Dilatado viaje desde las sombras primordiales hasta la luminosa revelación final: “Comienza con la naturaleza inanimada y se eleva hasta llegar al amor de Dios”. Así construye Mahler su obra más larga: seis movimientos como seis pasos gigantescos hacia la luz. El tema de la "ruda naturaleza" lo toma del Finale de la Primera de Brahms, pero ensombrecido. Es la siniestra introducción: la tierra inerte, la materia muerta en una especie de marcha fúnebre que va a ir recibiendo el hálito de la vida. Después, seis movimientos: 1) El despertar de Pan (la llegada del verano); 2) Lo que me cuentan las flores del campo; 3) Lo que me cuentan los animales del bosque; 4) Lo que me dice la medianoche (los humanos: qué revelador ¿no?); 5) Lo que me cuentan las campanas de la mañana (los ángeles); 6) Lo que me cuenta el amor. Mahler hace caminar a todos estos principios gloriosos junto a bandas comarcales, sonidos de circo, melodías "inaceptables", y... ¡¡una jota española!!, y... la habanera de "La paloma" de Iradier. Tipos divinos junto a sudorosos tipos humanos (como la batalla del Xanto, en que combatían hombres junto a dioses). Toda la trivialidad se esfumará en el glorioso final, donde Mahler alza sus escépticos brazos al infinito...
