Documentos RNE   La bomba atómica de España: Proyecto Islero 14/01/2017 56:12

Es uno de los capítulos más insólitos de la historia militar de nuestro país. En plena Guerra Fría, en un mundo dividido en bloques y aún traumatizado por los desastres de la contienda, España pudo haber creado su arsenal atómico propio. Un equipo de científicos del más alto nivel, integrantes de la Junta de Energía Nuclear (JEN), trabajó durante casi dos décadas para desarrollar y construir armamento nuclear disuasorio como hicieron en la época Francia, China o Reino Unido.

El vicepresidente del gobierno, capitán general Agustín Muñoz Grandes, vio con buenos ojos la propuesta trasladada por el presidente de la JEN, José María Otero, a finales de 1962. Se daba inicio al Proyecto Islero, –bautizado como el toro que mató a Manolete–: el ingeniero nuclear Guillermo Velarde, formado en Estados Unidos, sería el encargado de planificar y dirigir la construcción de una bomba de plutonio. 

Tras dos años de intensos trabajos que implicaron a varias divisiones de la JEN, el artefacto quedó configurado por una esfera hueca de plutonio enriquecido, que se obtendría a partir de combustible extraído del reactor de la central nuclear Vandellós I. Sin embargo, una vez terminado el dosier del proyecto, Franco paralizó su desarrollo por influencia de su ministro de Industria, Gregorio López Bravo. Dentro del régimen hubo posturas encontradas sobre el tema; mientras unos temían posibles sanciones económicas de Estados Unidos, otros valoraban el peso que podría ganar España internacionalmente al convertirse en potencia nuclear.

Un año después de entregado el proyecto, Velarde fue enviado a Palomares para investigar los restos de las bombas termonucleares que cayeron tras el accidente de dos aviones estadounidenses. Lo que allí descubrió le permitió desentrañar la clave de las bombas de hidrógeno –método Ulam-Teller–, con lo que España se convirtió en el quinto país conocedor del secreto, tras Estados Unidos, la URSS, Francia y China. Un argumento poderoso que, pese a todo, no hizo cambiar de opinión al dictador. Sin embargo, el teniente general Manuel Díez-Alegría, tras asumir la jefatura del Alto Estado Mayor a comienzos de los setenta, pidió a Velarde que continuara con las investigaciones. Incluso se le encargó un informe sobre la capacidad armamentística nuclear española con motivo de la visita del secretario de estado norteamericano Henry Kissinger, quien se entrevistó con el presidente Carrero Blanco en la víspera de su asesinato. Su sucesor, Carlos Arias Navarro, dio un nuevo impulso al Proyecto Islero, pero nunca prosperó por las presiones de Estados Unidos. Aunque el presidente Adolfo Suárez –ya en democracia– se mostraba favorable a la producción de bombas atómicas y termonucleares, España se vio obligada a dar carpetazo definitivo a sus aspiraciones con la firma de las salvaguardias del Organismo Internacional de Energía Atómica y del Tratado de No Proliferación Nuclear.

El gran esfuerzo científico encabezado por el general Velarde se recondujo desde el ámbito militar al civil con la creación en 1981 del Instituto de Fusión Nuclear, un prestigioso centro de investigación en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Madrid.

El documental de Álvaro Soto "La bomba atómica de España: Proyecto Islero" desvela los detalles de este desafío científico a través de la voz de su director, Guillermo Velarde, que rompe su silencio a raíz de la publicación de su libro de memorias ("Proyecto Islero. Cuando España pudo desarrollar armas nucleares", editorial Guadalmazán). Intervienen también la coautora de la obra y secretaria general del Instituto de Fusión Nuclear, Natividad Carpintero; el director de este centro, Manuel Perlado; y el antiguo jefe de la división de isótopos de la JEN, Manuel del Val. El retrato sonoro de la época se completa con abundante material de archivo procedente del Fondo Documental de RTVE, la universidad de Viena y otros organismos extranjeros.

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