Hace poco más de un mes moría en Ciudad Real Mónica Jaramillo, una chica de 16 años. La joven había intentado suicidarse cuatro días antes para escapar del acoso escolar que sufría desde hacía tiempo.
Sin llegar a este trágico desenlace hay miles de niños, de adolescentes, que viven cada día situaciones de duro desprecio.
Se sabe, hace muchos años que sucede, y el gran problema es que se conlleva, como si fuese consustancial a la naturaleza humana. Y no es así, sólo hace falta cambiar la mirada, el enfoque social, al igual que se está haciendo con la violencia machista.
Hay que trabajar a fondo para cambiar percepciones.
El agresor machista hoy es socialmente rechazado y señalado, nadie en sus cabales entiende que es una violencia que deba conllevarse. Pues así hay que afrontar el problema del bullying, desde un punto de vista global y, sobre todo, de forma preventiva bajo la premisa de que no hay ningún motivo para tolerar este tipo de acoso destructivo y que es absurdo justificarlo en base a que "los niños son así".
Hay que poner coto a esa especie de "popularidad" que tienen los acosadores entre sus compañeros y hacer todo lo contrario, es decir, desprestigiarlos.
Contamos con la participación de la investigadora Araceli Oñate, directora del estudio 'Cisneros X' y el testimonio de la madre de una niña víctima de acoso escolar.
Ellas nos cuentan como, por primera vez, y por la vía judicial, se ha conseguido una conciliación en la que el Colegio en el que estudiaba la niña ha reconocido su responsabilidad en el acoso que padecía.
