Los adjetivos se disparan cuando recordamos la figura imponente de Bobby Womack, el gran superviviente de la edad de oro del soul, un músico apadrinado por el mismísimo Sam Cooke que surgió del gospel para ocupar el Olimpo del soul como cantante, guitarrista, compositor y músico de sesión. Bobby Womack nació el 4 de marzo de 1944 en Cleveland, Ohio, en el seno de una familia de larga tradición religiosa. Tercero de cinco hermanos, su padre, un obrero metalúrgico que lideraba el grupo de gospel The Voices o Love, se encargó de inculcarle el amor por la música desde pequeño. En 1951, acudió junto a sus hermanos a un concierto de los Soul Stirrers, el grupo de Sam Cooke, que les dejó cantar un par de piezas gospel como teloneros y, deslumbrado ante su talento, organizó una colecta entre el público para recompensarles: así, los pequeños Womack ganaron sus primeros 73 dólares, toda una fortuna para la maltrecha economía familiar.
