En primera persona   Educación pública 13/12/2016 52:25

Acabamos de conocer los resultados del informe PISA en nuestro país y los datos, a pesar de ser mejores en algunos casos, todavía nos dejan muy lejos de países como Finlandia, donde la educación es una prioridad a todos los niveles.

La educación en nuestro país no tiene un pilar sobre el que ir construyendo, al contrario. Las leyes cambian en función de los diferentes gobiernos, mientras que los profesores y los alumnos son los únicos que no cambian y se tienen que ir adaptando una y otra vez. Además, son unas leyes que no tienen el apoyo universal de la comunidad educativa porque no se cuenta con ellos para conocer en primera persona los problemas reales de la educación. Una educación pública, sobre todo, que se somete a recortes una y otra vez y que subsiste gracias a la vocación de los maestros y profesores que intentan paliar como pueden los déficits de un sistema que no se mima.

Por eso, me he sentado con profesores y maestros de infantil, primaria, secundaria, formación profesional y bachillerato para escuchar la realidad de la educación desde dentro.

Se ha hablado de muchos problemas que afectan a diario a nuestros hijos e hijas y a sus profesores y maestros. La educación no solo es la escuela, el instituto o el centro docente. La educación también somos los padres y los canales de televisión infantil, sobre todo, que no transmiten valores de respeto, tolerancia o igualdad a los niños y jóvenes que luego reproducen lo que ven en las aulas.

Hay que dotar a la educación pública de recursos suficientes para que un docente pueda dedicarse a sus alumnos con la atención que merecen y para ello hay que bajar la ratio por aula, además de dotar a los centros de personal suficiente para que los maestros no hagan de oficial de mantenimiento, médicos o informáticos porque ese no es su oficio. Si queremos una educación pública de calidad, y todos la pagamos con nuestros impuestos, hay que contar con la opinión y las sugerencias de la comunidad educativa y respetarla para hacer leyes que perduren en el tiempo y se consoliden más allá de las ideologías de unos y de otros.

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