Llego a una fábrica enorme que llegó a ser pionera en España porque hacía telas de calidad pero con la entrada del mercado asiático tuvieron que cerrar y los empleados decidieron tomar las riendas. Tras una andadura difícil ahora cultivan setas.
Me enseñan dónde cultivan las setas, me cuentan cómo aprendieron el proceso y las lágrimas con que vieron cómo se llevaban los últimos telares. Pero son mujeres con una familia a la que mantener, luchadoras y con ganas de seguir adelante. Apostaron por las setas porque las naves reunían las condiciones adecuadas para su cultivo y le vieron salida. Ahora llevan un año aproximadamente y están intentando consolidar el proyecto pero como no tienen dinero más que lo invertido, lo hacen todo ellos mismos y todo va más lento.
Hacen pila y van todos a una, por lo menos los que están a diario trabajando en las naves dedicadas al cultivo. Pero hay muchas más naves que se podrían rentabilizar dándoles otros usos, acondicionándolas para estudios de grabación, conciertos u otras actividades culturales o dándole una vuelta a la imaginación. Porque en su día, todos los edificios de la zona pertenecían a la misma fábrica Hytasa. Se hacía todo el proceso desde los cultivos del algodón hasta la producción final de telas de todo tipo y de calidad. Me cuentan que las sábanas, por ejemplo, eran muy preciadas. De hecho, la fábrica daba de comer a la ciudad, me cuentan estas mujeres que intentaron recuperar el negocio de las telas durante un tiempo pero no lo lograron. Sea como sea, han invertido los ahorros y el dinero del paro en las setas. Es su apuesta para sacar a su familia adelante pero necesitan vender muchas para consolidar el negocio.
