El puerto de mar ha sido siempre lugar de intercambio de bienes y personas, de ideas y culturas, motor de desarrollo económico? A lo largo de la historia, se han aprovechado los abrigos naturales para que los barcos pudieran descargar sus mercancías. A medida que los buques crecieron de tamaño, fue necesaria la construcción de puertos artificiales, con sus diques, sus dársenas y sus muelles? Y con su marchica, donde las olas atemperan su ímpetu y acunan a los barcos. El "patio recibidor de la casa puerto", como explica Miguel Ángel Losada, ingeniero de Caminos, Canales y Puertos y miembro de la Real Academia de Ingeniería.
En los últimos años, el termino marchica ha ido quedando en desuso y siendo sustituido por otros más fríos e impersonales como antedársena o antepuerto. Y es que --como recuerda miguel Ángel Losada-- la marchica ha sido lugar de ocio y paseo, de esperanza en el regreso de los que se fueron y sufrimiento por quienes ya no volverán.
Esa humanidad que transmite Marchica se ha traducido en poemas y canciones en diferentes culturas y en todos los tiempos, como la poesía "Por la marchica del puerto", de Manuel Alcántara, cantado por Mayte Martín
