El estrangulador de Rillington Place

John Reginald Christie era un hombre afable, tímido y respetuoso, ni siquiera elevaba la voz frente a sus semejantes. Su mirada de niño descartaba cualquier tipo de reacción extraña y sus virtudes eran necesarias en un tiempo oscuro y frío como es el de la guerra. En breves segundos el infierno se desataba en su mente abandonándose al asesinato cruel y a la violación. Muchos años transcurrieron hasta que la ley encontrara a la bestia, exhausta de tanta devastación.