todos los testigos,
al principio su conducta era correcta.
-¿Qué sucedió entonces? -Perdió el control.
Insultó a doña Úrsula Dicenta
y la amenazó con unas tijeras.
-¿Llegó a producirse la agresión?
-No.
La señorita Sierra y el inspector San Emeterio
lo impidieron, alertados por Fabiana.
-Es decir, cumplió con las labores de custodia encomendadas.
-Así es.
-Doña Cayetana puede comportarse en sociedad durante algunos periodos.
¿Qué opina usted, don Felipe?
-No estoy seguro.
-También se deduce que, después de comportarse de manera civilizada,
puede tener un rapto de violencia, ¿no es así?
-En diferentes circunstancias, los testigos dicen
que su comportamiento es...
más agresivo.
-Lo que tenemos que hacer es dilucidar si puede ser controlada
por las mujeres que guardan su custodia
o si es un peligro para sí misma, para sus vecinos,
incluso para doña Fabiana o doña Teresa.
¿Cómo le tengo que repetir que no hable si no le doy la palabra?
¡Señorita!
¿Señor?
(Puerta)
-Menos mal que llego a casa.
No sabe el frío que hace en la calle.
El tiempo pasado en Cuba me ha desacostumbrado a estas temperaturas.
¿Ha caldeado ya la casa?
-Sí, señor.
A primera hora, señor.
Le diré a la cocinera
que le prepare un caldo, es lo mejor para entrar en calor.
-No quiero perder el apetito, prefiero esperar a la cena.
Mejor tomaré un ron de las Antillas, resucita a un muerto.
¿Qué no hará con este frío que cala los huesos?
-Se lo sirvo, señor.
-Esta muchacha siempre dejando todo por medio.
Y eso que dicen que las hijas son más ordenadas
que los hijos.
-Perdón, señor.
Lo siento, tenía que haberlo recogido yo.
-Espero que no le haya dado problemas
y que no haya insistido mucho en salir.
-Verá, señor, hay algo que... debo confesarle.
Su...
-Estaban aquí en medio.
Debes ser más cuidadosa, hija.
Es la tarea que le he encomendado.
Ya veremos.
Gayarre, ¿qué es eso que me quería confesar?
-Nada, nada, señor, es una tontería.
En realidad, el comportamiento de la señorita Elvira ha sido ejemplar.
En ningún momento ha hablado de salir.
-Me alegro, así debe ser.
Al final la controla usted mejor que yo.
Bien, por lo que dicen los presentes,
lejos de ser una simple amenaza,
a punto estuvo doña Cayetana
de clavar unas tijeras a doña Úrsula. -Eso es una exageración, señor juez.
-Esta mujer puede dañar a alguien o a sí misma.
¿Y si se lo hace a usted?
¿Qué opina usted, comisario?
-He visto a tanta gente indefensa
que de repente se convierte en una fiera cuando menos se espera...
-¿Y si las ataca?
¿Y si la próxima vez que la tenga delante
es para acusarle de haberlas matado?
¿Cree que yo me lo podría perdonar?
Es mi responsabilidad
decidir dónde está mejor cada persona
para proteger a la sociedad y protegerla de sí misma.
No entiendo cómo podéis vivir sin servicio.
-Susana, no se nos caen los anillos por servir unas tazas de té.
-Pero antes sí que lo teníais.
La verdad es que nunca hemos llegado a entender muy bien
por qué despediste a esa muchacha.
-Huertas, era un encanto.
-"¿Qué ha 'pasao'?".
¿Has "empezao" a pagar tus pecados con don Felipe?
-Acabáramos, ¿tiene que ser por un macho?
Me encorajinan las palurdas
que creen que si no levantas cabeza es por un hombre.
-Me complazco de haber educado a una señorita como Dios manda.
Liberto, tiene mi permiso para cortejarla.
-Y no se hace idea de lo agradecido que le estoy.
A ambos se lo agradezco.
-A mí no me queda otro remedio que alabarle, Arturo,
por haber criado tan bien a su hija y por sus muchas otras gracias.
-Gracias las que usted tiene. -"Por fin va a casar usted"
con un hombre que él ha escogido
y a quien usted apenas conoce.
Si hubiera sido mujer de mi gusto, nunca se habría entregado a él.
-"¿Qué te parece"
si organizamos una comida con Teresa y con Mauro?
-Pues no me apetece.
-Vamos, cariño, por favor, pon un poco de iniciativa.
Si se trata de aparentar, cuanto más aparentemos, mejor.
Podríamos invitar a don Ramón y a doña Trini.
Sería una almuerzo muy divertido.
¿Quiere decir eso que os habéis reconciliado o acercado un poco?
-Quiere decir que Felipe está ansioso por que tolere sus calaveradas.
-Ya, y tú no estás por la labor, por lo que veo, ¿no?
Celia, a lo mejor deberías pensar
en perdonarle, aunque no se lo merezca, no digo que sea así.
-Me gustaría poder seguir tu consejo,
pero no creo que pueda.
Creo que ya he transigido demasiado.
No se hable más, pondré la mesa.
-"¿Acaso no es evidente?".
"Es lo que trataba de decirle".
"Doña Teresa no está en condiciones de atender,"
de dirigir,
tan excelsa institución.
-No digo que esté usted equivocada, no soy quién,
pero sí le digo
que no es para debatirlo entre usted y yo,
sino en el siguiente pleno.
-No podría estar más de acuerdo.
¿Ni si se lo pidiera Mauro?
Celia propone un pacto a Felipe para acallar los rumores de los vecinos. Celia le confiesa a Trini que se ha desenamorado de Felipe, su esposo le importa cada vez menos. Mientras tanto, Felipe le cuenta a Ramón que piensa reconquistar a su esposa.
Mauro promete a Teresa que Cayetana no volverá a ser un obstáculo entre ellos. Felipe informa a Fabiana de que el juez quiere revisar la situación legal de Cayetana para decidir si sigue a cargo de Teresa y de ella.
Arturo deja a Elvira al cuidado de Simón todo el día. Simón le pide a Elvira que no lo provoque más, pero se escapa de casa a sus espaldas. Cuando Simón va a comunicar al Coronel que su hija ha desaparecido, ella aparece por sorpresa.
Ramón comunica a Servando que no cobrará el sueldo de Paciencia. Él se molesta.
Úrsula hace ver a Fernando que Teresa tiene desatendido el Patronato y que eso tendrá consecuencias. El comisario Valle pone en duda ante el juez Márquez la custodia de Teresa sobre Cayetana, mientras que Teresa le pide que le permita seguir cuidándola. El juez parece dudar.
Añadir comentario ↓
Bueno, el capitulo 427 fue muy esperanzador. Imagino que la proxima semana empezaran los problemas... Y estara mas movido todo. Por lo que se puede ver en el avance, Cayetana esta cada vez mas recuperada, veremos como resulta eso. Hasta el lunes Acacianos.
A los del Patronato les pagan para no hablar. La historia de amor entre Mauro y Teresa es muy buena para ser cierta, seguro ya le caen chincgas hasta separarlos.... La novela me encanta pero no voy a mentir q muchas veces como q se salen de contexto... No entiendo entonces la Ursula se libro de la muerte de la Mamà de Pablo? Pablo y su Madre nunca supieron de la muerte de Carmen (Manuela)? Le dieron menos roll a la Casilda y eso si me hace sufrir, no es justo! Pero pues... Que le vamos hacer!!
Siii, mauro ni un rasguño en su cuerpo!!! jajajaja. Y cuantos deberian estar en el trullo, XD!!! Muhos actores ya han hecho sus maletas porque esta serie pasa de castaño oscuro!!
Aquí los detalles no lo cuidan para nada. Todos curan rápidamente Mauro, Cayeta la quemadura, Simón el secuestro, ... es una novela sin muchos detalles pues el escenario siempre es el mismo, tienen una habitación de reserva que usó Manuela con Germán cuando vivieron juntos sus últimos episodios, donde vivió Ramón y su hija...vamos comodín el escenario ese cambiando muebles. Pero aún así me resulta amena distrae mi día, me da humor, amor, pasión, no me fijos en las menudencias y así disfruto más. Hubo un momento que dije no la veo más, cuando Germán y Manuela salieron, continúe más tarde xq los que me rodean lo hacían y nuevamente me enganché con los actores. Cuando Rosina y Liberto se separaron quise dejar de verla pero mi intriga de si volverán o no me deja Unida aún a ellos. Elvira Borda el papel de niña repelente, ¿quién me dice que le cae bien?, trabaja estupendamente con su papel de estirada, niña mimada y un poco tonta. Igual que fue en una época M. Luisia, ahora ya más centrada y con miras a casarse. Para mi si todos son felices .... acaba la novela pues por desgria eso sí que no vende, porque sino pienso que se volvería una novela erótica pues sólo pasión y amor, ya me diréis! !!! Espero ansiosa ver ese cruces de miradas con tanto amor y celos de Rosina y Liberto, a quien no conseguimos ver ese celo en la mirada es a Simón, un poco más de pasión en esta pareja!!!! Chao.
Donde Cayetana debería de estar es en la cárcel o en el psiquiátrico.
Hace pocos días que a Mauro le han pegado un tiro y después le han operado. Ayer llevaba una venda en el pecho y hoy se ha levantado a pecho descubierto y sin un rasguño. Deberían cuidar esos detalles, con el trabajo que tiene que llevar una serie como esta, estos gazapos lo estropean.
Teresa si no quiere perderlo todo tiene que hacerse fuerte ante las circunstancias y rapido.
BRAVO!!! por Celia, nunca pense que asumiria una posicion tan pragmatica y hasta moderna. Que dejen de fastidiar y dejen que Cayetana regrese a su casa. Es verdad en ningun sitio estara mejor que alli. Por favor, no vuelvan a Fernando malo, que es el unico aliado que tiene Teresa dentro del patronato. Y que ira a hacer la SARA con la informacion del expediente de Cayetana?? seguro nada bueno. Bueno, Acacianos, con dios y hasta mas ver.