Pavana para una infanta difunta

 Maurice Ravel tenía 24 años cuando escribió por encargo de la princesa Edmond de Polignac una de sus partituras más populares: Pavana para una infanta difunta. Una obra para piano solo que enseguida se convirtió en una de las favoritas del público y que el compositor francés orquestó años después con el mismo éxito. Se trata de una composición de carácter melancólico y de gran belleza que Ravel llegó a rechazar porque la consideraba una obra menor. A pesar de ello, ha perdurado en el tiempo como una de sus piezas más queridas