Una de las canciones canónicas de Steely Dan es "Rikki, no pierdas ese número". Se ha especulado mucho sobre el auténtico Rikki al que se referían Fagen y Becker en esta canción. Si era hombre o mujer. Si hablaban de la marihuana (en el slang de San Francisco, la palabra 'number' no significa 'número', sino un 'petardo de marihuana') o de una de esas relaciones sexuales inconfesables que tan aficionados son a describir en sus composiciones. Preguntado al respecto, Walter Becker no aclaró demasiado las cosas: "Lo más divertido es que todos los Rikkis que conocíamos entonces pensaron que nos referíamos a ellos, tanto los chicos como las chicas". Donald Fagen remachaba: "Es curioso cómo tantas personas en aquella época se imaginaban que los artistas escribían canciones pensando en ellas. Pura paranoia o quizás locura inducida por las drogas, que producen ese tipo de aberraciones mentales. Y la costumbre ha llegado hasta nuestros días. Recuerdo al desgraciado que hirió a George Harrison y a otros muchos tarados por el estilo". A lo que Becker repuso, categórico: "Por si acaso, me gustaría aclararle a todos los psicóticos que hay por ahí fuera que nuestras canciones no se refieren a ninguno de ellos. Repito: no hablan de vosotros. No somos los compositores que estáis buscando". En esta canción mágica, referencias directas al tema "Song for my father" de su amado Horace Silver.